MADRID, España. — A estas alturas del año, aumenta la incertidumbre sobre la verdadera magnitud del desastre sufrido por la economía cubana en 2021, el año de la Tarea Ordenamiento. Se sabe que la inflación, con un aumento del 77,3% en diciembre del año pasado, alteró de sopetón las condiciones de vida de la población, creando problemas adicionales de escasez y desabastecimiento. Una inflación que fue alimentada por el empeño de los dirigentes comunistas en aplicar una política económica inoportuna, ineficiente y mal diseñada y hacerlo en el peor momento posible.
Se sabe, a partir de estadísticas sueltas que ha ido publicando la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), que los principales sectores y actividades de la economía cubana (turismo, transporte de viajeros, mercancías, producción agropecuaria, manufacturera, vivienda, etc.) registraron niveles inferiores a los de años previos a la pandemia, y en el caso concreto de la agricultura y ganadería, todas las producciones cayeron en picado, excepto la de tomates. Tan solo las actividades del sector presupuestado vinculadas al manejo expansivo del gasto público experimentaron alguna mejoría a costa de una expansión desmesurada del déficit y el endeudamiento, acentuando el descontrol económico ya existente.
Pero ahora, cuando ya prácticamente ha transcurrido la mitad de 2022, el régimen comunista sigue escondiendo los datos estadísticos de la economía en 2021, datos que pudieron ser analizados con las publicaciones trimestrales del PIB, que se quedaron frenadas bruscamente en septiembre de 2021, sin el oportuno cierre del ejercicio. Hasta el tercer trimestre de ese año, la economía cubana iba mal, encadenando un nuevo descenso del PIB de un -1,2% en media anual, que habría sido el resultado final si hubiera acabado el año en septiembre.
Este resultado se obtuvo a partir de la combinación de un primer trimestre muy negativo, en que el PIB cayó un -13,9%, un segundo más dinámico, con un 7,9% de crecimiento, y de nuevo un frenazo en el tercer trimestre, con un 2,4% de crecimiento, que sorprendió a los analistas. Parecía evidente que la economía cubana no se beneficiaba como otras de América Latina de un efecto rebote de la pandemia. La obligatoria aplicación de la Tarea Ordenamiento lo había impedido.
La duda sigue estando en qué ocurrió a finales de año. El régimen comunista mantiene la oscuridad informativa más absoluta, y aunque se afirma que en la ONEI se publicaron los datos de variación del PIB del cuarto trimestre de 2021 a mediados de mayo, esa publicación ha desaparecido de la página web del organismo que, por ahora, solo facilita los datos ya citados hasta septiembre.
El misterio no puede ser mayor. Posiblemente, los comunistas cubanos hayan retrasado de forma intencionada la publicación de los datos porque saben que son muy negativos, en un intento de volver a negociar nuevos aplazamientos de la deuda externa con el Club de París, o con Rusia, agradecida del apoyo recibido de Cuba en los foros internacionales, a pesar del desastre humanitario de la guerra de Ucrania. Cualquiera que sea la razón, las dudas sobre lo ocurrido en el tercer trimestre del pasado año gravitan como una pesada losa sobre los dirigentes castristas.
Sin embargo, dos publicaciones han despertado el interés de algunos analistas. La CEPAL, en el Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe, ha dado a conocer que, en sus estimaciones de 2021, la economía cubana creció en un 0,5% anual. Recientemente, el colega Pedro Monreal dio a conocer las estimaciones de la prestigiosa Economist Intelligence Unit, con un dato distinto, -0,2% de variación anual del PIB resultante de una oportuna revisión del realizado por el organismo en el mes de marzo, cuando estimó un 0,1% positivo de crecimiento del PIB.
La diferencia entre las dos cifras no resulta baladí. La del EIU indica que en el cuarto trimestre de 2021 la economía cubana apenas creció un 0,7%, una cifra inferior a la registrada en el trimestre anterior y cercana al estancamiento. Por el contrario, los datos de CEPAL indican que la economía cubana tuvo un desempeño mucho más favorable en el cuarto trimestre, llegando a alcanzar un 5,6% de crecimiento para el PIB, una cifra superior a la del tercer trimestre. Cuesta creer en este desempeño más favorable estimado por CEPAL, ya que la economía cubana en el último trimestre de 2021 sufrió el impacto paralizante de la inflación y la pérdida de ingresos del turismo por unas bajas cifras de llegadas.
La distancia de casi seis puntos porcentuales entre las dos estimaciones exige a los dirigentes económicos del régimen dejar de esconderse y afrontar las responsabilidades. No es lo mismo que en 2021 la economía cubana haya aumentado el PIB, como dice CEPAL, aliado del régimen en este tipo de cuestiones, a que la economía cubana haya vuelto a ver descender su PIB en dicho año, ya que estaría acumulando nada más y nada menos que un trienio en recesión. Un período demasiado largo para que una economía caiga continuamente. Mientras no haya una reacción oficial, las dudas irán en aumento y la confianza y credibilidad en la economía seguirá cayendo en picado, lo mismo que el PIB.
No es extraño que ese silencio oficial se traslade a una cotización errática del peso cubano en los mercados informales, provoque situaciones de desperdicios de productos no vendidos, como los tomates hace unos días, un creciente malestar social que ya no se frena en las redes sociales, o provoque una sensación de crisis terminal e incertidumbre en aumento, que llega incluso a los dirigentes del régimen.
Hay que informar de lo ocurrido para evitar la sensación de oscuridad e incertidumbre que existe. La economía cubana exige una gestión responsable, similar a la que se desarrolla en otros países del mundo, y no admite espacios para la improvisación, ni tampoco para ganar tiempo a la espera de que las cosas mejoren. Porque no van a mejorar. Eso es seguro.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org