En un mundo en plena transformación geopolítica, el riesgo reside en la pérdida de la autonomía estratégica, concretamente caer bajo el espacio gravitacional de alguna de las dos superpotencias. En ese contexto, quienes más se interesan por evitar una alineación automática son los países y espacios geoeconómicos que no se resignan a sacrificar sus intereses ni sus valores. La Unión Europea, la India y la ASEAN son ejemplos.
Por esa razón lo que acaba de suceder en la Cumbre del Mercosur resulta inentendible: ¿qué lógica inspiró la posición argentina?
Dos explicaciones surgen de inmediato. La primera es ideológica: nuestros socios del Mercosur objetivamente estarían alineados con Washington. En este caso nada se puede hacer ni esperar.
La segunda lectura es más compleja e incluye un conjunto de reflexiones. Ante todo quedó en evidencia la falta de preparación para conducir un evento que trascendía la celebración del XXX Aniversario.
También quedó en evidencia que estamos en minoría y que si algo no puede hacerse es caer en la soberbia y la sobreactuación.
El Gobierno argentino no puede ignorar que nuestros socios, pensando en el mundo de la post-pandemia, apuestan a una apertura inteligente que les permita captar mercados, inversiones e incorporarse a las nuevas cadenas de valor emergentes.
Esa agenda no podíamos ignorarla como país huésped. Nuestros socios hace años están reclamando un “service” del Mercosur y la Argentina se negó a escucharlos con argumentos propios de un modelo económico arcaico que no produjo ni crecimiento ni bienestar. Sabemos las razones, tenemos un Estado que limita y no incentiva la generación de valor.
El Mercosur sigue siendo una opción estratégica en tanto y en cuanto adopte una apertura inteligente. En esta geografía poseemos ventajas competitivas innegables, como la producción de alimentos, pero debemos contar con una estrategia: las estructuras productivas en el mundo que emerge se están moviendo y hace falta acompañar esas transformaciones.
Por esa razón urge un debate interno que se ha venido postergando y que de haberse encarado tal vez hubiera permitido acudir a esta Cumbre con una propuesta de agenda propositiva capaz de generar consensos.
Alberto Fernández en la cumbre del Mercosur, con sus pares de Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia.
Estaban dadas las condiciones, en el mundo que se asoma la “lógica de los antecedentes” no sirve. Tampoco es aconsejable moverse solitariamente porque la succión geopolítica existe. Y finalmente tampoco es posible mudar de geografía para convertirnos en una “Argestán”, lindando con China y Rusia.
Estamos en una subregión y contamos con una ventaja invalorable, nuestros intereses no colisionan y sólo sumando recursos de poder estaremos en condiciones de sobrevivir en un mundo donde el “dulce comercio” no es la regla y donde los “países veganos” no sobreviven.
Concluyendo, urge prepararnos para que no fracase la próxima reunión de Cancilleres del Mercosur, los plazos históricos prescriben.
El autor de esta columna es analista internacional y ex embajador.
Fuente Clarin