Era costumbre hace 40 años que los jugadores de fútbol dieran las entrevistas del final del partido en el mismo vestuario. No existían las zonas mixtas para la prensa ni los protocolos para los medios. Entre los periodistas de gráfica y los de radio (no había televisión en vivo y menos redes sociales), los fotógrafos tenían el pedido de tomar un registro de la entrevista. Generalmente esa tarea se la asignaban al fotógrafo más joven del staff, porque eso implicaba que terminaba su jornada más tarde que el resto, que se retiraba apenas terminaba el partido.
El fotógrafo Silvio Zuccheri recién daba sus primeros pasos en la profesión, por lo que muchas veces le tocaba quedarse y cubrir el vestuario. “Un día, aburrido de la espera a que el jugador se desocupara de los otros medios para que mi cronista le haga su reportaje, empiezo a mirar, a mirar mirando, no simplemente para realizar el trabajo encomendado, y es entonces que me encuentro con una escena que me provocó: jugadores de relax en piscinas y otro de pie, brindando sus pareceres a un cronista”, recuerda Zuccheri.
“Entonces en lugar de tomar la foto con un normal o un teleobjetivo corto comencé a trabajar con lentes gran angulares y a pasear por los vestuarios. Los jugadores no tenían idea de que se podía captar algo más que lo que normalmente se hacía y mostraba en las revistas. Algunos a veces miraban sorprendidos acerca de lo que yo estaba fotografiando. Yo veía por ejemplo un jugador solo y dentro de la ducha, levantaba la cámara y tomaba la foto.”
Así logró este registro que visto desde hoy cobra todo el valor de una documentación histórica imposible de lograr en los tiempos actuales. Los vestuarios en la actualidad son un lugar casi sagrado, vedado para todo aquel que no forma parte del equipo.
Fuente La Nacion