LA HABANA, Cuba. – El día 4 de enero debió conocerse la sentencia de Maikiel Armando Peña Suárez y de 11 muchachos más, juzgados por haber salido a la calle el 11 de julio de 2021 (11J). Sus juicios se celebraron los días 13, 14 y 15 de diciembre en la provincia de Mayabeque.
“No me perdí ni un minuto de todo lo que pasó ahí”, afirma Elienay Suárez, la madre del joven manifestante de 21 años, al que la Fiscalía le pide 12 años de privación de libertad por los supuestos delitos de “sabotaje”, “desorden público” y “desacato”
“Puedo decir con certeza que todo [el juicio] fue una mentira. Los testigos de la Fiscalía fueron planificados, y con todo y eso no sabían lo que iban a decir. El fiscal los interrogaba como forzándolos a declarar. Tanto así que paralizó el juicio hasta el otro día, porque quería que fuera un testigo que no se había presentado”.
Elienay Suárez no sabe cuál es el motivo por el que el régimen va con más fuerza contra su hijo. El testigo ausente debía declarar en contra de Maikiel Armando.
“Ese testigo, que era uno de los que decía que mi hijo se encontraba en la manifestación del día 12, apuntó al esposo de Dayana, otro manifestante que estaba en la sala. Y no tienen nada que ver el uno con el otro. Mi hijo es blanco, alto y delgado; y este muchacho es de piel negra, más bien bajito y fuerte. Ahí mismo cayó toda la mentira”, asegura la madre de Maikiel Armando, que salió del juicio esperanzada con la defensa de los abogados aun cuando sabe que habrá que seguir esperando.
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“El fiscal Osmany Hoyo Pavón, para mí y para todas las personas que estaban allí, quedó desacreditado”, afirma. “Los abogados demostraron que no hubo desorden público, que ellos estaban en una manifestación pacífica y que en la Constitución de la República de Cuba está ese derecho. Demostraron que la manifestación fue pacífica hasta que llegó la Policía”.
“Los muchachos no tenían armas en las manos, se arrodillaron cuando los iban a detener, y eso es símbolo de paz. Al contrario, a ellos fueron a los que les dieron golpes”, acotó la entrevistada.
Para Suárez, el descrédito de la Fiscalía fue presentar pruebas odoríficas. “Una sola piedra dio positiva para tres personas. Según los abogados, en el único país que se acepta eso es aquí en Cuba”.
Desde el 13 de julio, día en que fue detenido su hijo, Elienay Suárez no ha tenido paz. “El jefe de Sector, sin una orden ni nada, se lo llevó de casa de la novia. No hablé nada con él hasta el 4 de septiembre. En ese tiempo no pudo comunicarse conmigo, con su abogada ni con nadie de la familia”.
Más adelante, cuando pudo, Maikiel Armando le contó a su madre el calvario por el que había pasado.
Suárez asegura que se lo llevaron directamente para la prisión de San José, conocida como “la prisión del SIDA”. Allí estuvo los primeros 15 días, pero cuando fue trasladado a Melena del Sur y el PCR le dio positivo a la COVID-19 lo trasladaron nuevamente a San José.
“Estaba bien, sin síntomas hasta que le pusieron el Interferón. Entonces tuvo fiebre, escalofríos. Dice que llamaba a los médicos, a los guardias y nadie lo atendía”. Y no fue la única vez que lo desatendieron: entró con una herida a prisión y jamás le entregaron los antibióticos que le envió su madre.
“La mano le quedó con secuelas”, lamenta su madre, que llamaba todos los días a la prisión y solo obtenía mentiras, asegura.
Después de dar negativo a la COVID-19 fue trasladado nuevamente a Melena del Sur donde, después de pasar un período de aislamiento, pudo llamar a su casa.
“Es injusto todo lo que están pasando nuestros hijos por salir a exigir sus derechos”, recuerda Suárez. “Pero no nos cansaremos. No nos podemos cansar”, dice la mujer que vio a su hijo volverse un hombre valiente en plena cárcel.
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Fuente Cubanet.org