Recientes investigaciones del Instituto Middlebury de Estudios Internacionales de California han revelado que China está construyendo un prototipo de reactor nuclear terrestre destinado a un gran buque de guerra, lo que marca un avance significativo hacia la producción de su primer portaaviones de propulsión nuclear. Este descubrimiento, basado en un análisis de imágenes satelitales y documentos del Gobierno chino, destaca las ambiciones de Pekín por convertirse en una potencia naval de primer nivel.
La Armada del Ejército Popular de Liberación se ha convertido en la más grande del mundo, con más de 370 barcos y submarinos. Sin embargo, la modernización y expansión de su flota no se detiene allí. La implementación de portaaviones de propulsión nuclear sería un hito crucial para que China pueda desafiar la supremacía naval de Estados Unidos, que actualmente cuenta con once portaaviones de este tipo, capaces de proyectar poder en cualquier parte del mundo.
Tong Zhao, miembro senior del Carnegie Endowment for International Peace, afirmó que “los portaaviones de propulsión nuclear colocarían a China en las filas exclusivas de las potencias navales de primera clase”, un grupo que actualmente incluye solo a Estados Unidos y Francia. Este avance no solo tiene implicaciones militares, sino que también alimenta el nacionalismo y el prestigio en el ámbito interno de China.
El reactor en cuestión, que se encuentra en una nueva instalación conocida como Base 909, está diseñado para estar en pleno funcionamiento en un futuro cercano. Este sitio alberga otros seis reactores que están en diversas etapas de operación y construcción, y está bajo el control del Instituto de Energía Nuclear de China, una subsidiaria de la Corporación Nuclear Nacional de China.
La búsqueda de China por el control de los mares es fundamental para su aspiración de convertirse en una potencia militar global. Sin el dominio marítimo, sus ambiciones de proyectar poder y asegurar sus intereses estratégicos en diversas regiones del mundo se verían seriamente limitadas. En este contexto, es crucial prestar atención a los puertos que China está construyendo en diferentes partes del planeta, como parte de su iniciativa de la Franja y la Ruta, así como a los proyectos en curso que buscan expandir su influencia naval.
A medida que China continúa desarrollando su capacidad naval, el equilibrio de poder en los océanos del mundo podría verse alterado. La comunidad internacional debe estar atenta a estos movimientos, ya que el fortalecimiento de la Armada china no solo impacta en la región Asia-Pacífico, sino que también tiene repercusiones globales en la seguridad y la estabilidad internacional.
En conclusión, el avance hacia la construcción de portaaviones de propulsión nuclear es un indicativo claro de las intenciones de China de consolidarse como una potencia naval y militar de primer orden. La capacidad de controlar los mares es esencial para sus objetivos estratégicos, y el mundo debe observar de cerca cómo se desarrollan estos planes en el futuro.