Hasta ahora solo habían aparecido vestigios del Primer Comando Capital y de otros carteles narco brasileños en nuestro país corporizados en lo que se denomina “lobos solitarios”. No se había detectado aquí una presencia orgánica de esas organizaciones criminales.Por Germán de los Santos
Hasta ahora solo habían aparecido vestigios del Primer Comando Capital y de otros carteles narco brasileños en nuestro país corporizados en lo que se denomina “lobos solitarios”. No se había detectado aquí una presencia orgánica de esas organizaciones criminales. Pero la Argentina empezó a ser visible en el radarcomo un posible proveedor de armas y con condiciones favorables para arraigarse, como ocurrió hace una década con el desembarco de narcos colombianos para lavar dinero.
El 3 de marzo pasado, dos paraguayos que compraron parte del arsenal de armas de guerra que salía desde Rosario hacia Asunción fueron condenados en Paraguay por tráfico ilegal de material bélico. En esa trama aparece como destinatario final de los fusiles, pistolas y municiones el Primer Comando Capital, que domina parte del mercado ilegal en ese país, con epicentro en Pedro Juan Caballero.
Los “empresarios” paraguayos Carlos León Ocampo y Eduardo Ramírez Cantero, alias Matungo, fueron detenidos en Asunción a fines de julio pasado, por orden del juez en lo Penal Económico N° 2 Pablo Yadarola, quien está al frente en la Argentina de una de las causas más grandes de los últimos tiempos sobre tráfico de armas, luego de que la agencia norteamericana Homeland Security detectara el envío en encomiendas de Florida a Buenos Aires de partes de fusiles de asalto AR-15.
Un arma similar fue encontrada el 26 de mayo pasado en un control de la Gendarmería en Misiones y se detectó luego que los detenidos en ese puesto de control formaban parte de una célula del cartel Bala na Cara , que planificaba un atentado contra el juez misionero Fernando Verón.
Como reveló La Naciónel 10 de agosto pasado, los envíos de las armas que recibían León Ocampo y Ramírez Cantero en Paraguay se hacían desde Rosario, tras acopiarse en una residencia de San Martín 2076, departamento C, donde vivía Luis Ragusa, hermano de Román, uno de los líderes de esta organización que está actualmente procesado y detenido. En cajas que iban en los colectivos de la empresa Nuestra Señora de Asunción se entregaban fusiles y armas de todo tipo, entre ellos, FAL. En la última semana apareció ese tipo de fusil automático liviano en manos de un miembro de la banda Los Monos, que se descartó del arma durante una persecución policial en Rosario tras herir de gravedad a un policía.
“Hay presencia de PCC en la Triple Frontera , especialmente por el tráfico de armas Bersa, de la Argentina”, señaló en diálogo con la nacion Allan Abreu, periodista de la revista Piauí, que publicó en noviembre pasado una investigación sobre el mercado negro de armas de Río de Janeiro.
“Actualmente, la principal ruta de la cocaína manejada por PCC sale de Bolivia o Paraguay por avionetas o camiones hasta San Pablo y Santos. La primera representa el gran mercado consumidor de cocaína en Brasil, junto con Río de Janeiro, mientras que Santos es el puerto que hoy está controlado por PCC para exportar grandes cantidades de droga a Europa. También hay registros de la presencia de la facción en los puertos de Paranaguá y Itajaí”, sostuvo.
Tras la huella de una pistola
Abreu reconstruyó la ruta de una pistola Bersa, fabricada en la Argentina, que llegó ilegalmente a la favela Nova Holanda Río de Janeiro y sirvió para que Flávio dos Santos Rodrigues matara a su padrastro, un pastor evangélico, casado con su madre, la diputada federal Flordelis dos Santos de Souza.
El principal proveedor del mercado negro de armas de Brasil era Paraguay, que importaba armamento de Estados Unidos. Según Abreu, en 2017 “Paraguay fue el país de América Latina que más importó armas de Estados Unidos”. El autor del libro de investigación Cocaína-A Rota Caipira señaló que “en mayo de 2018, Paraguay, bajo la presión del gobierno de Estados Unidos, suspendió las importaciones de armas destinadas a la venta a civiles”.
En Piauí, Abreu advirtió que, “como el crimen no deja un vacío (la demanda de armas ilegales en Brasil continúa a toda máquina), los traficantes en Paraguay han encontrado una oportunidad en la Argentina”.
Ese es el punto que explica por qué de pronto la Argentina empezó a importar armas de Estados Unidos que tenían como destino Paraguay, como detectó Homeland Security en 2019, una pista que derivó en la investigación judicial a cargo del juez Yadarola, que detectó una red de traficantes de armas que adquirían partes de fusiles y los armaban en la Argentina para ser enviados Paraguay, donde los contactos con PCC eran León Ocampo y Eduardo Ramírez Cantero.
La fiscal paraguaya Lilian Ledesma sostuvo a La Naciónque el juicio contra esos dos traficantes de armas fue muy complejo. León Ocampo es un empresario con fuertes influencias en el Poder Judicial y la política paraguaya. Es cuñado de Alberto Martínez Simón, ministro de la Corte Suprema paraguaya.
Ocampo no solo proveía a organizaciones criminales, como se determinó en la causa, sino también a la Policía Nacional y a las Fuerzas Armadas de Paraguay. Para esa tarea ?según surge del expediente en Asunción al que tuvo acceso la nacion? generó la empresa Comtecpar, que entre 2011 y 2014 importó material por US$569.885. El contacto con estos dos traficantes de armas paraguayos en la Argentina era -según se desprende del expediente? Román Ragusa, que desde Rosario enviaba las armas a Asunción.
El contrabando de las armas y el pago del “servicio” se hacían por intermedio de choferes de ómnibus de larga distancia que unían Asunción con Rosario y Buenos Aires.
Fuente La Nación