Eric Luciano Torales un joven de 24 años edad, soltero, empleado bancario, inquilino en un mono ambiente cuya superficie no supera los 45 metros cuadrados regresó el 14 de marzo del corriente año procedente de un viaje que con dos amigos emprendiera hacia los EEUU y donde permanecieron juntos durante casi veinte días compartiendo mismos hoteles, auto alquilado, playas, lugares cerrados y abiertos. Por Guillermo Tiscornia
Ninguno de los dos compañeros de viaje de Eric registraron síntomas compatibles con el COVID 19; es mas uno de ellos trabaja en una clínica médica privada y habiéndose testeado el resultado arrojó negativo.
Es mas, un tercer amigo visitó en su departamento a Eric en la noche de su regreso, ambos compartieron varias horas en un ambiente cerrado no superior a los 45 metros cuadrados. Ese tercer amigo no registró contagio alguno.
Al día siguiente 15 de marzo y con motivo de un desperfecto en la cerradura de acceso al departamento Eric estuvo en contacto con el encargado del edificio donde vive en la misma reducida superficie; así éste le facilitó la caja de herramientas de modo de arreglar el desperfecto.
Ruperado ese trance Eric devolvió en la mano la caja de herramientas al encargado del edificio. Esa persona nunca registró contagio alguno.
Esa noche Eric, error mediante, no quiso perderse la fiesta de quince años de su propia prima la que tuvo lugar en un salón de fiestas ubicado en la localidad de Moreno localidad donde habita su núcleo familiar directo.
Va de suyo que la superficie –en metro cuadrados- del salón de fiestas superaba ampliamente los casi 45 metros cuadrados del mono ambiente donde habita Eric; es mas el salón de fiestas tenía espacios abiertos y también cerrados para el disfrute de las casi cien personas que se dieron cita en la ocasión.
Eric no fue a divertirse a un lugar público, al contrario asistió a un evento familiar e irrepetible; no todos los años su prima cumpliría 15 años de edad.
En la fiesta Eric no registró ningún síntoma compatible con el COVID 19; al concluir se retiró del evento al cual asistieron casi 100 personas. Recién varios días después si registró síntomas compatibles con el COVID 19.
Entre los invitados Eric detectó personas que habían regresado en fecha próxima desde el exterior y las cuales se supone debieron guardar estricta cuarentena al igual que Eric.
En cuanto a la primera trasgresión nada para discutir; Eric debió haberse quedado en su departamento.
Pero de allí a atribuirle haber propagado el virus en la fiesta hay un abismo. ¿ Acaso habrá que entender que Eric importó el virus de los EEUU cuando ninguno de sus dos compañeros de viaje registraron contagio alguno? ( idem el otro amigo que lo visitó en su departamento).
¿Acaso Eric fue el propagador del virus que no hubo importado desde el exterior en un lugar de mayor superficie a la de un mono ambiente y no contagió a su amigo ni tampoco al encargado del edificio en superficies cerradas y reducidas?
La Justicia Federal de San Martín, mostrando una inconcebible renuncia a la averiguación de la verdad, omitió pedir informes a la Dirección General de Migraciones a efectos de conocer los movimientos migratorios de las casi 100 personas que asistieron al evento festivo; tampoco convocaron a testificar ni a los dos compañeros de viaje ni al tercer amigo de Eric, ni tampoco desde luego al encargado del edificio.
Y en forma mecánica y automática y sin evacuar las citas de Eric se optó con la formulación simplificadora; Eric regresó de EEUU y no guardó la obligación de aislamiento; por lo tanto Eric fue el importador y propagador del virus en la fiesta. Y así fabricamos al culpable.
Los protagonistas de esta Justicia Federal hipócrita tienen nombre y apellido; el señor juez federal de Morón doctor Néstor Barral y los magistrados de la Sala II de la Cámara Federal de San Martín.
“Cuando la ley y la moral se contradicen, el ciudadano se encuentra ante la cruel alternativa de perder la noción de la moral o perder el respeto a la ley” ( Frederic Bastiat)
Guillermo J. Tiscornia
Ex juez en lo Penal Económico