Washington. Corresponsal.- El ministro Martín Guzmán mantuvo estos días en Estados Unidos reuniones con inversionistas, funcionarios del Fondo Monetario Internacional y del Tesoro y –a pesar de que tiene una buena imagen como negociador– no logró aplacar en Washington y Wall Street la sensación de incertidumbre sobre el programa argentino. Menos aún por las señales que llegaban desde Buenos Aires.
El ministro se reunió primero con representantes de fondos de inversión en Manhattan y también con académicos, entre ellos a Joseph Stiglitz, su mentor en la Universidad de Columbia. Luego viajó a Washington, donde mantuvo reuniones técnicas con el staff del FMI y con la directora gerente, Kristalina Georgieva. También visitó al Tesoro –necesita el apoyo del gobierno de EE.UU. para un acuerdo–, y no quiso decir a qué funcionarios vio.
En los despachos del poder político y económico coinciden en que el ministro es un profesional respetado, moderado y que entiende el lenguaje de Wall Street y del Fondo. Les sienta muy bien como interlocutor, creen que es “una voz de sensatez” y que busca una solución a pesar de tener “restricciones políticas”.
Pero en Washington tienen que lidiar con fuertes mensajes que llegan desde Argentina y que complican la tarea de Guzmán, como las declaraciones de la vicepresidenta Cristina Fernández que dijo que el Fondo debe ofrecer mayor plazo y menor tasa para un acuerdo porque son “inaceptables”, mientras el ministro se reunía con la jefa del Fondo.
En Economía creen que lo que ella dice es “lógico y sensato”. Pero más allá de eso, en Estados Unidos ese mensaje suena muy disruptivo y hace crecer la desconfianza que reina aquí sobre quién tiene el poder en la Argentina.
“Las declaraciones de Cristina Fernández afectan mucho a un acuerdo futuro entre el Fondo y Argentina. Restan credibilidad a los entendimientos entre el ministro Guzmán y el Fondo, porque muestra que las decisiones económicas y anuncios económicos importantes no las realiza el ministro”, dice a Clarín Pablo Guerrón, profesor de Economía del Boston College.
“Sin los comentarios de la vicepresidenta, la visita del ministro habría creado expectativas más positivas en los mercados de capital”, agrega este experto en macroeconomía y finanzas internacionales, que sigue de cerca el caso argentino.
Además, las declaraciones de Cristina obligaron al portavoz del Fondo a poner un freno público a ese tema porque salió a ratificar en una conferencia de prensa que el acuerdo que se negocia tiene plazo de pago de 10 años y que no se cambiaría solo para la Argentina.
Benjamín Gedan, director del Argentina Project del Wilson Center, señala a Clarín que “Guzmán es un buen representante del gobierno de Argentina, y es obvio que él realmente busca un acuerdo con el FMI. Casi hace olvidar que elementos de su propia coalición prefieren demonizar el Fondo a negociar un nuevo programa”.
Gedan apunta a las dificultades en el frente político interno del Gobierno. “Este es un buen momento para negociar con el FMI”, ya que el Fondo reconoce el impacto de la pandemia y no está exigiendo ajustes rápidos, dice el experto.
“Pero lamentablemente, parece que la prioridad del presidente es llegar a un acuerdo de baja calidad que carezca de las condiciones que podrían mejorar la competitividad de la economía. Para no ofender a un sector de su coalición, él usó su discurso del 1 de marzo solamente para fustigar al Fondo y la antigua administración por el fracaso del último rescate del FMI”, agrega.
“Pero la postura de la vicepresidenta –dice Gedan– es mucho peor. Para ella, el Fondo es un demonio que debe pedir perdón de Argentina y perdonar la deuda del país”.
Durante la gira, no se despejó la incertidumbre sobre cuándo se cerrará el acuerdo ni cómo será. Si bien Guerrón resalta como positivo que tras la gira de Guzmán el FMI y la Argentina continuarán dialogando, “por otro lado, el anuncio del FMI no deja claro que un acuerdo esté a la vista. Las declaraciones del portavoz del Fondo confirman que no hay un calendario”.
Lo único que trajo Guzmán en sus manos es un “consenso de principios” sobre el futuro plan, que en Economía festejan como un “importante paso”. Guerrón señaló que en esos puntos “el Fondo deja claro que las áreas económicas de preocupación y que requieren atención y trabajo por parte de Argentina son: controlar la inflación, mejorar la productividad y las exportaciones, y desarrollar el mercado de capitales”.
Otros analistas como Héctor Torres, ex representante argentino ante el Fondo, creen que esos consensos son demasiado básicos y los define como “un acuerdo sobre ‘motherhood & apple pie’”, una expresión en inglés para decir que se trata de algo en lo que todos coincidimos: el amor maternal y lo rica que es la tarta de manzana. “Decir que la inflación es multicausal y que hace falta agregar valor a las exportaciones es de una obviedad total”, dijo a Clarín.
Gedan señala que “Guzmán entiende que Argentina no puede atraer inversión y lograr crecimiento sostenible con control de precios, control de capitales y muchas otras distorsiones. La Argentina necesita un acuerdo con el Fondo”.
Igualmente este experto, que trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional durante la presidencia de Barack Obama, cree que “el FMI e importantes miembros de su directorio, como Estados Unidos, quieren ayudar. Por eso, no van a pedir condiciones exigentes. Pero sí querrán ver un plan económico que pueda eliminar el déficit, bajar la inflación y fomentar el crecimiento económico”.
Fuente Clarin