AREQUIPA, Perú – El Mercado de Colón o Plaza del Polvorín, ubicado en La Habana, fue considerado una obra maestra de la arquitectura neoclásica por varios destacados arquitectos como Joaquin Weiss y José M. Bens.
Elogiado por su típica arquería romana y motivos de Palladio, el lugar fue objeto de la mala fortuna, pues inició su proceso de demolición en la década de 1940, para dar paso al Palacio Nacional de Bellas Artes, concebido por autoridades cubanas como una de las instalaciones más hermosas de su tipo en América.
Según trascendió, el 24 de julio de 1947, inspectores del Ministerio de Salubridad generaron alarma al entregar una notificación de desalojo a los 500 comerciantes y 1.500 inquilinos del Mercado de Colón.
La propiedad municipal fue reclamada por el Estado, y a pesar de la falta de acción del alcalde Nicolás Castellanos, la Alcaldía habanera ordenó el traslado de los vecinos al mercado de La Purísima en Luyanó y solicitó al ministro de Agricultura algunos locales para los comerciantes en mercados libres. A pesar de la resistencia de un comité de lucha, perdieron la batalla por sus derechos.
Retrocediendo en el tiempo, los inicios del Mercado de Colón se remontan a la demolición de las antiguas murallas de La Habana en 1863 y la posterior urbanización de la zona, convirtiéndola en un área privilegiada.
La construcción del mercado inició en 1882 y finalizó el 23 de marzo de 1885, abarcando 8083 metros cuadrados. La empresa de Tabernilla y Sobrino pagó más de 109.000 pesos oro para obtener la explotación del inmueble durante 25 años, comprometiéndose a pagar 10.000 pesos anuales a partir del sexto año. Después de ese período, el edificio se convertiría en propiedad del municipio.
La puerta principal del mercado daba a la calle Zulueta y presentaba una cúpula de hierro y cristal. Alrededor del edificio, se encontraban comercios como el café Los Siete Hermanos y el bar-restaurante Los Industriales. En el primer piso, estaban las carnicerías, y en el segundo piso, viviendas.
A pesar de generar unos 50.000 pesos anuales para el municipio, el Mercado de Colón nunca recibió inversión para su reparación, incluso después de los huracanes de 1926 y 1944, que causaron daños considerables al edificio.
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Fuente Cubanet.org