Dice que le costó «entre tres y cuatro meses» acostumbrarse a su condición de campeón olímpico, a la sensación de agobio de que lo reconocieran por la calle o por tener que acudir a decenas de eventos a los que antes no lo invitaban. Superada esa fase, Alberto Ginés (Cáceres, 2002) ha conseguido que su vida actual se asemeje lo más posible a la que tenía antes de poner patas arriba el Centro de Deportes Urbanos de Aomi, en Tokio. Allí obró un milagro el 6 de agosto de 2021. Con solo 18 años, y de forma totalmente inesperada, se convirtió en el primer oro masculino de la escalada en unos Juegos. Puso de moda un deporte hasta entonces desconocido en España y su vida dio un vuelco. Pasó de tener 40 seguidores en las redes sociales a más de 200.000, de los cuales muchos se apuntaron a los numerosos rocódromos que fueron proliferando en las grandes ciudades. Dos años y medio después, el extremeño atiende a ABC para hablar sobre las consecuencias de aquella gesta y, también, sobre su preparación y expectativas para los Juegos de París 2024.
Cuenta Ginés que peor que acostumbrarse a esa recién adquirida vida social fue no saber hacia dónde tirar en su deporte. El oro colmaba sus sueños y metas, y de repente sintió el vacío delante. Conoció la presión. «Ahora te diría que la medalla no me cambió en nada. Sigo siendo el mismo. Lo único que quizás puedo vivir más tranquilamente de mi deporte. Eso sí que es verdad. Y que tengo un poco más de reconocimiento. Pero lo más difícil fue asimilar la presión y, entre comillas, normalizar y aprender a competir con ella. Era muy duro estar pensando todo el día en expectativas. ¿Qué hago ahora? ¿Qué espera la gente de mí?». Fue entonces cuando decidió desconectar de su deporte: «Hice una pausa porque sentía que las cosas iban mal. Nadie quiere dejarlo cuando te va bien. Hay que saber superarse y ser capaz de salir de ahí».
Como tantos otros deportistas, el trabajo con un psicólogo -en su caso, Pep Font-, ayudó al escalador a capear esos pensamientos oscuros y a centrarse de nuevo en los entrenamientos. A empezar de nuevo. Lo ayudó una frase en latín que ahora lleva tatuada en la piel: ‘Sic parvis magna’ (La grandeza nace de pequeños comienzos). «Al final tienes que convivir con los malos momentos. No los puedes obviar. Es casi peor negar que las cosas pueden salir mal. Asumir que son parte de la competición. Puedes cagarla un día y que el siguiente sea el mejor que has tenido nunca. El psicólogo es fundamental porque te da herramientas. Pero, por desgracia, no es una medicina que te dan y ya estás curado de todo lo que te pueda pasar. No es mágico. Tienes que trabajar mucho cada día».
Pese a su juventud, 21 años, admite que hoy lleva bastante mejor ese aspecto. «Hay veces que tengo altibajos, pero en general diría que sí, que estoy funcionando mejor con la presión. En verano me fue fatal y ahora, a final de temporada, me ha ido muy bien».
Ginés aún tiene que clasificarse para París. No logró plaza en el Mundial de agosto ni tampoco en la clasificatoria europea de octubre. Tendrá que jugárselo en las Olympic Qualifier Series de 2024, que se disputarán en Shanghái (mayo) y Budapest (junio). Al contrario que en Tokio, en 2024 se repartirán en los Juegos dos medallas de oro, una en velocidad y otra en la nueva combinada (dificultad y bloques). Él opta a una plaza en esta última, la más incierta. «En general toda la temporada ha sido muy irregular. Hacía un resultado muy bueno y luego cuatro muy malos. Al final he conseguido recuperar sensaciones y volver a estar en mi mejor forma. Ese es el camino para que todo vaya muy bien el año que viene».
En todo caso, el deportista asegura que el Alberto Ginés de 2024 será mucho mejor que el que se vio en 2021. «Desde luego, sin duda. También tenía 18 años… Si no cambio nada en tres años es que algo estoy haciendo mal. He crecido como persona y he pasado por muchas cosas que me han hecho madurar y evolucionar».
Mientras llega el momento de centrarse en los Juegos, Ginés se muestra orgulloso por lo ya conseguido. Nada más ganar el oro en Tokio demandó a las autoridades más medios e instalaciones para su deporte. Su reclamación no cayó en saco roto, y hace unos meses pudo estrenar el nuevo rocódromo del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat. Al menos la primera fase. Para él, acostumbrado a viajar de pequeño desde Cáceres a Francia cada semana en busca de una instalación en condiciones, es su mayor triunfo. También su localidad natal dispondrá de un rocódromo homologado a finales del próximo año gracias a una subvención de un millón de euros concedida por el Gobierno central.
Ginés escucha rap, ve películas de anime y lee manga. También estudia fisioterapia, pasa más horas de las debidas delante de la PlayStation y permanece activo en las redes sociales, donde sus comentarios sobre temas no relacionados con el deporte han causado más de una polémica. «Es algo personal. Somos deportistas, pero no tenemos que dejar de dar nuestra opinión o nuestras ideas. Tampoco tenemos que convertirnos en líderes de opinión ni que nuestros comentarios sean tomados en cuenta ni como ejemplo por la gente. Simplemente comparto las cosas que creo y habrá otros que decidan no compartir nada, y estarán en su derecho».
«Al final somos personas normales», dice para acabar la charla, obviando el hecho de que hace cosas extraordinarias. «Todo el mundo puede hacerlas», se reafirma en la despedida, pensando ya en lo que significaría un segundo pelotazo olímpico.
Fuente ABC