La investigación comenzó en 2016 a raíz de una nota enviada por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) en Argentina a la Fiscalía local, en la que alertaba de que una organización criminal dedicada al narcotráfico en Colombia tenía vínculos con personas físicas y jurídicas asentadas en territorio argentino.
La DEA situó a Piedrahita como líder de la organización criminal y al empresario argentino Mateo Corvo como su principal contacto en el país. De acuerdo con Barral, la viuda y el hijo de Escobar “efectuaron un aporte de carácter esencial para el cumplimiento de los objetivos criminales”, además sostiene que “unieron” los intereses de Piedrahita y Corvo. Así el argentino facilitó un entramado empresarial al colombiano para lavar en Argentina el dinero procedente del narcotráfico en Colombia.
A cambio de ponerlos en contacto, la familia de Escobar habría recibido una comisión del 4,5 por ciento de lo ‘invertido’ por Piedrahita en las compañías de Corvo hasta el 15 de febrero de 2011, más de 100.000 dólares con los que se habrían comprado una casa y un garaje.
La sombra de Escobar.
Santos, que se define como “coach” y escritora, y Marroquín, arquitecto, escritor y conferenciante, aseguran que desconocían los vínculos de Piedrahita con el narcotráfico y que creían que era un empresario ganadero.En cambio, Piedrahita, que está detenido en Estados Unidos y llegó a un acuerdo de delación con la Fiscalía argentina por el cual sería condenado a solo cinco años de cárcel, afirma que se conocían perfectamente.
El juez coincide en que Santos y Marroquín obraron “a sabiendas de su procedencia vinculada con el tráfico ilícito de drogas”.”El mundo del narcotráfico era muy pequeño y todos se conocían entre sí”, declaró Piedrahita. Según él, la viuda y el hijo de Escobar sabían que estaba vinculado al Cártel de Cali porque estuvo en una de las muchas reuniones en las que se negoció la paz con la familia del fundador del Cártel de Medellín tras su muerte.
Tanto la mujer como el hijo de Pablo Escobar afirman que consideraban a Piedrahita un empresario ganadero. Pero el narcotraficante, detenido en los Estados Unidos, sostiene que se conocían perfectamente.
“Hace 25 que él murió y vivo exiliada en este país hace 24. Entonces, llevo 35 años sin su presencia física, pero aún perseguida por sus actos“, denunció la viuda de Escobar en un escrito de defensa.En la misma línea se expresó Marroquín, que niega “vinculación alguna con el narcotráfico o con el dinero derivado de esa actividad delictual”, lo cual –dice– le permitió “ser un hombre libre, de familia y trabajo”.
“Me duele que se continúe siempre viéndome como culpable, como si mi apellido prevaleciera por encima de mis acciones como ciudadano de bien que soy”, lamentó. “Toda mi actividad en la Argentina está ampliamente documentada y tiene una evidente e innegable legalidad y transparencia”, reivindicó.
HV / DS