Las reservas del Banco Central vienen en racha positiva desde diciembre. Este martes llegaron a US$ 39.700 millones, lo que las deja a las puertas de traspasar la barrera de los US$ 40.000 millones en los próximos días. La pax cambiaria y la suba de los depósitos en dólares contribuyeron a que la entidad presidida por Miguel Pesce pudiera empezar a recomponer una porción de los US$ 6.000 millones perdidos en 2020.
El 17 de enero de 2020, cuando el coronavirus apenas había traspasado las fronteras de China, las reservas brutas llegaban a US$ 45.492 millones. Desde ese nivel fueron cayendo sin pausa, al ritmo de la expansión de la cuarentena y del crecimiento de la emisión monetaria y los dólares paralelos.
El 28 de octubre, perforaron el piso de los US$ 40.000 millones. Y siguieron bajando hasta tocar los US$ 38.619 millones el 1 de diciembre.
Desde el 2 de diciembre la película fue otra. El Central empezó a recoger los frutos del endurecimiento del cepo de septiembre, que ahogó la demanda de dólar ahorro y acotó la salida de divisas para pagar deudas privadas y adelantar importaciones.
A esto se sumo la pax cambiaria, que llevó la brecha por debajo del 100% a fuerza de mayores controles financieros y de la intervención continua de organismos oficiales vendiendo bonos para evitar la disparada del dólar MEP y del contado con liqui.
Ya en diciembre la estacionalidad hizo lo suyo y el dólar tuvo un respiro. Con la cercanía de las Fiestas creció la demanda de pesos de particulares y empresas para hacer frente a los gastos de fin de año.
Y hubo otro aliado estacional: la suba de los depósitos en dólares, que hace engrosar las reservas a través de los encajes obligatorios que deben aplicar los bancos.
Pese a que el año pasado, según un informe de First Capital, los depósitos en dólares bajaron 18%, en diciembre la historia cambió. Ese mes subieron 8,7% porque para evitar pagar bienes Personales los ahorristas derivaban sus tenencias temporalmente a depósitos.
Así en el último mes del año, los depósitos en dólares crecieron US$ 1.279 millones y arrastraron a las reservas.
El otro efecto decisivo que incrementa las reservas es que el Central lleva 21 ruedas consecutivas de compras o resultado neutro en el mercado. El lunes embolsó US$ 192 millones y este martes se llevó otros US$ 50 millones.
De este modo, en diciembre las reservas crecieron en US$ 758 millones. Y en lo que va de enero sumaron otros US$ 300 millones. Claro que esto no compensa los US$ 6.000 millones que se fueron el año pasado y que hicieron que las reservas netas, las que efectivamente pueden usarse para intervenir en el mercado, cayeran de US$ 12.500 millones a US$ 4.000 millones.
Con el horizonte favorable que genera la soja por encima de los US$ 500 se abre margen para que las reservas sigan aumentando y se llegue rápido a los US$ 40.000 millones.
Pero no todo el camino está asfaltado. La primera luz de alarma la dieron los depósitos. En los primeros tres días de enerobajaron en US$ 136 millones, según detalló el economista Andrés Borenstein. Pasado el efecto de Bienes Personales, los depósitos retoman la tendencia que consolidaron en 2020.
La consultora LCG señala que “las reservas netas que se ubicaban en 1,3% del PBI lograron trepar al 1,5%, número aún muy bajo, más aún considerando el exceso de liquidez internacional”.
Con la expectativa de que la sangría seguirá, el Central arrancó el año endureciendo los controles para las importaciones. Para los analistas no hay certezas de que con esto alcance.
“Proyectamos que hasta marzo el BCRA seguirá en una posición débil en el frente cambiario, a pesar de la soja a US$ 500, a que (asumimos) se levanta la prohibición a las exportaciones de maíz y se endurecen las compras a importadores. El driver es que el dólar oficial sigue atrasado y la brecha cambiaria sigue alta. Luego, en abril, si no hay sequía fuerte, entrará la nueva cosecha de soja y maíz”, apuntan desde FMyA.
“Con un stock de reservas propias de poco menos de US$ 4.000 millones deberá cuidar el resultado del mercado de cambios y esperar que el Gobierno logre algún tipo de acuerdo con el FMI, para evitar pagos de más de US$ 10.000 millones con organismos internacionales”, señala Martín Polo, del Grupo Cohen.
“Ganar tiempo sin una estrategia de equilibrio macroeconómico de fondo no es señal para que Argentina mejore sus perspectivas de mediano y largo plazo”, sostiene Polo.
AQ
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