El 17º congreso regional del PP no tuvo mucho suspense. De hecho, la broma más habitual entre los presentes era comentar: «Pues a ver quién gana». No eran ni las cinco de la tarde y ya anunciaba la organización que, como se sabía, sólo había una candidata: Isabel Díaz Ayuso. Tras meses de pelea, consiguió su objetivo de auparse a la cúpula del PP de Madrid. Con una crisis interna gravísima que acabó arrastrando al anterior presidente nacional, Pablo Casado. Ganado el congreso y anunciado su equipo, los dirigentes populares esperaban ahora ver cómo gestionaba Díaz Ayuso la nueva era que ahora iniciaba. Y, deslizaba un veterano dirigente, «a ver cuánto tarda en tocar las narices a los de arriba». Los populares madrileños llevaban mucho tiempo esperando este congreso. Pero con él, llegaba el momento del adiós para otros. Y había quien se sentía dolido tras haber trabajado duro para «levantar un partido que en 2017 estaba en ‘shock’ y completamente hundido, entre másteres y cremas», y que se consiguió reanimar y poner de nuevo en pie. Esos equipos, que fueron borrados, «son los que han dejado un partido callejero, como el que Ayuso quiere», señalaban. Por eso, este relevo deja atrás a una parte del PP, que no ve con buenos ojos que se eviten duplicidades de cargos y se saque a los consejeros de los cargos del partido, porque creen que es algo que persigue «un partido gris, y un gobierno gris, para que solo brille ella». Mensajes «del gallego»
También había quien leía entre líneas los «mensajes que está dejando ‘el gallego’», en referencia al presidente nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, a la nueva presidenta popular madrileña. Por ejemplo, que «él mismo venga mañana al congreso y luego se vaya a otro; le está diciendo que ella ya no tiene todo el foco». Y otro: «El que está presentando a los presidentes regionales es Pedro Rollán, que es una manera de decir que hay recambio». Interpretaciones aparte, el congreso estaba totalmente entregado a Díaz Ayuso: las intervenciones, los aplausos y hasta sus paseos –donde la gente se arremolinaba a su lado para hacerse una foto con ella– no dejaban lugar a dudas sobre su protagonismo absoluto en el PP de la Comunidad de Madrid. Ella estaba, cuando subió al estrado, emocionada hasta la lágrima; su mirada a un plenario puesto en pie para recibirla traslucía su ilusión por haber alcanzado el que ha sido su sueño de los últimos años: hacerse con la llave del PP madrileño, para poder gobernarlo también a su manera. «¡Qué ganas de ganar!», fueron sus primeras palabras. Díaz Ayuso defendió que quería rodearse de ese tipo de personas que vienen «del mundo real, donde se pasa mucho frío», y acostumbrados al «trabajo, trabajo y trabajo», muy similar al «pico y pala» de Esperanza Aguirre. Siempre atenta a los detalles, Díaz Ayuso quiso agradecer públicamente la primera felicitación recibida, la del veteranísimo Luis Eduardo Cortés, ex consejero en tiempos de Aguirre y que fue presidente regional del PP madrileño de 1989 a 1993. Y luego, soltó la lista de nombres de su nueva directiva, con muchas novedades y muchas ausencias, aunque algunos, incombustibles, conseguían mantenerse. De la lista de vicesecretarios se «caen» los dos consejeros Carlos Izquierdo y David Pérez. Pero incluye como vocales al titular de Educación, Enrique Ossorio, y a la presidenta de la Asamblea, María Eugenia Carballedo; y en la junta directiva, a los consejeros Javier Fernández-Lasquetty y Paloma Martín. «Si las mesas de las bodas son difíciles, esto es lo más difícil que me ha pasado», concluyó. El alcalde madrileño, José Luis Martínez-Almeida, fue el segundo de los nombres de su lista, en un nuevo gesto de complicidad con el regidor que en algún momento de la carrera por la presidencia del PP asomó –o fue asomado– para el cargo. Al primer edil madrileño le rodeaban decenas de afiliados deseosos de felicitarle. A él y a los presidentes regionales que participaron por la tarde en el congreso –los de Andalucía, Juanma Moreno; Galicia, Alfonso Rueda; Murcia, Fernando López Miras; y Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco–, que tenían su propia afición, especialmente el andaluz. Sin ponencias
El congreso ocupaba parte de un pabellón del recinto ferial, decorado en tonos azules y algo escaso de iluminación: «¡Está muy oscuro esto!», decían unas señoras al entrar. Al ser extraordinario, no tenía ponencias, lo que centraba la actividad en la elección de la nueva presidenta y dejaba algo flojo el encuentro. El debate ideológico se producirá en una convención anunciada para el otoño. Los consejeros de Ayuso se dejaron ver en primera fila; la organización les iba cambiando de una fila de asientos a otros en función del momento, y ellos se dejaban hacer. Ruiz Escudero, titular de Sanidad, no podía salir del pabellón sin que la prensa le preguntara por la viruela del mono. Al consejero de Presidencia y Justicia, Enrique López, aún le pillaba fresco la actividad congresual: «Es mi primer congreso regional, y hace un mes viví el primero nacional». Algunos afiliados con responsabilidades pasadas en cargos públicos destacaban que «por primera vez en muchos años, hemos visto que vuelven a los congresos los que peinan canas, y eso es algo que ya no se veía».
Fuente ABC