El empresario Luis Medina declaró el 13 de abril de 2021 ante la Fiscalía Anticorrupción que llegar hasta el Ayuntamiento de Madrid para que su socio Alberto Luceño pudiera vender material sanitario -un negocio por el que ambos están imputados atendiendo a que inflaron el precio y se llevaron comisiones millonarias- fue «relativamente sencillo» porque el Consistorio «estaba buscando material». Aclaró, en cualquier caso, que no lo logró a través del alcalde: «Yo no tengo relación con Almeida». Conforme explicó a preguntas del fiscal Luis Rodríguez Sol, él «conocía a alguien del Ayuntamiento». «Quien me pasa el contacto es la directora de mi antigua universidad. Me dice, yo conozco bien al hermano del alcalde, Carlos, te doy su número», señaló, tal y como recoge la cinta de la declaración a la que tuvo acceso ABC. En realidad, se trataba del primo, no del hermano. De acuerdo a su relato, le escribió directamente y en respuesta, Carlos Martínez-Almeida le facilitó el contacto de Elena Collado, la funcionaria del área de Hacienda que se estaba encargando de las compras de material sanitario. Hubo así un contacto directo con el primo del alcalde. A partir de ahí y tal y como reflejan los whatsapp aportados a la causa que se sigue en el Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid, la negociación de la venta la llevaron Alberto Luceño y esta funcionaria. Esas conversaciones refieren un momento en que él le comenta a ella que Medina le ha hecho saber que había «llamado» el acalde. El empresario fue interrogado también por este contacto, con alguna contradicción. «Él me escribió. Una vez que se dio todo (las mascarillas adquiridas otras 238.000 que en el mismo pedido, donaban los empresarios), Elena me dijo, ‘oye, que el alcalde te quiere agradecer y tal. Y me escribió y ya está (…) Me escribió un whatsapp que puede ver en mi teléfono», señaló. El fiscal insistió en si se trataba de un mensaje o, como decía Luceño, de una llamada. «Bueno, me llamó, no me acuerdo bien, me llamó o me escribió, que no me acordaba, para darme las gracias». Y añadió: «Me dio las gracias y ya está». «Yo con Malasia no he hablado»
Según explicó, el peso lo llevaba Luceño. «Yo con los de Malasia ni he hablado con ellos ni tengo un email. Eso es Luceño con la empresa Leno. Yo no sé a qué precio el producto… Vamos, me tengo que fiar de lo que diga él. Lo que hablamos un poco es que se dividía en tercio. Uno para él, otro para mi y otro para Leno y ya está», en relación al modo en que iban a cobrar las comisiones. «Yo no soy un intermediario, soy un facilitador. Mi labor únicamente es ponerles en contacto y él me dice, tranquilo, un día yo te llamo y te digo la parte que te corresponde», apostilló. Medina insistió en que no sabía qué cantidad se había llevado su socio por el negocio y dijo que daba «por hecho» que el Ayuntamiento de Madrid tampoco tenía constancia de que mediase comisión. «Yo me he enterado ayer por la tarde de que el señor Luceño se ha llevado cinco millones y entiendo que esa es la razón por la que estoy aquí sentado», dijo al fiscal. Sobre el problema de los guantes, aseguró que cuando vieron las fotos y el precio del producto pensaron que «eran guantes de hospital, de los buenos, buenos». «Y cuando llegan, yo me acuerdo que Elena Collado me escribe ‘por favor, habla con Luceño que nos han estafado’. Me llama a mi primero. Y yo no estaba al corriente de nada. Y me manda una foto del guante y digo, ‘Alberto, soluciona esto’. Y no sé qué hizo pero lo que nunca hacen los chinos, devolvieron el dinero», relató. Luceño reconoce un 45% de comisión
En cuanto a Luceño, también declaró en Fiscalía Anticorrupción. Fue el 14 de abril y la comparecencia duró poco más de una hora que arrancó contradiciendo la versión de Medina. Según su punto de vista, fue él quien le llamó y no al revés. «Me contacta y me dice ‘¿Tú puedes suministrar a España? Y me llama a los dos días Elena Collado y me dice ‘¿Qué puedes suministrar? Tenemos 17 artículos’. Y lo vamos discutiendo qué veo yo y de los 17, seleccionamos tres», aseguró. Habría sido así Medina quien le dijo que ya estaba en contacto con la Comunidad de Madrid, cosa que él niega. Luceño, en todo caso, señaló que «nunca» habló con la funcionaria de qué ganaban ellos con la transacción. Sí le insinuó una vez que creía merecer «una medalla», como le recordó el fiscal para pedirle que aclarase el contexto en que lo dijo. «Fue por el tema de la compra y que se sirvan en una semana. Luis me llama y me dice tengo el Ayuntamiento de Murcia, tengo Andalucía y tal pero luego nunca se materializa nada. Y Elena a las dos tres de la mañana firmando contratos. Se movieron los más rápidos y se sirvió la mercancía los más rápidos», señaló. Él mismo reconoció ante el fiscal que por las mascarillas se llevó de comisión «un 44,85%» en calidad de representante de Leno, que «pone su precio». Con Medina, según declaró, el acuerdo fue verbal, una comisión por el contacto, y «ni se firma un contrato ni nada de nada». También dio explicaciones de la compra de varios coches de lujo con el dinero que percibió de Malasia, unos cinco millones de dólares. Según dijo, el negocio de la sociedad que regenta también consiste en la compra venta de vehículos de alta gama para «sacar un margen». De ahí que parte de los coches que constan en la causa como adquiridos, los haya vendido ya. La funcionaria Elena Collado – ABC
La funcionaria: «Si oigo comisión, voy a la Policía»
También prestó declaración ante la Fiscalía Elena Collado, que acudió como testigo y de las dos versiones confrontadas, se quedó con la de Medina en lo relativo al modo en que llegó el contacto. Declaró que «nunca» le dijo Luceño que se llevaban una comisión. «Yo entendía, que la verdad es que soy un poco pava, que querían ayudar a Madrid. Es que había tanta gente dirigiéndose a nosotros para ayudarnos de verdad, donarnos, ayudarnos… que lo metí en el mismo saco. Además es que donaron 238.000», explicó. Según dijo, «sabía que las fábricas no eran suyas» pero no que se llevaba un pellizco y ella «tampoco» preguntó. «Entendía que si eran fábricas con las que habitualmente trabajaban… pero si me dice que va a cobrar comisión yo inmediatamente lo pongo en conocimiento de la Policía», aseguró. Sobre como entablaron el primer contacto, Collado dijo que no recordaba cómo le había llegado porque recibía «decenas de llamadas» y que la relación con Luis Medina «podría haber venido de un concejal, de otro coordinador…». «Me llegó el teléfono, le llamé, me dijo que tenia un amigo, no sé si dijo socio, con empresas en China y con experiencia en comercio internacional chino y que nos podía ayudar porque tenía proveedores fiables», detalló la funcionaria. Con Medina luego siguió hablando «por whatsapp e incluso ofreció algunos materiales», pero el grueso de la relación para los contratos objeto de la investigación lo llevó con Luceño: «Es un hombre un poco pagado de sí mismo. Se me presentó contando que era un empresario de éxito y que había tenido empresas textiles y estaba muy acostumbrado a importar de China y tenía muchos contactos en Malasia y facilidad para moverse en ese entorno. Que quería ayudar al Ayuntamiento, que su mujer estaba trabajando de médico en el Puerta de Hierro y que todo lo que pudiera hacer por nosotros con la que estaba cayendo, que encantado». El fiscal se interesó por dos hitos de esas negociaciones. La donación de 238.000 mascarillas por cuenta de Luceño y Medina y el problema con los guantes, que no eran de la calidad prevista por su precio. Sobre el primer asunto, reconoció que los empresarios pidieron que de esa partida donada, 50.000 fueran al hospital Puerta de Hierro, donde trabajaba la mujer de Luceño. «Me pareció maravilloso (…) Las 50.000 se recibieron con gran alegría porque en la comunidad estaban peor que nosotros y era un hospital. No le iba a decir que no, a caballo regalado…», comentó la funcionaria. Según dijo al fiscal, «fue de las donaciones más grandes» que tuvo el Ayuntamiento y las mascarillas llegaron. «Ya las tenemos casi todas repartidas», añadió. De ahí que se elaborase una carta de agradecimiento del alcalde para ellos. En cuanto a los guantes, definió la experiencia en estos términos: «Lo peor que me ha pasado en mi vida administrativa. Un susto tal que casi te desmayas». Pensó que se trataba de «una estafa» y Luceño no le cogía el teléfono. Relató ante el fiscal que pasó horas delante de una pantalla esperando a que llegase una transferencia de Malasia que compensara el sobreprecio. Eran cuatro millones de dólares y finalmente, el Ayuntamiento los recuperó.
Fuente ABC