Por Darío Rosatti -Especial Total News Agency-TNA-
El 10 de octubre, por la mañana, Rusia lanzó un ataque masivo con misiles en varias ciudades de Ucrania, incluyendo la ciudad de Kyiv.
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Los misiles impactaron en varios objetos civiles, entre ellos una zona de recreación infantil en el corazón de la capital ucraniana. En concreto, a las 11:00 de la mañana, los misiles rusos alcanzaron once instalaciones de infraestructura crítica en territorio ucraniano. Como consecuencia del ataque ya se han reportado víctimas fatales y heridos. Rusia ya no oculta su condición de estado terrorista y, ahora más que nunca, es necesario que sea reconocido como tal.
Como resultado de los ataques con misiles sobre las ciudades de Dnipro y Zaporizhia, también se han confirmado un número considerable de víctimas. Por otra parte, en la ciudad de Kremenchuh se ha producido un apagón total del suministro de energía eléctrica. Es evidente que Putin ha cambiado deliberadamente las tácticas de la guerra y se sirve del terror como arma. El pico de los ataques con misiles en Kiev se produjo antes de las 09:00 h, cuando las carreteras, el metro y el transporte en general están abarrotados, a la hora exacta cuando la gente se desplaza masivamente para acudir a su puesto de trabajo. Estos ataques fueron deliberadamente lanzados con el objetivo de sembrar el pánico y el caos. La segunda finalidad de Putin es la destrucción de toda la infraestructura civil. En varias ciudades se interrumpió el suministro de los servicios básicos, como la electricidad y parcialmente el suministro de agua (así sucedió, por ejemplo, en Kharkiv, Lviv, Kremenchuh y Zhitomir) Además, también el servicio de Internet se vio interrumpido en varios puntos. Estas acciones son la consecuencia del fracaso de Putin en el campo de batalla, donde sus tropas – absolutamente degradadas tras siete meses de combate – han sido claramente derrotadas por el ejército ucraniano. El ataque con misiles cometidos este 10 de octubre es un ejemplo de terrorismo militar de una magnitud sin precedentes, por lo que se hace necesario una rápida y contundente respuesta del mundo civilizado que no se limite a una mera “preocupación o empatía”, sino que se concretice en la provisión del armamento necesario, incluyendo los sistemas de defensa aérea. Putin está y se siente acorralado.
Rusia ha estado planeando durante mucho tiempo este ataque sobre la infraestructura civil de Ucrania. En un futuro, incidentes de este tipo se repetirán más a menudo y, con la llegada del invierno y del frío, tendrán un efecto particularmente devastador. La industria militar rusa está trabajando a destajo 24/7 con el fin de producir la cantidad necesaria de misiles para realizar ataques contra las ciudades ucranianas. Putin pretende privar a los ucranianos de todo lo necesario para su subsistencia: electricidad, suministro de agua y calefacción. El mundo no puede permanecer indiferente mientras Rusia hace que la vida de los ucranianos se torne insoportable. Europa y EE.UU deben suministrar sin demora a Ucrania los sistemas de defensa aérea de largo alcance que podrían frustrar los ataques rusos con misiles.
Putin ya es consciente que ha perdido en el frente de batalla, es por ello que ahora sólo le queda la posibilidad de lanzar misiles contra objetivos civiles en un intento de atemorizar y obligar a negociar en los términos por él impuestos. El mandatario ruso está tratando de poner de rodillas a todo el mundo civilizado a través del terror. Los ataques a infraestructuras críticas revisten un carácter de terrorismo absoluto, y Rusia ya está hablando de ello de forma expresa. Occidente debe reconocer a Rusia como un estado terrorista y debe ya mismo dejarlo absolutamente aislado. Esto es necesario para que el régimen de Putin sea derrotado.
El lanzamiento de más de 100 misiles en la mañana del 10 de octubre es otra confirmación que Ucrania necesita con urgencia abastecerse de armamento occidental, incluyendo los sistemas de defensa aérea de largo alcance: esta es una cuestión vital para miles de civiles ucranianos, sobre todo en este momento que Rusia ha cambiado de estrategia y persigue abiertamente la destrucción total del estado ucraniano. El estado ruso cuenta aún con un importante arsenal de misiles y continuará empleándolos contra la población civil, en una cantidad tal que será casi imposible repelerlos a todos por los sistemas de defensa aéreos actuales de Ucrania. Hoy, Putin ordenó bombardear ciudades ucranianas pacíficas: Kyiv, Dnipro, Zaporizhia, Kremenchuh, Khmelnytskyi y Lviv, al igual que Hitler ordenó en sus días el bombardeo de Londres, Coventry y Gdansk. Hay un paralelismo absoluto en la conducta de Rusia con la Alemania nazi. En efecto, el “ruscismo” es una modalidad neonazi del siglo XXI, mientras que Putin es la encarnación moderna de Hitler. ¿Cómo es posible que Occidente no vea estos hechos obvios y tome las medidas necesarias para contrarrestar esta situación?
Putin no se detendrá hasta que lo detengan o hasta que Rusia se quede sin recursos. Ahora, ya está claro que tampoco se detendrá en Ucrania: en estos momentos, Europa se encuentra bajo una amenaza sin precedentes por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Ucrania se encuentra en la vanguardia en lo que respecta a la defensa del mundo civilizado y, necesita sin dilación alguna, apoyo militar, político y el aislamiento total de Rusia. Esta ayuda deber ser considerada como una inversión del mundo civilizado en su propia supervivencia.