Casi todos los vecinos de Río Gallegos tuvieron claro desde un principio lo que había sucedido con Vicente, solo del otro lado del mostrador se sostenían con una versión diferente los acusados, y sus abogados defensores, claro.
La Justicia y su fallo a prisión perpetua para el llamado “Clan Maillo” terminó de cerrar el impactante caso, el crimen de Vicente Maillo (60), reconocido y querido comerciante de la ciudad, víctima de la codicia de su mujer y sus hijastros. De su suegra también, especialmente de ella, María del Carmen Espiritoso (83), la ideóloga del plan: contratar a un sicario para matar a Vicente, que los iba a dejar a todos afuera de la herencia.
Tras la lectura del fallo, se difundió el contenido del veredicto y los datos que surgen allí son impactantes. Susana Reina (57), sus dos hijos y el sicario recibieron la pena máxima, acusados del crimen del comerciante en 2017.
“Acuerdo familiar entre Espiritoso, Reina y los hijos José y Luis, con un interés común que era netamente económico y, ante que se pierdan los privilegios, la vida holgada, la vida fácil y los bienes a heredar se concreta el plan criminal”, concluyó el tribunal, según lo publica el sitio local La Opinión Austral.
Vicente Maillo y Susana Reina, con su hijo Luis Maillo. El comerciante de Río Gallegos, luego asesinado, le había dado su apellido.
La autora intelectual fue Espiritoso, fallecida en octubre del 2019 y quien quedó eximida de la acción penal por esa condición. “Reina estuvo influenciada por su madre María del Carmen Espiritoso, que por carácter dominante ejercía superioridad anímica y diseñó un plan por el que harían pasar el hecho como un robo”, detalló la investigación.
A Maillo lo mataron de cuatro puñaladas durante la madrugada del 16 de noviembre de 2017. Su familia intentó simular otra situación, pero las sospechas comenzaron a rodearla enseguida. El acceso a toda la información previa al crimen permitió determinar que los pensamientos para terminar con Vicente y quedarse con la plata de la herencia comenzaron unos tres meses antes del ataque. La relación entre Vicente y Reina ya estaba rota.
Entre agosto y septiembre del 2017, según se pudo saber tras peritar las computadoras de Reina y uno de sus hijos, José Maximiliano (37), ambos buscaron en Google sobre noticias policiales. “Le dio el pésame al padre y al otro día se entregó porque era el asesino”, fue una de las notas leídas por el mayor de los Maillo.
Algo muy fuerte ocurrió durante el Día de la Madre de 2017. Ese 22 de octubre, Maillo, dueño de varios bazares, notó que la recaudación del día venía muy abajo, era de sólo 700 pesos en una de las cajas. Entonces decidió tomar la posta durante el resto de la jornada, se hizo cargo él y al final cerró en 70 mil pesos. Obviamente, alguien le estaba robando dinero.
La despedida de Maillo reunió a muchos vecinos de la ciudad de Río Gallegos.
Otro capítulo que hacía prever que la familia estaba en “algo raro” fue cuando el 8 de noviembre, apenas una semana antes del homicidio, “Luigi” (Luis, el menor, de 26 años, que se daba la gran vida en Buenos Aires) llegó a Río Gallegos en su flamante Audi A4. Durante esos días, las visitas a la casa de su abuela, que tiene una peluquería en el salón del frente, fueron recurrentes.
Javier Etchebarne (22), un joven radicado en Buenos Aires, que tenía vínculo con la novia de Luis y se dedicaba a la albañilería, llegó durante la mañana del 15 de noviembre a Río Gallegos. Las cámaras de Aeroparque lo detectaron con remera negra, pantalón corto blanco, zapatillas azules y un bolso Nike negro. Era el sicario contratado. No encendió su celular hasta que regreso a Buenos Aires.
Ese mediodía, del bazar Doña Ana, Reina y Luis sacaron una caja con un cuchillo con guirnaldas navideñas para despistar. El plan ya estaba bien avanzado y en cuestión de horas se terminaría ejecutando.
Fue por la noche, cuando tras la cena familiar Vicente comenzó a sentirse mal, hasta entrar una especie de somnolencia. Su suegra había preparado la comida (albóndigas con puré) y un somnífero había hecho el resto del trabajo. El sicario entró de madrugada, le dio cuatro puñaladas y se fue.
La esposa de Vicente Maillo, el comerciante asesinado en 2017 en la ciudad santacruceña de Río Gallegos. Foto: Walter Díaz/Télam
Otro detalle que se comprobó y que sirvió para abonar la hipótesis del plan. El 20 de octubre, Reina fue al Banco Santa Cruz y sacó 90 mil dólares. Buena parte de esos billetes habrían ido a parar al pago del sicario, según fundamentó la Cámara Oral.
La condena, el final
La lectura del fallo se dio este jueves y se dio en el Salón de la Escuela de Policía provincial. Allí se desarrolló todo el juicio, que en esta última audiencia no tuvo la presencia de Reina, pero sí de sus hijos y del autor material del crimen.
La sala estuvo repleta, aunque manteniendo los protocolos impuestos por la pandemia. También hubo vecinos en las afueras. Todos se abrazaron cuando se leyó el fallo del tribunal que presidió el doctor Jorge Cabral. Los cuatro fueron condenados por la misma causa: coautores de homicidio agravado por el vínculo, por el pago de precio o promesa remuneratoria, por alevosía, codicia y por el concurso premeditado de dos o más personas.
“No creo que podamos decir todo lo que sentimos. Se hizo justicia. Vicente no vuelve pero al menos sabemos que sus asesinos estarán presos de por vida”, dijo visiblemente emocionada Petra, una de las hermanas de Vicente Maillo. “Este fallo nos consuela de alguna manera. Era el fallo que esperábamos. Se hizo justicia”, cerró.
Por su parte el fiscal Iván Saldivia dijo sentirse “muy conforme, era lo que esperábamos nosotros. Eran varias pruebas para llevar a esta conclusión, a una condena de esta naturaleza, estamos muy conformes”.
Luis Maíllo (izq.) y José Maíllo (c.) dialogan con su abogada instantes previos a la sentencia del juicio por el crimen de Vicente Maíllo.
La teoría de la entradera duró apenas cuatro días. Al menos para la jueza Marcela Quintana quien, tras estudiar las cámaras de seguridad y tomar declaración a la familia, encontró varias contradicciones. Enseguida ordenó la detención de la mujer, sus hijos y de Espiritoso como “coautores de homicidio agravado por el vínculo, por el pago de precio o promesa remuneratoria, por alevosía, codicia y por el concurso premeditado de dos o más personas”.
Es que tras recoger testimonios y con las pruebas acumuladas, la jueza no dudó que se trataba de un asesinato ordenado por la familia.
A Maillo lo mataron de cuatro puñaladas. Una de ellas, le perforó el corazón. No pudo reaccionar. En principio, las mujeres declararon que a Reina la habían atado y amordazado. Y que logró librarse gracias a su madre. A la justicia no le cerraban algunas cosas. El ladrón no se llevó nada y Reina no tenía ni un rasguño. Los cuatro fueron detenidos y quedaron con prisión preventiva.
A la semana, una delegación de la policía de Santa Cruz capturó a Etchebarne. A esa altura, la ciudad de Río Gallegos estaba conmovida por el asesinato.
Maillo había descubierto que en sus cuentas bancarias había movimientos voluminosos de dinero que él nunca había autorizado. Además su hijo Luis (su preferido) vivía en Puerto Madero, tenía un auto de alta gama y salía de noche con continuidad. Los 20 mil pesos que le mandaba mensualmente les duraban una semana.
Vicente Maillo era un vecino y comerciante muy querido y reconocido en Río Gallegos.
La investigación tuvo un giro importante el año pasado cuando la familia acusada de matar a Maillo contrató un estudio de abogados comandado por Carlos Telleldín, involucrado en el atentado a la AMIA de lo cual fue absuelto en el 2020. Telleldín elaboró otra teoría: que se trató de un crimen pasional. Según el abogado, Reina había matado a su marido cansada de las infidelidades y de la violencia psíquica, económica y física ejercida por el hombre.
Si esta hipótesis se probaba hubiera permitido una pena menor para Susana Reina y sus hijos hubiesen quedado en libertad, fuera de la causa.
El tribunal que los condenó estuvo integrado por Joaquín Cabral, Jorge Yance y Enrique Arenillas. Una de las jornadas se realizó fuera de ese lugar, ya que todos fueron a la casa, escenario del hecho, para comprobar si, como decía Reina, el cuchillo que había utilizado para asesinar a su marido se encontraba escondido detrás de la heladera.
Uno de los bazares de la familia Maillo, uno de los comercios más importantes de la ciudad.
La justicia encontró dos cuchillos. En uno había muestras de ADN de Maillo y su forma no coincidía con la de las heridas del comerciante.
Según una pericia, se estableció que el asesino de Vicente lo hizo estando parado, al lado izquierdo de la cama, con un cuchillo con filo de un solo lado, apuntando el mismo hacia el homicida. Esto nada tuvo que ver al relato de Reina, quien sostuvo haberlo atacado arrodillada y con un cuchillo de doble filo.
Fue el dato que terminó por condenarla, junto a sus hijos, de por vida. Su madre, la suegra de Maillo, lo ideó todo. Pero ella no pudo ser condenada.
Chubut. Corresponsal.
GL
Fuente Clarin