Un equipo de investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) logró sanear efluentes industriales contaminados con metales pesados utilizando microalgas en la Cuenca Matanza-Riachuelo, informó hoy el Servicio de Divulgación Científica y Tecnológica sobre Agronomía y Ambiente de la universidad.
La novedosa técnica, denominada biosorción, se probó con éxito al utilizar biomasa de microalgas, por lo que los especialistas se concentraron en el zinc generado por la industria de la galvanoplastia, que “conlleva graves problemas para la salud humana”, se informó en un comunicado.
“El zinc es uno de los metales pesados que suele aparecer en mayor proporción en el agua y sedimentos”, explicó la licenciada en Ciencias Ambientales, Adelina Nashiro, quien llevó adelante la investigación.
Ese metal puede llegar al río como parte de los efluentes luego de ser utilizado por la industria de la galvanoplastia, que realizan unos 600 talleres o empresas en la Ciudad y el Gran Buenos Aires, según datos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
Tras lograr reducir las elevadas concentraciones de zinc presentes en los efluentes hasta los niveles permitidos por los entes encargados de su saneamiento, como la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar) y la Autoridad del Agua (ADA), el grupo conformado por docentes y graduados busca llegar con esa tecnología a las industrias con el objetivo de “mejorar los tratamientos y disminuir el impacto en el ambiente”.
“Los metales pesados que se liberan de las industrias metalúrgicas y que contaminan el río no se degradan”, enfatizó Agustín Rearte, docente de la cátedra de Química Inorgánica y Analítica de la facultad, y agregó que “sólo podemos sacarlos del agua, disponerlos en un lugar seguro o reutilizarlos en caso de que sean útiles”.
Las pruebas se hicieron a una escala prepiloto en el campo experimental de la Fauba, donde obtuvieron la biomasa de las algas, y luego emplearon la técnica de biosorción.
Según afirmó Nashiro, la técnica resultó eficiente para el tratamiento de esos efluentes e incluso “haría posible su descarga en el conducto cloacal”, cumpliendo la legislación vigente.
“Se logró reducir desde una concentración inicial de zinc en el efluente de 230 partes por millón (ppm) hasta los 5 permitidos”, detalló y adelantó que están planeando aumentar la escala de las investigaciones “desde el laboratorio hasta la cuenca del río, donde están instaladas las industrias”.
El río Matanza-Riachuelo, llamado Riachuelo en su desembocadura y río Matanza en la mayor parte de su desarrollo, tiene 64 kilómetros de largo y un ancho medio de 35 metros, cubriendo una superficie de 2.200 kilómetros cuadrados hasta la desembocadura en el Río de La Plata.
Su curso recibe numerosos desechos industriales, especialmente metales pesados y aguas servidas provenientes de las napas saturadas de toda la cuenca. Recientemente, varios estudios alertaron sobre las graves consecuencias de la contaminación en la población, especialmente infantil.
La Cuenca del Matanza-Riachuelo comprende parte de la ciudad de Buenos Aires y de los municipios de Almirante Brown, Avellaneda, Cañuelas, Esteban Echeverría, Ezeiza, General Las Heras, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Marcos Paz, Merlo y San Vicente.
Sus principales afluentes son los arroyos Cañuelas, Chacón y Morales en la provincia de Buenos Aires y el Cildáñez (entubado) en la ciudad de Buenos Aires, todos altamente contaminados.
En la cuenca, de 2.240 kilómetros cuadrados, viven alrededor de 3.500.000 personas.
Fuente Telam