Según las informaciones y peritajes judiciales de la época hubo varias irregularidades. Entre ellas, dieron a conocer que los empleados del estadio no abrieron la puerta corrediza en su totalidad y los molinetes quedaron puestos durante todo el partido, no se retiraron después de la entrada de la parcialidad visitante.
Ante esta situación pasó lo inevitable: una avalancha hizo que muchos hinchas cayeran, se golpearan o quedasen sin aire. La imagen, según varios testigos, era trágica y alguno afirma que debido a la aglomeración se elevó medio metro del suelo.
“De pronto, por la presión humana, se armó un efecto rarísimo y nos empezamos a despegar del piso. Yo estaba casi medio metro flotando, y sin poder moverme. Hasta que en un momento dado esa presión cedió y empezamos a rodar unos sobre otros. Fue entonces cuando mi mejor amigo, Guido Von Bernard, murió por un golpe de su cabeza contra la pared izquierda”, relató uno de los testigos para el diario ‘La Nación’.
La investigación penal finalizó sin que se hallaran culpables del hecho. Muchos afirmaron que la salida no fue posible porque la Policía Federal lo impidió (en 1968 el país estaba gobernado por la dictadura militar de la autodenominada Revolución Argentina del general Juan Carlos Onganía). Inicialmente, dos directivos de River fueron procesados por ser sospechosos de negligencia, pero la Cámara de Apelaciones dejó el procesamiento sin efecto y la causa fue archivada.
En aquel momento, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) resolvió que todo el dinero recaudado en los partidos disputados durante el fin de semana fuesen donados a los familiares de las víctimas, en su mayoría jóvenes y adolescentes. Asimismo, Boca organizó un funeral masivo con una emotiva marcha de antorchas.
Fuente Ambito