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La pandemia ha castigado duramente las arcas del Vaticano y costará a la Santa Sede una montaña de recursos cuando pasen los estragos del coronavirus, según las estimaciones. Pero solo en el balance en 2021 hay que afrontar un déficit de casi 50 millones de euros, con entradas por 260 millones y salidas por 310 millones. El Papa Francisco decidió afrontar la situación publicando un “Motu Proprio” para repartir las consecuencias y evitar los despidos entre los casi cinco mil dependientes del Vaticano.
No solo el cierre prolongado de los Museos Vaticanos, que gracias a peregrinos y turistas siempre han fortalecido las entradas, ha causado el agravamiento de una crisis que ya se perfila desde hace años. También se han reducido otras actividades comerciales y servicios inmobiliarios. Han disminuido las donaciones y contribuciones de los fieles, que el año pasado bajaron en 48 millones de euros, el 21% respecto al 2019.
Los recortes ordenados por Jorge Bergoglio castigan los bolsillos de los clérigos de todos los niveles que forman una parte consistente de los empleados y funcionarios vaticanos. En primer lugar los cardenales, a los cuales el Papa ha reducido su sueldo promedio de 5500 euros mensuales, en un 10%.
El jesuita padre Juan Antonio Guerrero Alves, prefecto de la Secretaría para la Economía, ha recibido de Francisco el duro deber de gobernar los cordones de la bolsa en estos tiempos difíciles. Explicó que el Papa argentino sostiene que “ahorrar dinero no debe significar despedir dependientes: el Santo Padre es muy sensible a la situación de las familias”.
La escalera Bramante, en los Mujseos Vaticanos. El cierre por la pandemia hundió las finanzas de la Santa Sede. Foto: AFP
El español Guerrero Alves, que el Papa ha promovido a una posición clave en el manejo de los agitados problemas económicos de la Iglesia, señaló que “un momento de desafío financiero no es un momento para rendirse y ser “pragmáticos olvidando nuestros valores”.
Los laicos participan de las restricciones solo en el congelamiento de la progresión salarial por antigüedad cada dos años. Además el Papa ordenó que la medida no afecte a los laicos que están por debajo del cuarto nivel de remuneración y aquellos que estén enfermos o tengan problemas especiales de familia.
Bergoglio cree que “la contención de los gastos deben seguir criterios de proporcionalidad y progresividad”.
Una crisis de larga data
Francisco afirma en el “Motu Proprio” que el fantasma del déficit asedia la gestión económica de la Santa Sede “desde hace varios años”. “La situación creada por la pandemia ha afectado negativamente todas las fuentes e ingresos de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano”.
En la mira de los recortes salariales quedaron los clérigos, los religiosos y “los niveles más altos”, o sea obispos y cardenales que se desempeñan en el Vaticano.
La reducción de los salarios clericales son por tiempo indeterminado, o sea que la era de las vacas flacas durará bastante tiempo.
El Papa Francisco no quiere despedir empleados del Vaticano, pero explicó que es importante el ajuste para sostener las finanzas. Foto: AP
Las disposiciones regirán desde el 1 de abril y abarcan el Vaticano, el Vicariato de Roma, los capítulos de las Basílicas Papales lateranense y Santa María la Mayor, la llamada Fábrica de San Pedro y la Basílica de San Pablo Extramuros.
Una fuente señaló que hasta el año pasado, cuando llegó el coronavirus, acudían a los Museos Vaticanos siete millones de personas que engrosaron en 150 millones de euros en 2019 las entradas. Desde 2020 hasta ahora esa cifra se aplanó casi a cero.
Al 10% de reducción del sueldo de los cardenales, se agrega el 8% a las autoridades eclesiásticas superiores, que incluyen a los jefes y los secretarios de la Curia Romana, los “ministerios” que son el órgano central de gobierno del Vaticano, donde reinan los monseñores importantes, obispos y arzobispos.
El recorte se reduce al 3% generalizado en el caso de los dependientes clérigos y religiosos, que abarca a todo el resto de curas y monjas, el llamado “personal no laico”.
Los sueldos de los 227 cardenales del Sacro Colegio, de los cuales en torno a 120 electores menores de 80 años son los que eligen a los Papas en el Cónclave, comprenden el llamado “plato cardenalicio” de 1500 euros que reciben todos los purpurados por pertenecer al exclusivo grupo de los príncipes de la Iglesia.
La Plaza San Pedro, desierta en la última navidad, en plena pandemia de coronavirus. Foto: REUTERS
La mayoría de los cardenales residen gratis en grandes departamentos, una parte con verdaderas joyas en materia de mobiliario, lujo arquitectónico y obras de arte. Son cuidados por un ejército de monjas a las que no pagan ni un centavo, que hacen de domésticas y secretarias.
Los obispos o arzobispos que se desempeñan en los altos cargos vaticanos cobran entre tres mil y cuatro mil euros.
Hay que señalar que la Iglesia italiana recibe una fortuna todos los años que proviene del ocho por mil de las declaraciones de réditos de aquéllos ciudadanos que optan en el reparto por dar sus dineros de la Iglesia Católica.
El año pasado el aporte proveniente de los impuestos reforzó los músculos financieros de la Iglesia italiana en 1.100 millones de euros. Oficialmente, semejante suma no se cuenta en el balance del Vaticano y la Santa Sede, a las cuales está estrechamente vinculad la Iglesia italiana, cuyo jefe es el Papa obispo de Roma.
Una buena parte de los clérigos, monseñores, obispos y arzobispos del Vaticano son italianos, como 22 cardenales del Sacro Colegio, por lejos la mayor representación nacional.
Vaticano, corresponsal
CB
Fuente Clarin
