El ministro Martín Guzmán intenta tranquilizar a inversionistas, recorre las oficinas del poder en Estados Unidos y busca afilar los números con el Fondo Monetario Internacional, pero desde Buenos Aires llegan noticias que provocan escozor en Washington y golpean el final de su gira, que ya venía con vuelo bajo.
Guzmán se reunió el martes por la noche con el senador republicano Bill Cassidy y este miércoles visitó el Departamento del Tesoro, una reunión que generaba enormes expectativas porque el aval de Estados Unidos, por su peso en el directorio ejecutivo del Fondo, es vital para la aprobación de cualquier programa.
Pero el ministro no fue recibido por la secretaria del Tesoro, Janet Yellen (desde el Gobierno argumentaron restricciones por Covid, aunque ya muchos funcionarios reciben visitas) ni tampoco por su asesor principal David Lipton, un economista que se desempeñó como vicedirector ejecutivo del Fondo, segundo de Christine Lagarde, en el momento en que se le otorgó a la Argentina el préstamo de US$57.000 millones, de los que se desembolsaron 44.000 millones.
Economía no suministró los nombres de los funcionarios con los que se vio Guzmán. Apenas dijo que eran técnicos “de alto rango” y que se reunieron por una hora y media junto con Sergio Chodos, el representante argentino en el Fondo. Tampoco informaron sobre qué conversaron, pero se estima que el ministro ha buscado allí el aval que en el pasado tuvo el gobierno de Macri para poder acordar un nuevo programa con el Fondo. El hombre clave allí era Lipton (que era la mano derecha de Lagarde en el Fondo) y que conoce al detalle el caso argentino. Pero no recibió al ministro.
Mientras Guzmán batallaba en las oficinas de Washington –también continuó las negociaciones con los técnicos del FMI–, desde Buenos Aires llegaban las noticias de que Argentina se retiraba del Grupo de Lima (una decisión que puede ser vista como un desafío por Washington). Además, resonaba el discurso de la vicepresidenta Cristina Kirchner que decía que “los plazos y las condiciones (del FMI) son inaceptables. No podemos pagar, no tenemos planta para pagar”.
Fuentes que siguen la negociación en Washington dijeron a Clarín que el discurso de la vicepresidenta se inscribe en “la lógica de una negociación de intereses, donde se mete presión para poder negociar, es una anécdota más”.
Sin embargo, Héctor Torres, es director ejecutivo de Argentina ante el Fondo, dijo a Clarín que “anunciar públicamente la salida del Grupo de Lima, justo cuando el ministro de economía está en Washington buscando apoyo para un nuevo programa con el FMI es de una inoportunidad imposible de sobreestimar. A esto se agrega una declaración que sugiere que, en Argentina, los pasivos públicos son responsabilidad de “espacios políticos” antagónicos. Justo cuando Guzmán está buscando un acuerdo que implicará períodos de repago, y por ende compromisos, por los próximos 10 años”.
“Yo soy muy crítico del programa firmado con el FMI durante el gobierno de Macri, pero, mal que nos pese, la deuda fue contraída por un gobierno legítimo. Tan legítimo como el actual. Por eso, creo que es contraproducente que, desde el máximo nivel del actual gobierno, se cuestione públicamente la legitimidad de la deuda que contrajo otro “espacio político”. A su vez, hay que tener cuidado con lo que se desea. Refinanciar esos pasivos a 20 años, implicaría tener programas con el FMI durante los próximos 20 años. ¿Estamos seguros de que eso es lo que queremos?”.
Guzmán comenzó su gira en Nueva York la semana pasada, en medio de un enorme escepticismo entre los inversionistas que no pudo remontar, aunque les prometió “reglas claras”. En Washington se reunió con la jefa del Fondo, Kristalina Georgieva, y luego hubo tuits elogiosos, pero ningún anuncio. Su paso por el Tesoro fue hermético, pidiendo ayuda mientras desde Argentina se dice que no se puede pagar. Este jueves parte de regreso a Buenos Aires.
Fuente Clarin