AREQUIPA, Perú – La fatídica noche del 8 de septiembre de 1934, el barco SS Morro Castle, un crucero propiedad de la naviera Ward Line, se vio envuelto en una tragedia que dejó una profunda cicatriz en la historia de los viajes marítimos.
Con 11.300 toneladas de desplazamiento y 503 pies de eslora, el Morro Castle, en su ruta de Habana a Nueva York, se convirtió en una antorcha flotante que dejó un saldo de 134 vidas perdidas.
El presagio sombrío comenzó con la muerte del capitán del barco, quien falleció de un ataque al corazón durante la fiesta de despedida celebrada para agasajar a los pasajeros en la última noche a bordo.
A pesar de la seguridad aparente del buque, equipado con un sistema de detección de humo y un servicio de extinción de incendios, estos no funcionaron cuando más se necesitaban.
El incendio se desató en la lujosa biblioteca de la cubierta C y se extendió rápidamente, atrapando a pasajeros dormidos en sus camarotes. El primer oficial, que asumió el mando tras la muerte del capitán, tomó decisiones cuestionables que aceleraron la propagación del fuego, convirtiendo al Morro Castle en una trampa mortal.
El viento huracanado y las llamas dificultaron las labores de rescate. Los botes salvavidas, lejos de estar llenos, llevaron solo a unos pocos a salvo. La falta de coordinación y la demora en la transmisión de la señal de auxilio agravaron la situación. Algunos pasajeros optaron por lanzarse al mar, enfrentando las aguas turbulentas en un intento desesperado de sobrevivir.
El remolcador Tampa respondió al llamado de socorro y logró enlazar al Morro Castle para arrastrarlo hacia la costa. Sin embargo, el fuego rompió las estachas del remolque, dejando al barco a la deriva. Los equipos de rescate presenciaron escenas horribles mientras recuperaban a los náufragos, muchos de los cuales quedaron atrapados en los camarotes.
Las especulaciones sobre las causas del incendio fueron variadas. Se mencionó un posible rayo cerca de los depósitos de combustible, pero la hipótesis de un sabotaje tomó fuerza años después. Un investigador apuntó al jefe de los telegrafistas como el causante del desastre, aunque sus motivos permanecen en la penumbra.
El siniestro resultó en 134 víctimas fatales y disímiles familias conmocionadas. El Trío Matamoros de Cuba, a través de un corrido, inmortalizó la tragedia, convirtiéndola en una crónica verídica y conmovedora sobre la noche en que el Morro Castle se convirtió en una hoguera dentro del océano.
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Fuente Cubanet.org