La embajada de Israel en Argentina publicó el relato de Guido Kohan y lo que pasó su familia, de origen argentino, el 7 de octubre.
Terroristas de Hamás ingresaron a su casa, en el kibutz Ein Hashlosha, a tres km de Gaza, mientras Guido y su familia se refugiaban en el cuarto seguro.
Su padre sostenía un cuchillo para defenderlos. Su madre se abrazaba con su hermana en el suelo. Los terroristas armados intentaban forzar la puerta para entrar.
Terroristas del #Hamás entraron a su casa mientras Guido Kohan y su familia, de origen argentino, se refugiaban en el cuarto seguro.
Su padre sostenía un cuchillo para defenderlos.
Su madre se abrazaba con su hermana en el suelo.
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En el comienzo de su testimonio, el argentino contó: «El 7 de octubre a las 6:30 de la mañana nos despertamos con los ruidos del ‘tzeva adom’ (alerta roja). Inmediatamente nos pusimos a resguardo en el refugio. A medida que prendimos los celulares, la televisión…y empiezan a mandar un mensaje desde la ‘kitat konenut’ (guardia civil) que hay sospecha de que los terroristas llegaron a nuestro kibutz, que por favor no hiciéramos ningún tipo de ruido».
«Empezamos a escuchar tiros dentro del kibutz y me di cuenta de que podía llegar a ser el fin. Empecé a mandar mensajes, a tratar de poder mirar a los ojos a mi familia, aunque sea por última vez, y tratar de darles un abrazo», expresó Guido.
Además, afirmó: «A mi padre se le ocurre buscar un cuchillo fuera del refugio porque estábamos sin nada, y vio por la ventana a dos terroristas con las bandanas verdes del grupo terrorista Hamás. Y las mismas voces que escuchábamos en árabe, los mismos tiros que escuchábamos afuera, al lado de nuestra casa, lo escuchábamos adentro. Ellos estaban en la casa».
«Nos decían en hebreo ‘Ahutza, ahutza’ (‘Afuera, afuera’), ‘Anajnu mishtara’ (‘Somos policías’), pero con acento árabe. Varias veces intentaron entrar al refugio, tiraron en la puerta, dispararon. A medida que no podían entrar dejaban de intentarlo y destrozaban la casa. Quemaron, tiraron granadas. Estuvieron en nuestra casa una hora, que para mí fue una eternidad», avanzó en su relato Kohan.
Para finalizar, dijo: «Mi mensaje para el mundo es que no se queden callados, que el quedarse callado es ser cómplice. Alcen su voz, cuenten al mundo, muestren las imágenes, vean los horrores que los nazis de los terroristas de Hamás-Isis cometieron.
Fuente Vis a Vis