La velada fue inaugurada por una sorpresiva presentación del periodista Bobby Flores.
El pulso maestro de Juan José Mosalini sobresalió en el magnífico concierto que inauguró el homenaje al centenario de Astor Piazzolla en el Teatro Colón que se extenderá hasta el sábado 20 y que significó, además, la reapertura del máximo coliseo argentino tras un año debido a la pandemia de coronavirus.
El bandoneonista de 77 años y más de cuatro décadas radicado en Francia, fue parte del notable elenco reunido bajo el título “Piazzolla Sinfónico” que también incluyó a la Orquesta Estable del Teatro Colón dirigida por Luis Gorelik, a otros dos solistas (César Angeleri en guitarra y Juan Pablo Navarro en contrabajo) y al Quinteto Diego Schissi.
La vuelta de la actividad presencial incluyó los protocolos sanitarios de ingreso y egreso a distancia, toma de temperatura y obligatoriedad del uso del barbijo, además de habilitar solamente el 30% del aforo (unos 400 espectadores) lo que entregó una imagen espectral de la imponente sala que, luego, los aplausos y el fervor por el concierto fueron disimulando.
Las medidas de prevención frente a la Covid-19 también se evidenciaron sobre el escenario donde integrantes de la orquesta lucieron sus barbijos negros y la nutrida cuerda de vientos y parte de las percusiones funcionaron detrás de mamparas acrílicas, al fondo del tablado.
Puntualmente a las 20 la velada fue inaugurada por una sorpresiva presentación del periodista Bobby Flores quien pretendió justificar su presencia allí contando que su hijo menor se llama Astor y aseguró que la actual fue “la única vez en la historia del Colón que el teatro estuvo cerrado un año”, pasando por alto los tres años y medio de cierre por un cuestionado Plan Maestro de remodelación (octubre de 2006 a mayo de 2010) llevado adelante por el Gobierno comunal a cargo de Mauricio Macri.
Gorelik dirigió el inicio del concierto en el que la Orquesta Estable ofrendó la “Obertura Tanguera”, de Esteban Benzecry.
Por fortuna, enseguida la música barrió con la insólita performance y el vigoroso y certero Gorelik dirigió el inicio del concierto en el que la Orquesta Estable ofrendó la “Obertura Tanguera”, de Esteban Benzecry, y el “Homenaje a Astor Piazzolla”, compuesto por Beatriz Lockhart.
Siguiendo en torno al homenajeado pero desde otra óptica, el exquisito quinteto del pianista Diego Schissi (que completa su formación con el citado contrabajista Juan Pablo Navarro y con Santiago Segret en bandoneón, Guillermo Rubino en violín e Ismael Grossman en guitarra) ejecutó su delicada obra propia “Astor de pibe” y dejó con ganas de más.
Siempre con la orquesta como monumental colchón y acompañamiento, el lugar acogió a los tres participantes que faltaban: el bandoneonista Juan José Mosalini, el guitarrista César Angeleri y el pianista Nicolás Guerschberg, junto a quienes se mantuvo Navarro.
Allí y en uno de los momentos culminantes de la velada se escuchó “Tristezas de un Doble A”, de Piazzolla, todo un alegato acerca de la maravillosa respiración tanguera que distingue al carácter vasto y universal repertorio del compositor tributado.
Esa tensión entre el color porteño de la obra de Piazzolla, las disputas con los tradicionalistas del género y las vastas miras del autor capaz de vincularse con otras estéticas como la académica o la jazzera, deben tomarse como una invitación a dejarse atravesar por la belleza, a saltar esas casillas, a gozar con ese cóctel capaz de embriagar con su melancólica enjundia.
El pulso maestro de Juan José Mosalini sobresalió en el magnífico concierto.
Ovacionado por su performance y emocionado por ello y por el carácter de la noche, Mosalini expresó: “No puedo evitar decir algunas palabras alrededor de este maestro que fue un ejemplo para la música argentina, para el tango precisamente al que con su incansable trabajo le dio ese certificado de nobleza que le faltaba un poco a esta música a nivel internacional”.
“El esfuerzo de Astor que al tocar, sobre todo, hizo memoria, citas, referencias a los grandes de esta música: Pedro Laurenz, Pedro Maffia, Julio Ahumanda, Antonio Ríos, Leopoldo Federico, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Horacio Salgán y tantos otros. De hecho calentaba los dedos tocando clásicos de (Joaquín) Mora”, repasó quien en 1989 creó la primera cátedra de bandoneón de Europa en el conservatorio de Gennevilliers, en las afueras de París.
Sin abandonar cierto contenido estremecimiento, agregó: “Yo modestamente me metí en el pensamiento musical de Astor esta noche para hacerme ese paseo alrededor de los grandes. Gracias Piazzolla por haber iluminado el camino de la creación y de la libertad musical”.
Los extraordinarios músicos populares encabezaron luego el “Doble concierto para bandoneón, guitarra y cuerdas” y el cierre, exclusivamente a cargo de la Orquesta, siguió con Piazzolla y sus “Tres movimientos tanguísticos porteños”, en un programa que apenas superó los 90 minutos y sirvió para apreciar algunas de las dimensiones sonoras del artista nacido el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata.
Los protocolos sanitarios habilitaron solamente el 30% del aforo (unos 400 espectadores).
Fuente Telam