Escenas del
crimen
La historia detrás del robo del anillo de Carlos Menem
Sus padres le regalaron uno igual a sus cuatro hijos. Carlos Saúl lo perdió en 1989, apenas asumió su primera presidencia. Zulemita mandó a hacer una réplica, pero poco antes de la muerte del senador se lo
robaron de su casa de la calle Echeverría. Había sido un enfermero que hizo una suplencia. ¿Dónde está ahora la joya que fue testigo inanimado de momentos históricos del ex presidente?
Carlos Saúl Menem fue dos veces gobernador en La Rioja antes de llegar a la Presidencia de la Nación en 1989.
Textos
Esteban Mikkelsen Jensen
Mariano Gaik Aldrovandi
“Entrar a la cancha con estos ídolos, ser presidente de Argentina ¿Qué más puedo pedir?”. Apenas saltó al verde césped del estadio de Vélez Sarsfield, aquella gélida noche invernal del 21 de julio de 1989, cuando apenas
llevaba 13 días de su primera presidencia, Carlos Saúl Menem se dio uno de sus
primeros
gustos personales de tantos en su gestión: lució la camiseta argentina con el número 5 y la cinta de capitán, nada menos que al lado de Diego Armando Maradona. “Estamos todos esperando que él, de una vez por todas, saque a la Argentina de donde está”, decía el 10 cuando lo entrevistaba en camarines el siempre
sobrio Enrique Macaya Márquez, cinco años menor que Menem (59).
La mano izquierda del mandatario ya no lucía ese anillo de oro, con una piedra de ónix incrustada, que sus padres sirios -Saúl Menem y Mohibe Akil- les habían regalado a cada uno de sus cuatro hijos (Amado, Carlos, Munir y
Eduardo).
El riojano más famoso lo había dejado a resguardo en los vestuarios del “José Amalfitani” antes de jugar los 90 minutos completos de aquel “Gran Partido de la Solidaridad” entre la selección nacional y un combinado de
Futbolistas Argentinos Agremiados, a beneficio de “los carenciados”. Allí hubo 40 mil espectadores que dejaron una recaudación de 11.951.700 australes.
Primera presidencia, con el anillo original en su mano izquierda.
Acto de la campaña de 1983, con el sindicalista Lorenzo Miguel.
Carlos Pachamé ocupó entonces el lugar de Carlos Bilardo como DT y puso desde el inicio en el elenco “Celeste y Blanco” a Nery Pumpido; José Basualdo, José Luis Brown, Néstor Fabbri, Julio Olarticoechea; Ricardo Giusti, Sergio
Batista, Carlos Saúl Menem, Diego Armando Maradona; Claudio Caniggia y Alejandro Alfaro Moreno. En el equipo “Azul”, Jorge Solari y Carlos Aimar alistaron a Hugo Gatti; Luis Malvárez, Gerardo Rojo, José María Bianco, Guillermo
Ríos; Carlos Ischia, Gerardo Martino, Rubén Darío Insúa, Norberto Ortega Sánchez; Marcelo Reggiardo y Carlos Ereros.
El anillo en la mano del ex presidente con su hija Zulemita.
Cuando finalizaría el amistoso, con un mezquino 1-0 gracias a un tiro libre con la firma del “Diez” que no se apiadó del festejo de cumpleaños número 39 de un tal Ubaldo Matildo Fillol, Menem no tuvo más contacto con ese anillo
que
había exhibido días antes mientras se calzaba la flamante banda presidencial. Jamás apareció.
Según su abogado, Pedro Baldi, Menem le contaría años más tarde: “Cuando me cambié en el vestuario dejé el anillo y al volver no lo encontré más”. No radicó ninguna denuncia ni lo hizo público porque “tenía una forma de
ser que no era rencoroso”.
Por lo pronto, su hija Zulemita le pidió prestada la joya a su tío Eduardo y mandó a hacer una
réplica que seguiría firme en el dedo anular izquierdo de su papá casi hasta sus últimos días, porque terminaría desapareciendo otra vez. Menem murió sin saberlo.
“Primero le hice grabar los nombres de Carlitos y mío. Luego el de Nair, el de Máximo y el de mi hijo Luca (Bertoldi Menem). Ahora falta el de Malek (Pocoví Menem)”, le cuenta Zulemita a Clarín por teléfono tras
responder un mensaje de WhatsApp entre 1.094 que todavía no pudo leer, muchos de ellos para transmitirle condolencias por la muerte del ex mandatario, ocurrida el domingo 14 de febrero pasado a los 90 años.
“Hola, soy Bill Clinton, quería saludarte. ¿Te acordás cuando bailamos el tango”, le
dijeron
en uno de esos llamados telefónicos. El ex presidente estadounidense terminó hablando en altavoz con Luca -a punto de cumplir de 17 años- y elogió su nivel de inglés, algo superior al de su mamá. Otros que se comunicaron para
saludarla fueron Akihito, ex emperador de Japón, y Mohammed VI, el rey de Marruecos.
Diego Maradona y Carlos Menem jugaron juntos para la selección argentina, en Vélez, el el 21 de julio de 1989. Ese día desapareció el anillo original.
Un valor emocional
El anillo es de oro tipo sello y tiene incrustada una piedra de ónix, negra, cuadrada y de brillo profundo. No tiene un gran valor económico (se calcula entre 150.000 y 200.000 pesos), pero sí afectivo para la
familia, ya que era una réplica exacta al que le habían regalado sus padres.
Olga Wornat, biógrafa del ex presidente, contó: “Tiene una piedra sagrada con poderes mágicos que perteneció a su tío, un hombre importante de Damasco. Un Akil, la rama aristocrática de la familia”.
La joya fue testigo inanimado de momentos históricos. Aparece en gran parte del recorrido fotográfico por los mandatos del ex presidente. Pero fue un cuento policial el que lo hizo saltar a la fama, como si de
alguna
manera extraña el anillo quisiera que alguien contara su historia.
Hoy, ya recuperado, se sabe que el responsable del robo fue un enfermero suplente que asistió a Menem durante las vacaciones del plantel titular el que se lo llevó de su casa. Más de dos meses estuvo desaparecida la alhaja hasta
que,
con la mediatización del caso, la familia del implicado lo devolvió.
El misterio del anillo de Menem salió a la luz el 17 de febrero, pero comenzó dos meses antes. La denuncia la hizo Zulemita el 17 de diciembre de 2020 en la comisaría 14B de la Policía de la Ciudad, con jurisdicción en la zona del Sanatorio de Los Arcos, en Palermo. La mujer advirtió el
faltante de
la joya junto al enfermero personal del ex mandatario.
Menem recibió a Lady Di en la residencia de Olivos, a fines de 1995, luego de su separación del príncipe Carlos.
Menem visitó al presidente estadounidense Bill Clinton en Washington el 6 de octubre de 1998.
Menem había sido trasladado de urgencia a la clínica desde su casa en Echeverría al 3500, en Belgrano, el martes 15 de diciembre. El miércoles, Zulemita pidió a la custodia del ex presidente que le llevaran sus pertenencias a la
clínica, entre ellas, el estuche con sus anteojos. Los necesitaba para que su papá viera por la tele a su amado River ante Nacional de Uruguay, por la Copa Libertadores, al día siguiente. Otra vez un partido de fútbol en
medio
de la desaparición de su preciada joya.
El detalle es que en ese estuche Menem también guardaba el anillo de oro. El día del partido, cuando el enfermero fue a alcanzarle los lentes al senador, se sorprendió al ver que faltaba la alhaja.
Ante esa situación, el profesional decidió ir hasta la casa de Menem y revisó entre sus pertenencias. No solo no lo encontró, sino que descubrió que también faltaba un celular suyo. Entonces Zulemita decidió hacer la denuncia.
El caso quedó a cargo de la División Robos y Hurtos de la Policía de la Ciudad, que pudo ubicar la desaparición del anillo entre el 6 y el 16 de diciembre. Los investigadores repararon en dos datos: que Menem lució su anillo en
el
anular de su mano izquierda por última vez en público en la sesión del Senado del 4 de diciembre y que el 5 el enfermero de siempre y de confianza del ex presidente se tomó vacaciones. Lo reemplazaron dos enfermeras y un enfermero
de
la empresa de medicina prepaga Swiss Medical, que empezaron a trabajar el 2 para hacer el traspaso.
El rey Juan Carlos y Menem, durante el acto de inauguración de una planta de Gas Natur en General Rodríguez, el 10 de octubre de 1995.
Con Fidel Castro, en la Cumbre Iberoamericana de Presidentes, en octubre de 1998, en Oporto, Portugal.
Enterado de la internación de Menem, el 15 de diciembre su enfermero personal interrumpió su licencia y volvió a trabajar.
La Policía rastreó a los tres enfermeros contratados para la suplencia y con la intervención del fiscal nacional en lo Criminal y Correccional N° 42, Carlos Velarde, y del juez nacional en lo Criminal y Correccional 17, Gustavo
Pierretti, se ordenaron tres allanamientos en las casas de cada uno de los sospechosos. No encontraron nada.
Los investigadores revisaron también las imágenes de las cámaras de seguridad de la casa de Menem entre el 6 y el 16 de diciembre. Curiosamente esos días no funcionaron.
Zulemita, en primer lugar, no estaba convencida de revelar la noticia. Pero contrató al abogado Diego Storto y, con la difusión del hecho, la investigación se aceleró. El 25 de febrero se supo quién era el autor del robo del
anillo. Era Mauricio Peñaloza, de 29 años, uno de los tres enfermeros suplentes de los que se sospechaba. Hasta entonces no habían podido localizarlo.
La Policía le llevó la notificación de la citación a indagatoria a sus dos compañeros, pero a “Mauro” no pudieron encontrarlo. Había brindado un domicilio que no era el verdadero. Así es como estuvo varios días “en rebeldía” para
la
causa.
Lo más curioso es que fue el propio “Mauro” el que avisó que tenía la alhaja de Menem. El 18 de febrero, después de que la noticia recorriera el país, se lo contó a un primo, que a la vez se lo comentó a otro primo, un policía
bonaerense. Quería saber cómo podía hacer para devolverlo sin quedar detenido.
El anillo había sido robado por uno de los enfermeros que atendió al senador en su casa de la calle Echeverría.
Con el anillo que le regalaron sus padres y el reloj que le daría su hijo Carlitos, fallecido el 15 de marzo de 1995.
Ante esa situación, el agente habló con su superior. Su jefe le pidió pruebas y el policía mostró los chats. El oficial se volvió a conectar con su primo. Pero era tarde, le respondió que el enfermero ya había descartado la joya.
En la madrugada de viernes 26, el misterio llegó a su fin. La tía del enfermero sospechado fue desde su casa de Villa Soldati hasta la Comisaría Vecinal 13C, ubicada en Echeverría y Washington, en Belgrano, a preguntar dónde
vivía
Zulemita para devolverle el anillo.
Los oficiales le pidieron a la mujer que les mostrara la joya y observaron que tenía grabada los nombres de los hijos de Menem. Entonces se comunicaron con los custodios de la Policía Federal que vigilan la casa de la familia y
el
juzgado de turno.
Finalmente, Zulemita fue a buscar el anillo a Tribunales. “Es muy importante para mí y para la familia. Mi padre era muy apegado a estas cuestiones afectivas. Le agradezco a la familia del enfermero, que devolvió el anillo. No
quiero ninguna condena que no le corresponda por el delito, creemos que con una probation puede estar bien. El gesto de la familia quiero destacar, me comprometí a una recompensa, ya lo vamos a resolver”, dijo la hija del ex
presidente.
Menem y la modelo chileno Cecilia Bolocco se casaron en 2001 y se separaron en 2007. Él le llevaba 35 años.
“Mauro”, el arrepentido
Justina es la “tía del corazón” de Mauricio Peñaloza, al que su familia le dice “Mauro”. Gracias a Justina, el misterio del anillo se resolvió con final feliz para la familia de Menem.
La odisea de la devolución de la joya comenzó en Moreno el 25 de febrero. Ese día, “Mauro”, que hacía varios días yiraba de un lugar a otro sin un lugar fijo donde dormir, reapareció en la casa de su “tía”, la mujer que lo crió
porque era amiga de su mamá.
“Viene a la tardecita y toca la puerta para entrar. Es el Mauro, dije, ahora sí que le voy a hacer pasar”, recordó Justina, que vive en la localidad de Francisco Álvarez, partido de Moreno, y trabaja vendiendo verdura en el
Mercado Central de Buenos Aires.
Hacía varios días que el joven estaba desaparecido, desde que la Policía fue a buscarlo en un allanamiento por “hurto”. Tampoco estaba en la casa de su mamá. Su tía le había jurado que si lo buscaban, lo iba a entregar. “Yo
al que venga a buscar la Policía lo entrego porque yo trabajo”, decía.
El enfermero y la mujer quedaron a solas.
–Mirame –le dijo ella– ¿Cómo te sientes cuando a tu mamá la ves llorando? ¿Cómo te sientes cuando la Policía viene a buscarte?, lo encaró Justina. “Mauro” no respondía y agachaba la cabeza.
–No agaches la cabeza, mirame, insistía ella. Él se puso a llorar.
–No llores, ¿o eres maricón? Mirame, ¿adónde está el anillo del Menem? Porque yo ya sé que lo tienes.
–Sí, lo tengo. Ahora te lo voy a traer, respondió “Mauro”.
–No, no vas a salir o si no voy a llamar a la Policía. Vos vas a buscar el anillo conmigo aunque así ensucie todo.
Justina y “Mauro” fueron desde el oeste de Moreno hasta el sur de la Ciudad de Buenos Aires en un Uber. En el camino se encontraron con un auto gris. Alguien le entregó la joya al enfermero envuelta en un papel.
“Acá está”, le dijo el enfermero a su tía y se lo dio.
¿Dónde había estado el anillo esos días? Justina cree que en la casa de una prima de “Mauro”, en Villa Lugano, donde él se quedó los días que estuvo desaparecido.
La “tía” ya tenía decidido lo que iba a hacer. Se lo iba a devolver personalmente a Zulemita. Entonces tomó otro Uber hasta Belgrano. Buscaba la casa de Menem, la misma en la que había trabajado “Mauro”, en Echeverría al 3500.
Preguntó a la gente que caminaba por la zona hasta que encontraron a un policía. El oficial, al darse cuenta de lo que pasaba, la llevó hasta la comisaría 13C de la Policía de la Ciudad. Los agentes avisaron al juzgado de turno
que
tenían el anillo.
Pero la mujer no lo quería entregar. No a la Policía, porque tenía miedo “de que se perdiera”. Quería dárselo en persona a Zulemita. No fue posible. Tuvo que dejar la alhaja en el lugar.
Inquieta por no haber logrado lo que quería, Justina fue hasta la casa de Menem, avisó en una garita y llamó al 911. Quería asegurarse que la familia supiera que el anillo había sido devuelto. Para eso había costeado todos los
viajes de su bolsillo y hasta perdió el viernes, el día de la semana que más vende en el Mercado Central.
Finalmente, a la mañana tuvo la certeza y la paz emocional cuando Zulemita recuperó la alhaja en Tribunales.
Para Justina, igual, hay cosas que no van a volver a ser como antes. “Con Mauro no hablé más de eso, ni le hablo, ni le voy a hablar porque lo que hizo está mal”, dijo, tajante, la mujer ante una consulta de
Clarín.
Mauricio, hoy arrepentido de su accionar, está citado a indagatoria para este lunes 8. Como se trata de un “hurto”, es decir un robo cometido sin violencia, es un delito excarcelable.
Con el anillo que le regalaron sus padres y el reloj que le daría su hijo Carlitos, fallecido el 15 de marzo de 1995.
El Rolex de Carlitos
El 15 de marzo de 1995, Carlitos Menem (26) agonizaba entre los hierros retorcidos del
helicóptero que se había estrellado en un campo sembrado de maíz a la vera de la ruta nacional 9, en Ramallo. Su acompañante, el piloto de automovilismo Silvio Oltra (38), ya estaba muerto. Fue allí que al hijo del presidente le
robaron su reloj Rolex y un maletín con 33.000 dólares, entre otras cosas.
El jefe de la custodia presidencial, comisario mayor Guillermo Armentano, se lo entregaría personalmente a Menem, quien había dado enérgicas instrucciones para que apareciera, según declaró el propio riojano en el expediente
judicial.
El Rolex GMT Master II, de acero, con su característico bisel rojo y negro, permaneció un largo tiempo en manos de Menem hasta que lo cedieron al Museo del Bicentenario, en la Casa de Gobierno. “Cuando Luca era chiquito, se lo
devolvieron. Entonces mi papá y mi mamá se lo regalaron a Luca”, cuenta Zulemita (50).
El anillo lo llevaba puesto siempre, como en la Cámara de Senadores de la Nación.
Zulemita, de la mano con su papá, en sus últimos días
En familia: Menem y Zulema con Zulemita y sus nietos Luca Bertoldi (16) y Malek Pocoví (8).
El anillo hoy
Zulemita se aferra ahora a la joya como si llevara consigo a su papá. “Lo tengo puesto”, señala. Carlos Menem nunca se enteró del robo. “Estaba internado en la unidad coronaria, lo iba a sentir”, explica ella. Su hijo Luca se lo
pidió hace unos días por sus “poderes mágicos” para el colegio. “Dame el anillo del abuelo, me lo tengo que poner”, le dijo a su mamá. “Le dio suerte porque le fue bien”, se ríe Zulemita.
La mañana que apareció el anillo, el más chico de sus hijos, Malek, estalló en un ataque de llanto en medio del desayuno. “Extraño a papitus, extraño a mi abuelo”, soltó. Fue una señal, porque a los pocos minutos se
enteraron por la tele que habían devuelto la alhaja. Enseguida llamó por teléfono a su abogado.
Sobre el enfermero, se lamenta y, al mismo tiempo, concede: “Mi papá le había tomado cierto cariño, cierto aprecio, se sentía cómodo. Era un chico amable, parecía bueno. Pero no soy quién para juzgar a nadie, tiene un futuro,
esto puede ser una lección para que no lo vuelva a repetir”.
Zulemita solo pretende que Mauricio “sepa que hizo algo mal” y se conforma con que tenga que hacer una probation, “aprovechando que es enfermero”. Y confirma que pagarán la recompensa, aunque evita hablar de montos, “porque no
viene al caso”, ya que “es una familia que lo necesita y se comportó bien”.
“Mi papá era una persona de paz. No tenía enemigos, tenía adversarios. Se fue acompañado, con amor, como le gustaría a cualquier persona”, cierra Zulemita vuelve a sonreír, con el anillo en el dedo medio de su
mano izquierda.
Zulemita Menem, feliz, con el anillo recuperado, el viernes 26 de febrero. No se lo sacó más.
Fuente Clarin