CARACAS.- Sin apenas colas en los colegios electorales, con las calles semivacías y sin ningún entusiasmo popular. El referéndum patriótico convocado por Nicolás Maduro en torno al Esequibo, rico territorio en disputa con la vecina Guyana, resultó a la postre un revés considerable para sus planes electorales del año que viene.
La jornada resultó un fiasco para las aspiraciones del líder bolivariano, sobre todo si se compara con la pasión y el entusiasmo vividos en octubre durante las primarias opositoras, que auparon a María Corina Machado al frente del bloque democrático con dos millones y medio de votos en condiciones muy adversas.
El “presidente pueblo” precipitó tan polémica consulta para aumentar su apoyo popular, a costa de llevar hasta el límite la escalada diplomática con Georgetown en un peligroso juego político que asemejaba la crisis previa a las Malvinas argentinas. El repudio masivo contra Maduro y contra la revolución pudo más que el sentir nacionalista de los venezolanos, hartos de su mala vida.
La alta abstención obligó a que el Consejo Nacional Electoral (CNE) ordenara que las urnas se mantuvieran abiertas al menos dos horas más de lo establecido, en una maniobra para engordar los resultados, lo que incumple la ley: sólo se puede mantener abiertos los centros mientras haya votantes a la espera de emitir su voto. El propio CNE se desnudó con esta decisión, ya que Elvis Amoroso, su presidente, también había asegurado que el procedimiento era tan rápido que no se producían aglomeraciones.
Fue “una evidente y abrumadora victoria del Sí”, dijo después Amoroso. El exlegislador oficialista no explicó si ese número de votos es reflejo del número de electores o responde a la contabilidad de cinco votos por persona, en correlación con el número de preguntas, que en su totalidad fueron aprobadas con más del 95% de los votos. El organismo electoral no confirmó el número de votantes ni anunció el porcentaje de abstención.
El relato del chavismo
En el sprint final a la desesperada para mejorar los resultados hubo de todo, como si se tratara de versiones descafeinadas de las famosas “operación remate” de épocas mejores. Y además sin ningún disimulo: “Voceros del poder popular, vayamos casa por casa en toda la comunidad. Garanticemos que todos los venezolanos expresen su amor por Venezuela con su voto”, ordenó a última hora el ministro y excanciller Jorge Arreaza.
Pese a la soledad en las calles, los portavoces oficialistas comenzaron a cantar una victoria imposible con un guion tan hiperbólico que resultaba aún menos creíble. “El 3-D pasará a la historia de Venezuela y todo el Hemisferio Occidental. Ha habido una votación masiva”, aseguró el fiscal Tarek William Saab.
“Es un evento de una grandeza sin igual”, remachó Jorge Rodríguez, presidente del órgano legislativo bolivariano.
“El pueblo de Venezuela empoderado ha tomado el camino de la patria, de la libertad y de la emancipación”, subrayó con palabras grandilocuentes el general Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, el mismo que advirtió durante la campaña que el conflicto con Guyana no era, “por ahora, una guerra armada”.
Más allá de las cifras oficiales que vaya a aportar el CNE en las próximas horas, los dirigentes revolucionarios intentaron disfrazar la realidad con alegatos constantes a lo largo de la jornada, incluido el entusiasmo de Amoroso, quien aseguró a primera hora que estaba votando el triple de gente que en jornadas previas. Precisamente Amoroso, quien ejerció durante años como contralor de la República, fue el encargado de tramitar la inhabilitación electoral de Machado como ilegal e inconstitucional por orden del Palacio de Miraflores.
“Referéndum revocatorio”
Las críticas más agudas contra Maduro procedieron del chavismo crítico. “El referéndum consultivo sobre el Esequibo se convirtió en un referéndum revocatorio para Maduro. Que el madurismo y lo que quede del PSUV (el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela) piensen bien lo que van a hacer. Están liquidados políticamente. No pueden sostener sus mentiras, el país entero los repudia”, disparó el exvicepresidente Rafael Ramírez, exiliado hoy en Europa.
“Es más que evidente que la gran mayoría no ha acudido hoy a la convocatoria que hizo el gobierno”, reconoció el dirigente opositor Henrique Capriles, quien sí acudió a votar, al igual que otros miembros de la oposición.
Frente a la alianza de canales oficiales y privados y la propaganda gubernamental actuaron ciudadanos, activistas y medios independientes, que reportaron durante todo el día la soledad existente en los centros de votación pese al hostigamiento de agentes y militares.
A medida que avanzaba la jornada, se comprobaba cómo militares, milicianos, empleados públicos y las personas atrapadas en las redes del control social del gobierno depositaban su voto de forma obediente. Pero no era suficiente: la maquinaría oficialista forzó a sus miembros para que sacara a la gente de sus hogares, al coste que fuera.
En las redes y en la mensajería instantánea se viralizaron mensajes casi desesperados. “Los que reciben CLAP (bolsas de comida de mala calidad subvencionadas por el Estado) que vengan a votar acá, por favor. Que se vengan a votar aquí todos los beneficiarios, que esto no es político, pero tengo que anotarlos cuando hayan votado”, imploró la jefa comunal de un barrio de Caracas.
A la postre, la operación electoral lanzada por Maduro para mitigar el éxito de Machado en las urnas de octubre se le volvió en forma de boomerang: debilita aún más su posición y, por el contrario, potencia y prolonga el efecto huracán de la candidata liberal.
Tampoco estalló, tal y como habían planeado sus asesores, la “bomba” lanzada al interior de la oposición: los partidos tradicionales y los candidatos derrotados en las primarias volvieron a “escuchar” a sus seguidores, que rehuyeron de forma patente apoyar su postura.
No solo Capriles recibió la felicitación del gobierno chavista por participar “sin distinciones políticas”. También Antonio Ecarri, colaboracionista que será candidato el año que viene, y Carlos Prosperi, derrotado ampliamente por Machado, acudieron a votar, así como el gobernador Manuel Rosales.
“Hoy han quedado pulverizados los líderes políticos de la oposición que frente al referendo callaron por temor a represalias y que promovieron la participación por oportunismo. No tienen la talla político que exige el momento”, constató el pensador José Rafael López Padrino.
Fuente La Nacion