La Administración Biden manifestó su preocupación por el deterioro de la situación de seguridad en Judea y Samaria (Cisjordania), particularmente la creciente letalidad, en tres ocasiones diferentes.
En la primera, el vocero del Departamento de Estado, Ned Price, declaró que Washington está “profundamente preocupado” porque más cien palestinos murieron en Cisjordania desde principios de año.
“Llamamos a todas las partes para que hagan todo lo que esté a su alcance para apaciguar la situación y volver al período de calma. Esto es en el interés de todos los israelíes y palestinos. Como lo hemos dicho durante algún tiempo, llamamos a todas las partes para que contengan la violencia”, indicó Price.
“Estados Unidos y otros socios internacionales están listos para ayudar, pero no podemos sustituir las acciones vitales de las propias partes para mitigar el conflicto y restablecer la calma”, añadió el portavoz.
En la misma sintonía, la embajadora de EE. UU. ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, en la sesión mensual del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre el conflicto palestino-israelí, apuntó sobre la situación en Cisjordania: “Estamos preocupados por la tendencia general de violencia creciente”.
La embajadora denunció acciones tanto de Israel como de la Autoridad Palestina, incluidos los “ataques terroristas y la incitación a la violencia contra los israelíes”.
Paralelamente, durante una reunión con el director del Consejo de Seguridad Nacional israelí, Eyal Hulata, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, enfatizó «la necesidad de tomar medidas para reducir las tensiones en Cisjordania y continuar actuando para mejorar la vida de los palestinos”, según un comunicado.
En el encuentro, ambos funcionarios abordaron “la necesidad de hacer frente a las amenazas de Irán” y sentaron las bases para una mayor cooperación en el ámbito de la tecnología.
Fuente Aurora