En los últimos días estamos siendo testigos del inicio de la evacuación de la población civil de la región de Kherson –ocupada por las fuerzas rusas-, desde la margen derecha hacia la izquierda del río Dnipro. También se los ha comenzado a reubicar en la región ocupada de Crimea, así como en otras regiones de la Federación Rusa. Estas acciones por parte de la autoridad de ocupación evidencian los actos preparativos de algún importante crimen con el fin de interferir en la exitosa contraofensiva de las tropas ucranianas en el sur del país.
Al mismo tiempo que se desarrolla la evacuación de la población civil, Rusia lleva adelante una campaña propagandística con el objetivo de desacreditar e inculpar al ejército ucraniano. Rusia aterroriza a los civiles con supuestos bombardeos masivos por parte de las fuerzas armadas ucranianas. A propósito, a últimas horas de la tarde del 20 de octubre pasado, se produjo un ataque con misiles desde la margen derecha a la izquierda del Dnipro, dejando un saldo de 2 víctimas fatales, mientras que 10 personas resultaron heridas. El ejército ruso aprovechó la oscuridad para lanzar ataques contra la población civil y escapar así del control de los organismos internacionales que están monitoreando y registrando cada una de las acciones criminales de las tropas rusas contra la población civil ucraniana, y por supuesto, aprovechando como siempre para adjudicar la culpa de lo sucedido al ejército ucraniano.
El siguiente paso del país agresor será intentar volar la Central Hidroeléctrica de Kakhovka. Según la información disponible, el ejército ruso ha minado la represa y las instalaciones de la central y planea llevar a cabo un ataque terrorista. La Central Hidroeléctrica de Kakhovka almacena alrededor de 18 millones de metros cúbicos de agua. Si el ejército ruso se decide a volar la represa, se produciría la inundación de más de 80 asentamientos urbanos, incluyendo la ciudad de Kherson, afectando seriamente a cientos de miles de personas.
Rusia es el mayor estado terrorista del mundo. A Moscú no le importa en absoluto el número de víctimas y, en su desesperación, podría cometer las acciones más aberrantes. Occidente, ahora más que nunca, debe apoyar al pueblo ucraniano y a su ejército para restablecer la paz lo más pronto posible en la parte oriental de Europa y evitar que Rusia siga atacando a otros países soberanos.