CARACAS.- Tras varios fracasos históricos de la alternativa democrática, la líder opositora María Corina Machado (56 años) ha emergido como la gran amenaza para la todopoderosa revolución chavista, a punto de cumplir 25 años atornillada en el poder. Un fenómeno político inesperado que ha hecho añicos el proceso de “normalización” y “blanqueamiento” desplegado por la propaganda bolivariana y sus aliados internacionales.
El respaldo ciudadano alcanzado en las primarias opositoras, 92% de los 2,5 millones de votos de un histórico hito ciudadano, ha dado más brío al “huracán María Corina”, originado en el interior más destruido de Venezuela y que ha continuado en los barrios más populares de la capital. Machado es hoy la esperanza para una sociedad que de nuevo cree en el futuro.
En busca de construir una gran alianza nacional, la dirigente ha ampliado su espectro ideológico, hoy más moderado y más liberal, para hacer olvidar los antiguos señalamientos de ser una opositora radical. Lo deja claro a lo largo de su conversación con LA NACION, en la que apuesta por una casa común en la que quepan todos, incluidos los chavistas desilusionados, sin ceder un ápice en sus críticas contra la tiranía. Es el nuevo despertar, como ella misma lo ha bautizado.
-Las negociaciones entre el gobierno y la oposición parecen pender de un hilo. Y ahora un falso opositor, Luis Ratti, asegura haber tomado a la fuerza su partido, Vente Venezuela, y dice que incluso decidió expulsarla con el apoyo de 500 desconocidos.
-El país está claro: están atacándome por todos lados. Están desatados. Pero cada uno de estos ataques se les revierte. Fíjate lo que pasó con la írrita inhabilitación: lograron que más gente saliera a votar en las primarias y que más gente votara por mí. Los venezolanos les dieron en su cara. Estos personajes de poca monta (en referencia a Ratti) no representan a nadie, son actores que siguen instrucciones de la tiranía pero con cero efectividad. Obviamente estas cosas tienen consecuencias nefastas en lo personal. Hoy tengo tres personas de mi equipo cercanísimo, Henry Alviarez (coordinador de Vente Venezuela), Claudia Macero (jefa de Comunicación) y Pedro Urruchurtu (coordinador de Relaciones Internacionales) con sus familias destrozadas por las órdenes (de detención) que Maduro ha dado contra ellos, lo mismo que la familia de Roberto Abdul. Gente honesta, trabajadora, honorable, amantes de Venezuela. Pero en términos de lo que piensa el país son errores, que demuestran las contradicciones del régimen.
-Abdul lleva varios días incomunicado en el Helicoide, juzgado por un tribunal antiterrorista y sin su abogado. ¿Teme por su vida?
-Todos tememos por su vida y por la vida de todos aquellos que no le bajan la cabeza al régimen. ¿Cuál es su delito? Haber participado en unas primarias impecables. Estamos ante una acción extrema, desesperada y un gran error del régimen. El objetivo es incriminar a las ONG y los ciudadanos organizados para la defensa del voto, que sepan que si esto le ha pasado a él puede pasar a cualquiera. Mi llamado urgente a la comunidad internacional es que la liberación de los presos políticos sea la absoluta prioridad en el intercambio con el régimen. Acabo de regresar de recorrer los Andes venezolanos y lo que me he encontrado es la disposición a luchar más fuerte que nunca.
-Hace sólo tres años usted reconoció que los venezolanos no podían solos, incluso se hizo un llamado a una acción internacional. ¿Por qué ahora sí está convencida de que pueden lograrlo?
-Han cambiado muchas cosas, pero lo más importante es lo que se ha despertado en el país, que ha trascendido la dinámica propia de una contienda electoral y ha calado muy hondo, ha adquirido una dimensión existencial y espiritual para los venezolanos. Es algo que no había ocurrido antes. No obstante, sigo creyendo que los venezolanos necesitamos el apoyo de las democracias liberales del mundo. Lo que estamos enfrentando en Venezuela es un proyecto que trasciende nuestras fronteras. Esto no es una dictadura convencional, la habríamos derrotado hace tiempo. Es un sistema complejo, adaptativo, heterárquico, con vínculos con fuerzas transcontinentales muy poderosas como Rusia, Irán, Cuba, Hezbollah, Hamas, la guerrilla colombiana y el narcotráfico. Pero además es un sistema capaz de someter intencionadamente a una sociedad al hambre y a una generación a la ignorancia. Cuando tienes un régimen capaz de separar a las familias de forma intencionada te das cuenta de que su maldad no tiene límites.
-El nuevo presidente argentino, Javier Milei, no olvidó los desmanes del chavismo en su primer discurso. ¿Qué impacto puede tener una potencial alianza liberal en la región que apoye la transición democrática en Venezuela?
-Es muy importante, todos conocemos el significado político y económico de Argentina en la región. Esto (la asunción de Milei) va a dinamizar un nuevo movimiento de respaldo a la transición democrática en Venezuela. Incluso los gobiernos amigos habían perdido la fe en nosotros y la han recuperado. El empuje y la energía con las que viene Milei van a tener un enorme impacto en el hemisferio, desde la OEA hasta otros espacios en los que al día de hoy se debate la lucha por los derechos humanos y la libertad en Venezuela.
-¿Ha hablado con él?
-Todavía no, pero sí he hablado con gente de su gabinete. Después del triunfo no lo he hecho con él, pero antes sí.
-¿Se siente respaldada por Washington pese a las negociaciones y a los intereses evidentes de Estados Unidos, sobre todo en materia migratoria?
-Afortunadamente, incluso en el contexto de una campaña electoral intensa que ya comenzó en Estados Unidos, el caso venezolano es un caso arropado y apoyado por los dos partidos. Quiero profundizar este apoyo porque es un tema de Estado: seguridad energética, seguridad hemisférica, un aliado como Maduro de Putin, de Irán, de la guerrilla y del narcotráfico se trata de un tema bipartidista. Agradezco enormemente las declaraciones del gobierno y del Congreso donde de manera inequívoca se ha apoyado el proceso de las primarias y sus resultados.
-¿Está la revolución en su momento de mayor debilidad?
-Sí, y con enormes contradicciones a lo interno. Han agotado toda la plata que había en el país, saquearon 23.000 millones de dólares de PDVSA (la estatal Petróleos de Venezuela). Tienen graves problemas de liquidez y, como criminales que son, su voracidad es infinita y por eso crecen las tensiones entre ellos. Además, sus mecanismos de control social se han reducido significativamente, con las bolsas de comida, los bonos, los tickets para las bombonas de gas, que han ido perdiendo efectividad porque la gente se ha ido rebelando. Una frase de las madres lo transmite todo: ¿Cómo nos van a amenazar con una bolsa de comida si ya nos quitaron a nuestros hijos, que se tuvieron que ir?
-¿Cuándo puso en marcha su actual estrategia?
-Comenzó hace dos años bajo la premisa de cómo volver a inspirar y movilizar al país para que confíe en su propia fuerza. El régimen y Maduro habían logrado transmitir al mundo que todo estaba perdido y que en el mejor de los casos había que esperar hasta 2030. La siguiente fase era cómo renovar un liderazgo en el que la gente confiara y dar coordinación a todos los sectores locales y con legitimidad. Alinear al mundo democrático, y al no democrático, con esta ruta de cambio. Logramos lo primero, movilizar y entusiasmar para crear un movimiento transversal como nunca había visto antes. Esto es transversal, va desde la aldea más rural y humilde hasta el profesor universitario y el empresario pasando por todos los sectores del país dentro y fuera de Venezuela. Logramos derribar las barreras que este sistema nos ha impuesto, que si ricos y pobres, blanco y negros, izquierdas y derechas. Y eso se expresó con una potencia inaudita e impensable el 22 de octubre (primarias). Logramos legitimar el liderazgo y ahora viene una fase en la que debemos lograr que todos los actores entiendan que por su propio bien deben apoyar la transición democrática en Venezuela.
-Y todo ello con una enorme diáspora, más de ocho millones de emigrantes, que ya ha superado a la siria o la ucraniana.
-Aquellos gobiernos que hoy se quejan por la emigración venezolana les doy la noticia: no va a parar mientras Maduro esté en el poder. No hay vuelos de deportación ni barreras que la paren, porque cuando una madre siente que su hijo no tiene futuro, que se va a morir de hambre o que no va tener posibilidades de educarse, va a hacer lo que sea. La única manera de parar la emigración y de que vuelvan los venezolanos es que tengan futuro en su país, lo que significa sacar a Maduro.
-Maduro se guarda algunas cartas bajo la manga, como los recursos energéticos de Venezuela.
-El que piense que Venezuela va a aportar algo significativo ante la crisis energética no entiende nada. Esto es solo posible con una transición democrática, después haremos en Venezuela un hub energético global. Las empresas petroleras del mundo, grandes, pequeñas y medianas, van a encontrar aquí los mejores negocios además de crear bienestar y riqueza para el país. Ese es nuestro gran desafío ahora: hacérselo entender al mundo, incluso a esos gobiernos que son aliados del régimen que a ellos también le interesa una transición. Como también se lo estoy haciendo entender a sectores que forman parte del chavismo pero que no quieren colapsar con el sistema.
-¿Cómo se puede forzar a Maduro a que se atreva a enfrentar su desafío en las urnas, que tiene perdido de antemano? Las encuestas le otorgan hasta 60 puntos de ventaja…
-Paso a paso, ahí vamos. La gente decidió organizarse y no necesita que se lo instruyan. Eso ya está pasando, de abajo hacia arriba, y en cada hogar se constituye un comando para la lucha por la libertad. El régimen está perdido. Hace meses decían que era imposible hacer unas primarias sin el Consejo Nacional Electoral (CNE), que no iban a permitir que compitiera ni que ganara, que era imposible. Y ¿dónde estamos? Somos un país que ha aprendido a enfrentar al régimen y asestarle derrotas monumentales. Y la clave de todo esto es fuerza, cómo construimos fuerza.
-Una mujer, usted, ha conseguido 25 años después del acceso de Chávez al poder reunir el apoyo de las clases medias y el fervor en los barrios populares. Una conexión emocional que ha roto el techo electoral de la oposición. ¿Qué siente al ser la esperanza de tanta gente?
-Lo que está pasando implica una responsabilidad monumental. Recibí un mandato en octubre, pero esto es una lucha de todos, yo no puedo sola. Estamos ante una lucha existencial. Lo que nosotros estamos construyendo empezó en la periferia, de los sectores rurales y más humildes frente a unas élites que han tirado la toalla con Venezuela. De abajo hacia arriba y de dentro para fuera, de lo rural hacia lo urbano, y por eso se ha convertido en la fuerza inédita que es.
-Da la sensación de que Maduro no está nada a gusto con una mujer enfrente, llaman la atención los insultos misóginos contra usted. No parece cómodo…
-¿Cómo van a estar cómodos? Ellos saben que a mí no me pueden controlar, extorsionar o chantajear. No les gusta que sea mujer, que sea liberal y que enfrente con toda mi fuerza el socialismo que trae hambre, pobreza, violencia y corrupción. No están cómodos con que no me puedan encontrar un centavo mal habido en toda mi existencia.
Fuente La Nacion