
LA HABANA, Cuba. — “¡Ya que les regalen un mojón, si total!”, exclamó indignado mi vecino Mario al ver los obsequios y reconocimientos entregados por las autoridades provinciales a los peloteros cubanos que regresaron a la isla una vez terminado el V Clásico Mundial de Béisbol.
Lo del diploma ya se sabía; pero Mayito no daba crédito a la postal con el rostro de Vilma Espín que le dieron al pitcher Frank Abel Álvarez, y mucho menos a la supuesta escultura —una bandera de palo— entregada al también lanzador Yeudis Reyes para que en un futuro cercano no falte el comején en su casa.
Los funcionarios deportivos y políticos, al igual que las organizaciones de masas, han superado todos los niveles del mal gusto e incluso del insulto, porque esos “regalos” son como para acomplejarse y arrepentirse hasta el tuétano por haber regresado a esta cloaca después de haber estado en el corazón mismo de la emigración cubana, en el país que más oportunidades ha ofrecido a los hijos de esta tierra.
Es un reto intentar adivinar qué les pasaba por la cabeza a los peloteros del Team Asere mientras sostenían aquellas baratijas entre sus manos. Es inevitable preguntarse si tienen idea de lo ridículos que se veían mostrando la foto de una mujer que nada tuvo que ver con el deporte. Y todavía algunos los critican cuando toman la decisión de quedarse donde sea.
Los burócratas cubanos celebran el cuarto lugar obtenido en el Clásico como si se tratara de un oro olímpico, hacen lo imposible por convertir el revés en victoria, y finalmente regalan a los atletas cualquier pedazo de tabla que parece sacado de un Plan Tareco.
La Major League Baseball (MLB), en cambio, pagará 25 600 dólares a cada jugador cubano que participó en el Clásico, según informó el periodista Francys Romero. La diferencia es tan abismal que realmente no se comprende por qué viran a Cuba, ni a qué. Cualquier pelotero de la Serie Nacional podría ganar un salario decente enseñando a los niños de la Florida a jugar béisbol.
Hace un par de años se hizo viral la foto del surtido de viandas, el pomo de aceite, el módulo de aseo personal y los paquetes de salchichas que las autoridades provinciales regalaron, a modo de bienvenida y recompensa por su esfuerzo, al boxeador Ronnis Álvarez, medallista de oro en un evento panamericano. Fue un mensaje muy claro del hambre que, entonces y ahora, se pasa en Cuba, pero para los ideólogos de este gobierno es motivo de orgullo recibir a un atleta de alto rendimiento del mismo modo que los aborígenes recibían a los españoles. La única diferencia es que los cubanos del siglo XXI cosechan muchos menos que los nativos.
Para los aseres del Clásico no hubo ni una mano de plátano, aunque se rumora que están felices porque les han permitido, a cada uno, importar un saco de arroz desde Estados Unidos; un grano de calidad extra, como corresponde a esos campeones que, después de haber conocido la abundancia durante su desempeño en las ligas foráneas, tienen que regresar al goteo de la jama, a echar pa’ alante el dinerito de la MLB —si se lo pagan— en el pozo sin fondo de la economía socialista.
El “espontáneo” recibimiento del equipo cubano, que estuvo precedido por convocatorias idénticas a las que se emplean para las marchas del pueblo combatiente, o las elecciones nacionales que tendrán lugar el domingo 26 de marzo, son la prueba definitiva —en caso de que alguien la necesite— de hasta qué punto se ha politizado el asunto del Team Asere y su participación en el V Clásico Mundial de Béisbol.
“Tú vas a ver que a la próxima convocatoria no va a ir ninguno. Esta gente (el régimen) lo echa a perder todo (…) En la cara se les nota la incomodidad a los peloteros. Ellos saben que esos actos políticos son tremendo papelazo, pero no se pueden negar, porque se escachan. A ver qué tiene que ver Vilma Espín con la pelota (…) Siguen hablando de victoria, como si Cuba hubiera arrasado en el Clásico. De verdad que esta gente anda mal”, discurre Joaquín, otro vecino, ya viejo, que disfrutó los buenos años de la pelota cubana y dejó de ver la Serie Nacional hace mucho tiempo, cansado de ver tanta chapucería sobre el terreno.
Tiene toda la razón el viejo Joaquín. No obstante, visto desde una óptica netamente práctica, sí fue una victoria para los peloteros cubanos. Estados Unidos barrió el terreno con ellos en semifinales, pero vinieron cargados de pacotilla, porque a eso fueron en realidad. Jama buena y pacotilla eran las metas del Team Asere. Misión cumplida.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org