LA HABANA, Cuba. — En el libro de sus memorias que escribió hace varios años, la única hembra de los ocho hijos del fallecido Máximo Líder narra su vida, pero también se refiere a la crítica situación en Cuba con las carencias materiales y la falta de libertad.
Sobre Alina Fernández tengo testimonios de primera mano de personas que fueron amigos suyos en su juventud, y sobre todo, de su madre, Naty Revuelta, que fue amiga mía.
A Naty Revuelta, la conocí a principios de los años 90, cuando trabajaba en la librería El Ateneo, de Línea entre 12 y 14, en El Vedado. Su interés por los libros hizo que entabláramos una relación de amistad.
En una conversación, en una de mis visitas a su casa, sentados en la terraza, me dijo: “De esa casa que usted ve allí enfrente, partió mi hija para el exterior, disfrazada, porque su padre no le permitía salir de Cuba”.
Me refirió que cuando se fue Alina en 1993, como no pudo llevarse a su hija, la niña pasó a su cuidado. Unos años después, cuando al fin le permitieron ir a reunirse con su madre, le dejó su perrita a su abuela.
Naty me mostró además una gran cantidad de libros en cajas y algunos en el piso, dentro de su despacho, y me explicó: “Esta es parte de la biblioteca de mi hija, que tengo ahora que reordenar con la mía”.
Un día me enseñó una revista extranjera donde aparecía una entrevista que había concedido a un periodista español, donde confirmaba que Alina era hija de Fidel Castro. Me dijo entonces: “Aunque hasta hoy es algo muy divulgado, por acuerdo entre ambos, ninguno de los dos reafirmaba esta verdad, pero yo quiero antes de morirme dejar bien claro este asunto”.
Contaba Naty que el día de la boda Alina, para la cual tuvieron que dar su consentimiento Fidel y Naty por ser ella menor de edad, Fidel se apareció a la fiesta con una caja de 24 refrescos cubanos de la marca Son. Como cada botella costaba cinco centavos, el regalo de boda del Máximo Líder a su hija le costó un peso y 20 centavos.
Una compañera de estudios cuenta que mientras Alina se hallaba estudiando en el Instituto Preuniversitario en el Campo “Leoncio Prado” mantenía buenas relaciones con las demás alumnas y no le gustaba que la señalaran como “la hija de Fidel”.
El periodista independiente Juan González Febles, quien fue compañero de estudios de Alina en el Pre Universitario de El Vedado, cuenta que en la vivienda de ella se reunían sus amigos a escuchar discos de Los Beatles y otros grupos de rock ingleses y norteamericanos, en la época en que esa música, que no gustaba para nada a Fidel Castro, estaba prohibida en Cuba y calificada de “diversionismo ideológico”.
Todos los que conocieron a Alina en su juventud coinciden en que era de carácter rebelde y que quiso llevar una vida muy diferente a la planificada por su padre. Para disgusto de Fidel, Alina fue modelo en La Maison y trabajó como directora de relaciones públicas en una empresa de modelaje.
Alina se enteró a la edad de 10 años que su padre era Fidel, y no el doctor Fernández, el esposo de Natalia Revuelta, que la reconoció como hija y hasta que se fue de Cuba le prodigó la misma atención que a su hermana, que sí era hija suya.
El corresponsal español Santiago Aroca, en su libro: Fidel Castro, el final del camino, refiere que Alina le confesó que de niña, cuando Fidel la llevaba de paseo, esperaba ir a un parque de diversiones o a la playa, pero en vez de eso, la llevaba a ver trabajos emprendidos por el gobierno y le decía: “Mira, hija, están son las obras de tu padre”.
Alina se divorció de su esposo militar porque, según ha confesado en entrevistas, Fidel Castro, obsesionado por tener un mártir en la familia, quiso enviarlo al frente de combate en Angola. Esta situación llevó a que ambos decidieran separarse pues no estaban dispuestos a tal sacrificio.
Hace unos años, el enfrentamiento con su tía Juanita Castro por las opiniones de Alina en sus memorias sobre la familia Castro, fue un hecho notorio. Aunque jamás Naty afirmó ni desmintió las revelaciones de su hija, todo apunta a la incomprensión entre ambas familias.
Poco tiempo antes de morir su madre, a los 88 años, el 27 de febrero de 2015, a Alina le permitieron viajar a Cuba para atenderla y prodigarle los cuidados necesarios luego del derrame cerebral que Naty sufrió.
En la actualidad, Alina, que vivió un tiempo en España, tiene un programa radial en una emisora de Miami.
Fuente Cubanet.org