Por María Zuppello
En octubre pasado se reveló la identidad y la foto del líder de Hezbolá en Latinoamérica. Según el informe difundido por la ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, se trata del libanés Hussein Ahmad Karaki, actualmente residente en el Líbano.
En la década de 1990, como jefe de la Organización de Seguridad Exterior (ESO), del grupo terrorista libanés proxy de Irán, Karaki fue la mente logística de los atentados en Buenos Aires, Argentina, contra la embajada israelí en 1992 y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994. 114 personas murieron en los atentados y cientos resultaron heridas.
“La amenaza de la red AMIA, vinculada a Hezbolá y a la injerencia iraní en Latinoamérica, sigue siendo un peligro latente para Argentina y la región”, explica a Diálogo el experto en seguridad argentino Danilo Gelman. Según él, “este peligro persiste debido a varios factores: la impunidad en el caso del atentado a la AMIA, la consolidación de las redes de Hezbolá en zonas estratégicas como la Triple Frontera, y su capacidad de financiarse mediante actividades ilícitas”.
Karaki fue señalado en el informe argentino también como el cerebro detrás de los atentados contra objetivos israelíes en Brasil frustrados en noviembre de 2023 por la Policía Federal del gigante sudamericano, durante la llamada Operación Trapiche.
“El caso Karaki nos enseña que Latinoamérica sigue siendo un objetivo estratégico para Hezbolá. El responsable de implementar aspectos importantes del atentado a la AMIA en 1994 continúa activo 30 años después y, con su ascenso en la nomenclatura de Hezbolá, ha asumido un rol de mayor responsabilidad en las operaciones en Latinoamérica”, dice a Diálogo Emanuele Ottolenghi, experto en terrorismo y seguridad nacional.
La ministra Bullrich alertó sobre la vinculación de Karaki también con atentados frustrados en Colombia, Perú y Bolivia. “En Colombia, en junio de 2021, las autoridades colombianas neutralizaron un posible intento de asesinato planeado por el régimen iraní en Bogotá para matar a dos empresarios israelíes”, dijo Bullrich.
El plan formaba parte de una operación más amplia que también tenía como objetivo a ciudadanos estadounidenses para vengar la neutralización del comandante iraní de la Fuerza Quds, Qasem Soleimani, en enero de 2020. En el plan participaba un operativo iraní, Rahmat Asadi, que había reclutado a dos colombianos como sicarios. Bullrich también habló de otro intento de asesinato frustrado, siempre en Colombia, contra un exdiplomático israelí, que iba a ser llevado a cabo por miembros del crimen organizado local reclutados por un libanés bajo las órdenes de Hezbolá e Irán. También en Perú, en marzo de 2024, fue detenido un iraní llamado Azizi, que había reclutado a exconvictos para una emboscada contra un empresario israelí.
“El uso de gente del hampa local es nuevo, Irán empezó a hacerlo hace unos años, mientras que para Hezbolá es reciente. Quizá tenga más dificultades para mover a sus agentes, o quizá sea una elección estratégica para intentar cubrir sus huellas”, afirma Ottolenghi.
El interés de Hezbolá en Bolivia
Según la ministra argentina Bullrich, Karaki fue también el cerebro de un atentado frustrado en Bolivia en 2017, cuando se descubrieron 2,5 toneladas de nitrato de amonio en un almacén de la capital, La Paz. “Se evitó que volaran un edificio con una autobomba de la misma escala que el atentado a la AMIA. Les aseguro que Hezbolá iba a volar un edificio completo”, dijo Bullrich.
Karaki pudo moverse ágilmente por Latinoamérica gracias a identidades falsas. Para los atentados de Argentina utilizó un pasaporte colombiano a nombre de Alberto León Nain y en 2004 un documento venezolano a nombre de David Assi.
“Sin embargo, Bolivia sigue siendo un poco un agujero negro para los investigadores porque falta información en fuentes abiertas”, dice Ottolenghi. Según el experto, “gracias a la fuerte relación bilateral que existe entre Teherán y La Paz, es probable que Hezbolá no necesite desarrollar una sólida presencia local, sino que siga involucrado en el tráfico ilícito con Bolivia, especialmente de drogas, dado el importante papel que el país desempeña en la cadena de suministro de cocaína”.
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Bolivia es el tercer productor de coca del planeta. Por eso es también un imán para Hezbolá, que utiliza el tráfico de drogas para financiar sus actividades terroristas. Así lo demuestran los casos de dos importantes narcotraficantes libaneses vinculados al grupo terrorista, Ali Issa Chamas y Khaled Khalil Majzoub. Según la acusación del fiscal adjunto antidrogas del Paraguay, Marcos Alcaraz, Ali Issa Chamas, que había creado una red internacional de narcotráfico entre los Estados Unidos, Colombia y Paraguay, “realizó los contactos para la adquisición de cocaína que provenían de distintos lugares, entre ellos Bolivia”. Chamas también tiene nacionalidad paraguaya y actualmente está preso en Paraguay tras haber estado en los Estados Unidos.

Según el Almanaque Mundial del Islamismo del Consejo Americano de Política Exterior, el comerciante venezolano de ascendencia libanesa Khaled Khalil Majzoub, que también tiene nacionalidad canadiense, fue acusado de narcotráfico en Bolivia en 2017. Según el portal venezolano El Político, Majzoub es un reconocido fundamentalista islámico y director de comunicaciones de la mezquita Sheikh Ibrahim Bin Abdul Aziz Al Ibrahim de Caracas. Junto con su hermano, es considerado uno de los vínculos más importantes del régimen con células fundamentalistas islámicas, señalados incluso de atrincherar presuntos terroristas en la isla de Margarita. Según el Almanaque Mundial del Islamismo, Majzoub también estuvo implicado en el caso de los parientes del venezolano Nicolás Maduro y de Cilia Flores, detenidos en 2015 en Haití cuando intentaban transportar 800 kilogramos de cocaína a los Estados Unidos. El avión estaba registrado a nombre de una empresa de Majzoub, Inversiones Sabenpe C.A.
La presencia de Hezbolá en Bolivia para el tráfico de cocaína puede aumentar. Irán firmó un acuerdo de seguridad con el país latinoamericano el 20 de julio de 2023 para luchar contra el narcotráfico y proteger sus fronteras con sus drones. El riesgo es que Teherán utilice el acuerdo para facilitar o encubrir las operaciones de narcotráfico en Bolivia del grupo libanés.
La red de la AMIA y el narcotráfico
Según la ministra argentina Bullrich, Karaki también mantiene relaciones de larga data con grupos criminales de Latinoamérica, como el Primer Comando de la Capital (PCC) brasileño.
“Los estrechos contactos con el mundo criminal facilitan probablemente el aspecto logístico de la preparación de atentados para acceder a lo que se necesita: pisos francos, almacenes, productos comerciales de doble uso, armas, documentos falsos”, afirma Ottolenghi.
Otro terrorista implicado en los atentados de Buenos Aires también tenía vínculos con el narcotráfico. Se trata de Farouk Abdul Hay Omairi, detenido en Brasil en 2007 por tráfico de drogas. Libanés residente en Foz de Iguazú, en el lado brasileño de la Triple Frontera, Omairi participó en la logística de los dos atentados de 1992 y 1994. Por ello, un juez argentino emitió una orden de detención internacional contra él y otros tres terroristas de la AMIA en junio de 2023. El Departamento del Tesoro de los EE. UU. sancionó a Omairi en 2006 porque “es un miembro principal de la comunidad de Hezbolá en la Triple Frontera y se desempeñó como coordinador de los miembros de Hezbolá en la región”, reza el texto.
“Hezbolá ha demostrado su capacidad para adaptarse, establecer redes logísticas y financieras sólidas en la región y operar con relativa libertad, aprovechando debilidades estructurales como la corrupción, la falta de control fronterizo y las economías informales. Además, la Triple Frontera sigue siendo un centro neurálgico para actividades ilícitas que financian el terrorismo, lo que aumenta el riesgo de nuevas acciones en la región”, explica Gelman.
La red de Hezbolá sigue siendo una amenaza en Latinoamérica por dos razones. “En primer lugar, porque sigue gestionando, también como intermediaria, importantes tráficos ilícitos, esenciales para la financiación de sus operaciones terroristas. También porque la región sigue siendo un lugar propicio para los atentados terroristas. Faltan instrumentos jurídicos para perseguir a Hezbolá, que, con la excepción de cinco países latinoamericanos, no es considerado una organización terrorista”, afirma Ottolenghi.
El riesgo para el futuro
Según el sitio de noticias Infobae, en Brasil siguen activas las empresas de otro miembro de Hezbolá que figura en la lista de las autoridades argentinas sobre la AMIA, Salman Raouf Salman. Otro miembro de la lista es Hussein Mounir Mouzannar, que desde el estado brasileño de Santa Catarina se ha trasladado ahora cerca de la Triple Frontera, a Minga Guazú en Paraguay.
En San Pablo vive Hussein Ali Gharib, también implicado en los atentados en Argentina, según un informe de la agencia de inteligencia de Israel, el Mossad, publicado por Infobae. Gharib fue detenido el 19 de julio de 1993 en el aeropuerto de Beirut por llevar USD 120 000 falsos antes de embarcar en su vuelo a Brasil. Junto a él, también fue detenido otro miembro de Hezbolá, Ghaleb Hassan Hamdar, cuyo hijo, Mohammad Ghaleb Hamdar, fue preso en Perú en 2014, acusado de planear un atentado terrorista para Hezbolá en el país andino, y absuelto en 2023.
Según Infobae, en San Pablo vive inclusive Hassan Suleiman Abu-Abbas, también llamado Hassan Mohamad Sleiman. El informe del Mossad lo describe como “miembro de la Célula Logística de 1992” que también “participó en el secuestro de occidentales en el Líbano en la década de 1980”. Su hermano, Hussein Suleiman Abu-Abbas, es uno de los principales protagonistas del atentado de 1992, ya que fue él quien transportó los explosivos que habrían servido como detonadores de la carga explosiva.
“La red de la AMIA representa una amenaza persistente, no solo por el potencial de futuros actos terroristas, sino también por su capacidad de socavar la seguridad y la soberanía de los Estados mediante sus operaciones transnacionales”, dice Gelman.
Según los expertos enfrentar la amenaza de Hezbolá en Latinoamérica requiere una estrategia integral que combine cooperación internacional, fortalecimiento de las instituciones judiciales y medidas efectivas para desmantelar las redes financieras y logísticas del grupo terrorista.
Fuente Dialogo-Americas