El que se quema con leche, ve una vaca y llora, dice el clásico refrán. Pero el que se “quemó” en la Bolsa de Tokio en más de una oportunidad durante las últimas tres décadas, ¿qué piensa del enésimo intento de despegue del índice líder Nikkei 225, que ya se encuentra en los mismos valores récord de 1990?
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Entre los inversores japoneses, y quienes siguen el derrotero de la economía nipona en el resto del mundo, los antecedentes no son halagüeños.
Es que luego del gran despegue económico hasta fines de los años 1980, parecía que Japón se llevaba por delante a EE.UU., la primera potencia mundial, en un contexto que recuerda mucho al que ahora se vive con la competencia de China.
Pero la crisis que se desató a partir de 1991, con el estallido de las burbujas inmobiliaria y financiera, hundió al país en un estancamiento del que nunca más pudo salir del todo.
Sin embargo, ahora que el mercado financiero doméstico parece estar recuperando parte de su esplendor perdido, el recuerdo de los fracasos vividos pesa mucho en el entusiasmo y el optimismo de los analistas, operadores e inversores.
MARZO DE 1990
Hay que pararse en marzo de 1990 para encontrarse con los niveles actuales del Nikkei, en 30800 puntos por estos días.
Poco tiempo antes, en diciembre de 1989, el índice líder alcanzaba su máximo valor histórico, de 38915 puntos, un pico que nunca más fue alcanzado y que, cuesta abajo en la rodada, se llegó a hundir hasta las 7100 unidades en marzo de 2009, en medio de la crisis subprime.
Se trata de valores que no se veían desde agosto de 1982, cuando empezaba el rally alcista del crecimiento milagroso japonés.
Por eso, porque la montaña rusa de la bolsa tokiota incineró a miles de inversores, que otra vez todo suba sin parar los intimida, conscientes de que esta película ya la vieron en el pasado.
Para ser más precisos, quienes vivieron la euforia de esos días gloriosos de 1990, podrán recordar que todavía existía la Unión Soviética y que Internet era solo un proyecto, toda una referencia para entender cuántas cosas pasaron en la historia mundial desde ese entonces.
Pero ahora, cuando se comparan los rendimientos del Nikkei contra otros mercados internacionales, la progresión alcanzada desde principios de este año impacta.
LA GARANTÍA DE BUFFETT
Es por eso que, ante un panorama tan negativo, Japón vuelve a estar en el radar de los inversores internacionales, y sobre todo desde que el gurú Warren Buffett mostró un gran interés en aumentar la participación en su cartera de acciones de empresas japonesas.
Es que el “Oráculo de Omaha”, que viajó personalmente a Japón en abril pasado, se mostró además “muy orgulloso de sus inversiones en las ‘sogo sosha'”, las compañías niponas que se dedican a la intermediación entre las exportaciones y las importaciones. Buffett tiene acciones de cinco de ellas: Mitsubishi, Sumimoto, Marubeni, Itochu y Mitsui.
“Las declaraciones de Warren Buffett provocaron una inesperada efervescencia entre los inversores internacionales”, explicó el analista John Plassard, de la consultora Mirabaud, para explicar lo que está sucediendo allí.
Es que el gurú no es el único peso pesado de Wall Street que vuelve a mirar con cariño al mercado japonés. También lo está haciendo Ken Griffin, del hedge fund Citadel, quien había abandonado el país hace 15 años atrás, luego de la crisis financiera.
En cuanto a los fundamentals, el rally alcista de las acciones niponas se sostiene por los buenos datos de su economía. El Banco de Japón estima un crecimiento del PBI del 1,4% para 2023, mientras que la inflación se mantiene por debajo del 3% anual.
Y, según el banco UBS, la economía podría crecer al 2%-3% en los próximos años, lo que explica que Japón esté otra vez de moda entre los inversores.
Fuente El Cronista