El cura Justo José Ilarraz fue condenado a 25 años de prisión por abuso y corrupción de menores en Paraná.
Hernán Rausch, una de las víctimas y primer denunciante del cura Justo José Ilarraz, condenado a 25 años de prisión por abuso y corrupción de menores en Paraná, pidió que se aplique “celeridad, sin más demoras” en la resolución de las múltiples causas de abuso sexual y pedofilia que involucran a curas y obispos de la Iglesia Católica.
“Quisiera un día y de una vez por todas despertar una mañana y asombrarme al ver en las noticias aunque sea una acción, una medida real respecto y sobre los abusos sexuales acaecidos. Quiero ver hechos, una actuación sobre los curas pedófilos y pederastas”, dice Rausch en una carta titulada “Sin respuesta”.
En el escrito enviado a Télam, Rausch remarcó la “molestia e indignación de muchos cristianos” tras escuchar que el Papa Francisco pidió “luchar contra la corrupción y los abusos de poder”, y a “pedir la gracia del estupor”.
“Transcurrido todo este tiempo, pienso en mi historia y la de muchos compañeros del Seminario y sus familias, que a pesar de todo seguimos perteneciendo al organismo católico, confiando aún en su doctrina, basada y fundamentada en el evangelio, y al parecer nada de lo expresado hace eco en su institución”, agregó.
En ese sentido, recordó que “existieron y existen sobradas pruebas para excusarse en los largos procesos que lleva adelante la Iglesia mediante el derecho canónico” contra los curas acusados y condenados de abusos, quienes buscan “siempre dilatar, minimizar y echar olvido en las personas”.
“Pero las personas de bien no olvidamos, queremos definición sobre los sacerdotes pederastas y sobre sus encubridores que, conociendo los sucesos, cargaron sobre nuestras espaldas los sufrimientos, a costa de su buena reputación, tal vez hasta hoy sostenidas, al poseer altos rangos y prestigio”, enfatizó.
Rausch señaló que las “faltas de concreciones por encima de los abusos se sienten hasta como una falta de respeto al bautizado, al creyente, auténtico cristiano, que confió”.
Las respuestas “sólo orales, decorosas y sin reducciones ni castigos hacen parecer que el perdón y los beneficios son para el acusado degenerado, y al valiente sobreviviente, sólo murmuración y censura”.
“Si (el Papa Francisco) reacciona con esa lentitud, lo único que genera es desconfianza, sospechando acomodos, intereses e influencias, ¿por qué decirle sí a Dios?” preguntó Rausch y consideró que “con sus carencias, descuidos e incumplimientos al parecer puja para alejar a los fieles”.
Además, pidió una Iglesia “comprometida en lo moral y ético, renovada, exhortada en el perdón pero también en el escarmiento”, y recordó un relato bíblico donde Jesús perdona a un ladrón, pero que al perdonarlo “no lo libera de la pena ni lo envía, como envían curas a otros lugares, sino que el culpable paga con castigo”.
En la carta aseguró que no busca “milagros, muerte ni infierno a los responsables y acusados”, sino que se trata de “aplicar las normas eclesiales que rezan en el código de derecho canónico, ante tan crueles acontecimientos y realidad”.
“Que se aplique celeridad, sin más demoras, a los tratamientos eclesiásticos, como así también en algunas sedes judiciales varadas”, concluyó Rausch.
El sacerdote Ilarraz cumple prisión preventiva, bajo la modalidad de arresto domiciliario, en un departamento de su familia ubicado en Paraná.
Fuente Telam