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El 26 de diciembre, el gobierno chino anunció la cancelación del requisito de cuarentena para quienes ingresen al país y un día después anunció la vuelta a la emisión de visas de salida a los chinos que deseen salir del país.
Por Galia Lavi
Al hacerlo, se levantaron las restricciones impuestas recientemente como parte de la lucha contra la pandemia de COVID-19, incluidos cierres extensos, aislamientos prolongados, inspecciones frecuentes y libertad de movimiento condicionada a la presentación de un «código verde».
A pesar de las protestas de miles de habitantes urbanos de toda China contra las restricciones intransigentes, el cambio extremo de las políticas de «cero covid» a «vivir con el virus» probablemente fue planeado hace mucho tiempo, y es posible que las protestas simplemente hayan acelerado el proceso.
El apresurado cambio de sentido en la política se produjo cuando China se encuentra al comienzo del invierno y al comienzo de la ola Omicron.
Entonces, no sorprende que el virus se esté ahora propagando por China sin obstáculos.
¿Hasta qué punto se ha extendido?
Es difícil de saber.
Las autoridades chinas han detenido las pruebas masivas y, por lo tanto, los datos no son confiables.
Las estimaciones occidentales, que se basan en informes de personas y de hospitales abarrotados en China, hablan de cientos de millones ya infectados.
En Beijing y Shanghái, se estima que alrededor del 50 por ciento de la población total está infectada, la mayoría de ellos en estado leve.
Las autoridades chinas han cambiado la forma en que definen la mortalidad por el virus y, en consecuencia, China solo informa unas pocas muertes.
Pero la evidencia proveniente de los cementerios y crematorios apunta a un panorama mucho más grave.
Según estimaciones de expertos chinos realizadas antes del cambio de política, el levantamiento de las restricciones provocaría el contagio de mil millones de personas y la muerte de 1-2 millones de ellas.
Estas estimaciones también son consistentes con las estadísticas de Occidente.
En aproximadamente dos semanas, comenzará la «migración anual» más grande del mundo, y cientos de millones de chinos viajarán para visitar a sus familias para el próximo Año del Conejo.
Esto también conducirá a la propagación del virus a las aldeas y pondrá en peligro especialmente a los ancianos, cuyo nivel de inmunidad es incluso más bajo que el ya bajo nivel de inmunidad entre la población general en China.
En cuanto a Israel: En diciembre, Hainan Airlines inauguró dos rutas de vuelo entre Israel y China, y el nuevo ministro de Salud ya anunció pruebas obligatorias para quienes lleguen desde China.
Además de las continuas interrupciones en las cadenas de suministro globales, también existe el temor de importar nuevas variantes de China.
Parece que, en el próximo Año del Conejo, China seguirá despertando el interés mundial.
Fuente: INSS The Institute for National Security Studies
Fuente Aurora
