
LA HABANA, Cuba. – Podría decirse que en fecha tan temprana como 1812, al promulgarse en España la Constitución de Cádiz, las ideas liberales comenzaron a abrirse paso entre los cubanos de la Isla. La referida constitución, de corte liberal y antiabsolutista, tuvo amplia repercusión en todos los territorios españoles de ultramar.
En Cuba propició que se comenzaran a elegir diputados a las Cortes españolas, con lo que la Isla ya no sería tratada con mano de hierro por los capitanes generales nombrados por la metrópoli. Pero lo más importante: al calor de esas ideas liberales, el presbítero Félix Varela comenzó a impartir la Cátedra de Constitución en el Seminario San Carlos y San Ambrosio. Un verdadero semillero del que germinarían muchas de las conciencias que lucharon por la independencia de la patria.
Las ideas liberales se volverían a manifestar cuando se le dio forma jurídica a la contienda independentista de 1868. La Constitución de Guáimaro, redactada por Ignacio Agramonte y Antonio Zambrana, y que este 10 de abril cumple su 154 aniversario, nació identificada con el respeto a las libertades individuales que caracterizan a todo Estado de derecho. De igual manera, instauró la separación de poderes en la flamante República de Cuba en Armas, con destaque para el poder legislativo, representado por la Cámara de Representantes. Todo bien calculado para evitar una posible dictadura del presidente de la República.
Ese espíritu liberal estuvo presente también hacia 1878, tras la paz del Zanjón, cuando se fundó el primer partido político legal constituido en Cuba. Se trató del Partido Liberal Autonomista, que entre otras cosas aportó muchas figuras que brillaron en el ambiente intelectual de la Isla.
Las otras constituciones que promulgaron nuestros luchadores independentistas, entre las que destacan la de Jimaguayú y la de La Yaya, también estuvieron signadas por las ideas liberales que profesaban todos los luchadores que mucho hicieron por el advenimiento de la República.
Y mientras todo eso sucedía con las ideas liberales, la ideología de izquierda se demoraría en penetrar en Cuba. No sería hasta 1892 que se celebró en La Habana un Congreso Regional Obrero, donde por vez primera se produjo una manifestación colectiva de las ideas socialistas en la Isla. Ese ideal socialista se materializó en partido político cuando poco después Diego Vicente Tejera fundó el Partido Socialista de Cuba. Un partido que, según los historiadores, no abrazaba aún la ideología marxista-leninista.
Ya en un marco de seguimiento de los postulados de Marx y Lenin figuró la Agrupación Comunista de La Habana, fundada en 1923. Y dos años más tarde vio la luz el primer Partido Comunista de Cuba fundado por Julio Antonio Mella y Carlos Baliño. Mas, en realidad, se trató de un partido de dudosa cubanía, nacido por orientación de la Internacional Comunista desde Moscú, y cuyo secretario general sería el maestro canario José Miguel Pérez.
Como vemos, la verdadera tradición cubana, nuestras auténticas raíces, se identifican más con la ideología liberal que con las ideas socialistas o comunistas. Una evidencia que echa por tierra, entre otros argumentos, la tesis del castrismo de ser continuador de la obra de nuestros mambises.
Por otra parte, esa tradición nos impone un reto a los cubanos de hoy. No es posible conformarnos con cambios únicamente en la esfera económica. Para nosotros los modelos chino o vietnamita no son suficientes. Tenemos que bregar también por transformaciones políticas que les abran las puertas a la ideología liberal y al Estado de derecho.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org