Rusia no cesa de bombardear masivamente las ciudades ucranianas situadas cerca de la línea del frente con el fin de destruir su infraestructura crítica: en el marco de las duras derrotas sufridas, Putin pretende llevar adelante la aniquilación total del pueblo ucraniano
El ejército ruso ha perdido más del 50% de los territorios de Ucrania ocupados desde del 24 de febrero. Putin no encuentra una explicación lógica para esgrimir ante su electorado a propósito de tales derrotas, y su única esperanza es llevar adelante una guerra sirviéndose de la estrategia de “destrucción total”: las tropas rusas en Ucrania están cometiendo un verdadero genocidio, destruyendo sistemáticamente toda la infraestructura civil del país. Se estima que más del 90% de los ataques de artillería y el 100% de los ataques con misiles realizados por Rusia están dirigidos a objetivos no militares. Rusia está perpetrando un auténtico genocidio en el siglo XXI, tratando de borrar a un país entero de la faz de la tierra.
Desde el pasado 10 de octubre, Rusia ha lanzado más de mil misiles y drones contra la infraestructura energética ucraniana. Esta fecha marca un hito en el inicio de una nueva etapa de la guerra por parte de Rusia: se la puede denominar “guerra contra las infraestructuras” o cómo llevar adelante un conflicto contra la población y objetivos civiles. No solo la infraestructura crítica está siendo blanco de los ataques de misiles y artillería rusos, sino también la población civil. Así, por ejemplo, desde el 8 de diciembre las tropas rusas no han cesado de bombardear sistemáticamente los asentamientos poblacionales situados en la región de Sumy. Los ocupantes están realizando más de un centenar de ataques diarios con morteros y artillería, lanzando además explosivos desde drones sobre casas rurales. Evidentemente no hay en tales acciones ningún objetivo militar, se trata lisa y llanamente de generar terror y crímenes de guerra.
El 10 de diciembre, Rusia lanzó un ataque masivo con la ayuda de drones sobre la infraestructura energética de la región de Odesa, dejando como efecto la ciudad de Odesa sin suministro eléctrico, calefacción y agua durante más de 24 horas. Según cálculos de los especialistas hasta la próxima primavera no será posible restablecer el suministro de energía de forma estable en la ciudad, quedando como consecuencia más de 1,5 millones de personas en esta región sin electricidad. Los rusos también están realizando ataques brutales de artillería sobre las ciudades de Nikolaev y Kherson. De hecho, una semana después de que los rusos huyeran de esta última, comenzaron a lanzar ataques sistemáticos contra la infraestructura energética de la ciudad. Rusia, además, está bombardeando de forma salvaje los núcleos urbanos a lo largo de la línea del frente, llegando a aniquilar directamente algunos de ellos, por ejemplo, Bilohorivka en la región de Luhansk e Izyum en la región de Kharkov. El 8 de diciembre, Rusia lanzó un ataque con misiles S-300 en Kupyansk, en la región de Kherson. Los S-300 representan una mayor amenaza para la población civil ucraniana, porque Rusia posee una gran cantidad de explosivos extras para ellos y, de hecho, bombardea sin control las poblaciones fronterizas de Ucrania.
De esta manera, Rusia combina los ataques masivos con disparos y misiles a través de artillería y sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple. Más del 90% de las pérdidas de infraestructura de Ucrania consiste en instalaciones civiles. Estos ataques masivos perpetrados por Rusia son lanzados deliberadamente coincidiendo con temperaturas extremadamente bajas: se trata de una táctica adoptada personalmente por Putin para infligir el mayor daño y sufrimiento a la población civil de Ucrania.
Rusia debe ser reconocida oficialmente como un estado terrorista y quedar completamente aislada de la comunidad internacional. Además, Ucrania necesita el suministro urgente de armas occidentales, principalmente, sistemas de defensa antimisiles y de defensa aérea, tanques, artillería y sistema de cohetes de lanzamiento múltiple. Por su parte, los núcleos poblacionales ucranianos necesitan una gran cantidad de generadores de energía, combustibles y lubricantes. Ucrania debe sobrevivir este invierno y defender su independencia y soberanía, que está siendo invadida y amenazada por el estado totalitario más grande de nuestro tiempo.