Llega apurado a la sala de prensa de la Ciudad Deportiva del Rayo, intranquilo por hacer esperar a este periódico quince minutos más sobre la hora prevista. Tenía una buena razón: solucionar un tema privado con un jugador de su plantilla. Así es Francisco Rodríguez (Almería, 27 de septiembre de 1978), un tipo directo e íntegro, y un entrenador que corta de raíz cualquier conato de incendio en su vestuario. Vive en el barrio de Salamanca, como Ancelotti, al que hoy se mide en el Bernabéu (21.00 horas, DAZN): «Me gusta conocer las ciudades donde trabajo».
-¿Cómo es el barrio del Zapillo?
-Un barrio humilde, de gente trabajadora, de pescadores. Un barrio muy familiar en el que me crié muy feliz, junto a mis tres hermanos y mis padres, y sigo frecuentando cada vez que voy a Almería porque ese es el ambiente en que me gusta estar.
-¿A qué se dedicaban sus padres?
-Mi padre fue carpintero metálico y mi madre ama de casa. Crecimos en un ambiente de respeto y generosidad, de estar muy encima el uno del otro, de apoyarnos, de estar pendiente de la situación personal de cada uno, unidos y felices. Valores muy diferentes a los que predominan hoy.
-¿Vienen generaciones egoístas?
-Sí, por supuesto. Pero de todas todas. Yo lo noto incluso en los jugadores jóvenes, y eso que los futbolistas siempre hemos sido egoístas. La juventud mira hoy más por uno mismo que por su grupo de amigos, sus compañeros de trabajo o por sus compañero de equipo. Así se está criando hoy la juventud y espero que haya un cambio pronto. Hemos perdido valores que debemos recuperar, pero no sé cómo va a suceder. Ya no se respeta casi nada. Ni a los mayores, ni a los profesores, ni a los monitores, ni a los médicos, ni incluso a los entrenadores.
-¿Era buen estudiante?
-A los 14 años me fui a Barcelona, a la cantera del Espanyol, con eso se lo digo todo. A mí lo que me gustaba era el fútbol. Los profesores me decían que cuando me ponía era inteligente, pero me costaba y no me gustaba. Hoy en día me arrepiento porque no tengo el nivel de inglés suficiente que debería tener, pero también es verdad que era responsable. No me gustaban los estudios, pero era responsable. Son compatibles.
-¿Dónde aprendió a jugar al fútbol?
-En la calle, algo que también se ha perdido. Dos piedras como porterías y zapatillas rotas. Eso ya no existe.
-¿Quién fue su ídolo?
-Butragueño. Me pilló en mi adolescencia y mi padre me llevaba a ver la Quinta del Buitre a Madrid. Me encantaba Emilio, cómo persona y jugador.
-Me han dicho que lee bastante…
-Va por épocas. Sobre todo, leo mucho cuando he tenido la mala suerte de estar en el paro, pero cuando estoy trabajando me cuesta más. Leo novelas y libros de psicología, pero ya lo que hago es trabajar con un coach.
-¿Para el equipo o para usted?
-Para mí. No solo los futbolistas, los entrenadores también necesitamos la ayuda de un coach. Hay que saber llegar, hay que saber transmitir tu mensaje, hay que saber dar la información y cuándo darla… Todo esto con ayuda se hace mucho mejor.
-Usted era delantero. ¿Recuerda cuántos goles metió?
-No, no es algo que le dé importancia. Solo sé que en el fútbol profesional soy el máximo goleador de la historia del Almería.
-Pues ha marcado en el Vicente Calderón y en el Santiago Bernabéu.
-Sí, le hice uno a Casillas con el Albacete (temporada 2004-05), pero luego nos metieron seis. Y el tanto contra el Atlético fue uno de los mejores de aquella temporada. Alguna vez se lo pongo a mis jugadores.
-¿Usted es mejor entrenador que futbolista?
-Sí. Me gusta más ser entrenador que futbolista y creo que soy mejor entrenador que futbolista. Me apasiona preparar partidos, conocer rivales, formarme continuamente, conocer otros entrenadores… Como futbolista profesional me costó un poco más tener esta dedicación que tengo ahora. Cuando era joven me sacrifiqué muchísimo, pero cuando llegué a jugar en Segunda y Primera no fui todo lo profesional que debí ser. Te hablo de temas relacionados con la alimentación y el descanso. Con 30 años ya estaba retirado.
NUEVAS GENERACIONES
«Son egoístas. La juventud mira hoy por uno mismo antes que por su amigo o por su compañero»
Francisco
Entrenador del Rayo
-Detálleme…
-Si me tenía que comer un dulce o tomar Coca-Cola lo hacía, no era consciente del daño que me hacía, ni tenía a mi lado nadie que me lo dijera. Hoy eso ha cambiado, afortunadamente.
-Lo deja en el año 2008, en el Almería, con Unai de entrenador.
-Aquella temporada con el Albacete en Primera, que solo tenía 26 años, ya dejé de ser feliz como futbolista. Se me inflamaban los tendones de Aquiles y se me necrosaron. Perdí velocidad y todos mis compañeros me sobrepasaban. Y con Unai se me abrió el gusanillo de hacerme entrenador. Así que gracias a él lo soy, pero es curioso porque fue el propio Unai quién me sacó del Almería. No contaba conmigo y tuvimos nuestras diferencias, pero me hizo darme cuenta de que el equivocado era yo. Siempre le estaré agradecido.
-Tres años en el filial del Almería y con solo 34, a entrenar en Primera ¿No tuvo vértigo?
-Nunca, todo lo contrario. Me veía súper capacitado tras tres años de experiencia en Segunda B. Lo malo vino tras el despido en la segunda temporada, con 36 años. Estuve dos años sin trabajar. Fue la época más dura.
-¿Qué se le pasó por la cabeza?
-Me comí mucho el tarro, pero mis amigos y mi familia me insistían en que la oportunidad llegaría. Claro, 18 meses entrenando en Primera y, de repente, la soledad absoluta. Nadie se acuerda de ti. Yo pensaba que estaba preparado, nunca bajé los brazos, pero nadie me daba la confianza. Txema Indias, entonces director deportivo del Leganés, me dijo que un día me sonaría el teléfono. Y así fue. Me llamó el UCAM Murcia, que era colista en Segunda, y ahí empecé de cero.
-¿En qué entrenadores se fija?
-Marcelino, Simeone, Klopp… todos los que tienen la filosofía que yo pongo en práctica en nuestro 4-2-3-1. Queremos equipos valientes, agresivos, que presionen en campo contrario y sean muy verticales. Luego, según los jugadores que tengamos, le damos matices.
-No es entrenador de posesión.
-Ningún equipo de media tabla hacia abajo gana partidos teniendo la posesión.
-¿Heredar el Rayo de Iraola era valentía u osadía?
-Era un reto. Yo llevaba tres años siguiéndolo y ya nos habíamos reunido en alguna ocasión. Cuando hacía una análisis de donde podía trabajar siempre ponía al Rayo el primero de la lista. Es un club y un equipo perfecto para nosotros y lo hemos cogido tras tres años fantásticos de Iraola. Ahora, el objetivo es darle continuidad.
-Hoy juega contra Ancelotti, que entre sus muchas virtudes, tiene la de ser un gran gestor, algo que para usted es fundamental.
-A nivel táctico, casi todos los entrenadores estamos muy preparados y tenemos mucha ayuda en el cuerpo técnico, pero gestionar es lo más complicado. Como en cualquier empresa, en un equipo de fútbol se piden resultados y hay mucha gente de diferente cultura, edades… Gestionar todo esto no es sencillo.
-¿Permanencia o Europa?
-Permanencia. Hay equipos que se pusieron metas muy altas y mire dónde están ahora. El Rayo es inteligente y humilde, y sabe dónde está. Nos encantaría, en este que es el año del centenario, estar lo más arriba posible, pero para eso el objetivo es conseguir la permanencia lo antes posible. Luego ya veremos.
-¿Usted le tocaría la cara a Vinicius como hizo Xavi en el clásico?
-Yo preparo el partido pensando en lo deportivo de Vinicius, nada más. Sería incapaz de decirle nada en lo personal. Nunca entro en ese terreno. Si yo le tocara la cara a Vinicius es porque le conocería bien. Vamos, que no lo haría.
-¿Qué piensa de Bellingham?
-No solo al Madrid, a nuestra liga nos ha venido fenomenal su llegada. Necesitamos jugadores así para recuperar lo que fuimos. Analizando esta semana las cámaras tácticas, hemos visto que hace muchísimas cosas bien, no solo meter goles. Entiende fenomenalmente el juego, con o sin balón, es inteligente, sabe dónde ubicarse… Lo que ya no me pone tan contento es enfrentarme a él. A ver si le podemos parar.
Fuente ABC