El lugar elegido para el primer encuentro que encabezó el ministro de Economía, Martín Guzmán, fue a pocos metros del Congreso de la Nación. Protocolo sanitario mediante, se desarrolló el viernes último en el amplio patio del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS), una organización de los jesuitas en la Argentina dedicada a la investigación social y la formación de líderes, sobre la avenida Callao al 500.
Sentados a la mesa estaba un grupo selecto de dirigentes enrolados en la CGT. Uno de los jefes de la central obrera Héctor Daer de Sanidad, Gerardo Martínez de la construcción, José Luis Lingeri de obras sanitarias, Andrés Rodríguez de trabajadores estatales y Juan Carlos Schmid de Dragado y Balizamiento. Este grupo representaba a la CGT, cuyo peso específico es indudable y que ha decidido acompañar al gobierno en la puja para intentar administrar la suba de precios y de salarios.
El objetivo de Guzmán, de tener un panorama sindical se completó recién el miércoles pasado, con un segundo almuerzo. Fue en la terraza del Ministerio de Economía. Esta vez los invitados fueron dirigentes gremiales de la CTA: Hugo Yasky, Roberto Baradel y Matías Zalduendo, secretario de juventud de ese espacio sindical. Si bien minoritario, se trata de gremialistas afines al Instituto Patria que no comulgan con el moyanismo.
Sindicalismo, peronismo, asado. Esa fue la comida emblema que degustó el ministro en ambos almuerzos acompañado por Rodrigo Zarazaga, un hombre muy respetado por Guzmán por su espíritu de diálogo que ha colaborado con él en el armado de encuentros con distintos sectores. Zarazaga es director del CIAS y un sacerdote jesuita doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de California. También participaron junto al ministro su subsecretario de relaciones institucionales, Rodrigo Ruete; y su secretario privado y asesor, Pablo Salinas.
El Consejo de la CGT en Olivos. Gerardo Martínez, Carlos Acuña, Héctor Daer, Andrés Rodríguez, Antonio Caló y Andrés Lingeri (AYSA).
Fiel a su estilo, Martín Guzmán ocupó el centro de ambos almuerzos explicando con su tono pausado el concepto de tranquilizar la economía con mucho detalles, y con un muy buen ida y vuelta por parte de los sindicalistas, según dijeron a Clarín varios participantes de los encuentros. Es más, en el entorno del ministro quedaron sorprendidos porque esperaban que las charlas fueran un poco más ásperas por el peso específico de la mayoría de los sindicalistas. Pero por el contrario, no sólo concluyeron en el Palacio de Hacienda que fueron muy constructivas las conversaciones sino que había mucho interés por escucharlo a Guzmán en los dos grupos.
Los dirigentes gremiales se manifestaron a favor de acompañar la idea que desarrolló y que consiste en que la ganancia de este año sea que los salarios recuperen –al menos parte- del poder adquisitivo perdido. Y el compromiso de los comensales fue a tono: no tener paritarias alocadas que a su vez generen una inflación que se aleje demasiado de la meta del 29% que fijó en el presupuesto de este año.
Desde el Palacio de Hacienda explicaron que los diálogos con empresas y sindicalistas van en dos líneas: una estructural, para construir en el mediano plazo, y una línea que es coyuntural, la de asegurar una coordinación que garantice la recuperación económica con generación de empleo y con crecimiento del salario real.
En materia salarial, el escenario ideal que persigue el Gobierno es que la inflación no se disparé más allá del 31, 32% y que las paritarias puedan cerrarse en torno a un 35%, de manera de marcar al menos unos puntos de recuperación frente a la canasta de precios.
Sin embargo, algunos sectores clave que marcan luego la marcha de las negociaciones paritarias, como los bancarios que encabeza Sergio Palazzo, han acordados ajustes salariales del orden de la inflación Guzmán, 29%, pero con cláusulas de revisión en setiembre y octubre por si ese índice finalmente queda corto.
Fuente Clarin