Las bromas gastadas en el ambiente político por el Día de los Inocentes

El Día de los Inocentes se convirtió en una fecha de tradicionales bromas que tienen como denominador común la búsqueda de una conmoción ajena en base a una novedad inventada. A veces funciona, a veces no. Todo depende del esmero del bromista y de la ingenuidad y/o distracción del destinatario de la broma.

Pero ¿cómo viven nuestros personajes públicos el 28 de diciembre? Angaú Noticias hizo un amplio relevamiento y pudo determinar la ocurrencia de los siguientes episodios en este 28:

-“¿Qué pasa?”, preguntó él al despertarse para atender el teléfono. Del otro lado la voz habló con tono imperativo: “¡Levantate ya, rápido, que te conseguí un trabajo!” Él quedó paralizado, con la garganta atravesada por una angustia repentina y fulminante. “¡Que la inocencia te valga!”, le dijo entonces la voz, y comenzó a reír. “¡No podésssssss, qué cagazooooo!”, contestó Máximo, y luego acompañó las carcajadas de la presidenta.

-Mauricio Macri quedó pálido, casi transparente. Guisos, pensó. Los Piojos, pensó. Vinos de menos de cien pesos, pensó. ¡Choripanes!, pensó. ¡¡León Gieco!!, pensó. “¡Le digo nomás, que la inocencia le valga!”, le dijo su médico personal. Veinte segundos antes le había dicho que los estudios clínicos habían salido muy mal y que había grandes riesgos de que le comenzaran a gustar las mismas cosas que a las mayorías populares del país. Ufffff…

-Luis D’Elía rompió dos ceniceros y un vaso contra la pared antes de que dos dirigentes amigos le confesaran que era mentira lo que le habían dicho acerca de que el Congreso había aprobado en extraordinarias una ley que convertía al nepotismo en delito no excarcelable.

-Elisa Carrió se enojó mucho. Sus secretarios le habían dicho que una bola de fuego había caído del cielo sobre la Casa Rosada y que Cristina y sus ministros habían salido, envueltos en llamas y lanzando alaridos, hacia la Plaza de Mayo, donde finalmente cayeron carbonizados. “Con los sentimientos no se juega”, los reprendió cuando le interrumpieron sus alabanzas al cielo para decirle que todo era inventado.

-“Mentira, los baños de la celda no son grandes, son chiquitos; ¡que la inocencia te valga!” Y Felisa lloró, y lloró, y lloró.

-“Llegaron tarjetas de salutación de la AFA y de la Federación Brasileña de Fútbol, poniéndose a su disposición para lo que sea”, dijo el secretario. Y enseguida, ni bien al otro se le iluminó el rostro, agregó: “¡Mentiraaaaa, feliz Día del Inocenteeeee!” Capitanich se quería morir.

-La chica que había conocido en un aeropuerto egipcio lo llamó, lo saludó, y después le dijo: “¿Te acordás de aquella vez que…? Bueno, yo en ese momento no te dije nada, pero me hice un Evatest y…”  Maradona soltó el celular como si quemara y se arrojó por la ventana.-“Existís”, dijo el sacerdote. Él se puso a llorar de felicidad. Había buscado mucho a ese hombre, del que le habían hablado tanto, para que le dijera la verdad. “¿Pero en serio existo?”, buscó confirmar él. “Sí”, contestó el anciano. Pero luego se acomodó mejor y se rió: “¡Que la inocencia te valgaaaaa!” Cobos lo miró con odio, dio media vuelta y se fue sin saludar.

-Los asesores llegaron agitados y dieron la noticia: “¡Se produjo una reivindicación internacional de tu figura!” Él abrió los ojos como lunas llenas. “¡La Real Academia decidió aceptar ‘petrólio’!” Él buscó no parecer afectado. “Váyanse a cagar”, susurró. Adolfo Rodríguez Saá sabía que era 28.

-Ricardo Alfonsín no paraba de llorar, y eso que ya habían pasado 35 minutos. Era un llanto desgarrador, sobre el escritorio, las manos abiertas sobre la madera, la cara hundida en los diarios. Los otros se miraron, medio arrepentidos. “Mentira, Ricardo, es un ADN trucho que armamos en la compu. Sí, sos hijo de  Raúl, sólo te queríamos hacer una jodita por el 28”. Se paró, les quería pegar pero también abrazarlos, y festejó dando saltitos por todos lados.

-“¿Pero y qué hago, cómo consigo jugadores y todo eso? ¿Del estadio se encarga la AFA o qué? ¿No llamaron al gobierno para ver cómo me arreglan esto?” El juez Norberto Oyarbide se movía espasmódicamente, desbordado por los nervios. Entonces un asistente se miró de manera cómplice con los demás que estaban en el despacho, y batió palmas: “¡Mentiraaaaaa, doctor, que la inocencia le valga, usted no salió sorteado para la primera ronda de la Copa Libertadooooresss!”

-“¡Se cayó Internet en todo el mundo, se cayó Internet en todo el mundo y va a llevar como sesenta años arreglarla!”, le dijeron sus amigas. Después, cuando dijeron la verdad, a Florencia Peña no le causó ninguna -pero ninguna- gracia.

 

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Fuente Periodico Tribuna