Por Enrique Guillermo Avogadro
“Lo peor de las pestes no es que matan los cuerpos sino que desnudan a las almas, y ese espectáculo suele ser horroroso”. Albert Camus
El Gobierno, encarnado en la PresidenteVice, continúa exhibiendo la miseria que anida en el alma de cada uno de sus integrantes, en especial en aquéllos que han sido impuestos por el Instituto Patria, a veces despidiendo a los pobres “albertistas” y, siempre, comandando efectivamente las diferentes áreas capaces tanto de instrumentar las venganzas de Cristina Fernández cuanto de generar recursos públicos para apalancar sus ambiciones de fundar una dinastía hereditaria.
La pandemia se ha transformado en una herramienta formidable para estas malas intenciones, sea por los enormes sobreprecios en la compra de distintos insumos sanitarios, desde ambulancias bonaerenses hasta víveres para los comedores populares, sea por los negocios tan turbios vinculados a la compra de las distintas vacunas, muchos de ellos relacionados con los absurdos viajes fletados a Aerolíneas Argentinas. Las hienas y los buitres carroñeros y ladrones no se inmutan siquiera ante la muerte de tantos ancianos a los cuales faltan aquéllas con las que se protegieron canallas de toda índole, sus adláteres y hasta sus jóvenes amantes; es más, impunemente exhiben sus pinchados brazos y sus dedos en V como un logro.
Por su parte, la ambiciosa emperatriz patagónica dedica todos sus esfuerzos a demoler al pobre tipo al que sentó ella misma en el sillón de Rivadavia porque no concibe que, transcurridos un año y cuatro meses desde entonces, nada haya logrado en el campo judicial, que tanto le preocupa y, por sus hijos, la aterra. Pero, como además los que la rodean son básicamente chapuceros, tampoco los reiterados ataques a la Corte, a los jueces y a los fiscales lograrán tranquilizarla; antes bien, todos esos inmundos esfuerzos sólo han logrado, hasta ahora, que las víctimas se abroquelaran en su defensa corporativa, en especial después de la designación de un feroz sicario, Juan M. Soria, como Ministro de Justicia.
Hay algo que llama poderosamente la atención: la indignidad en la que caen reiteradamente el Presidente Pinocho, sus ministros y secretarios de Estado, que son obligados a desdecirse ante sus interlocutores locales o extranjeros, incluidos organismos internacionales y gobiernos de otros países. De Alberto Fernández, a la luz de los archivos que lo condenan, nada debería sorprendernos porque carece de principios, pero el Ministro de Economía o el Canciller son los peores ejemplos de esta situación; no me explico por qué Martín Guzmán, con un pasado académico más que razonable, no envió su indeclinable renuncia desde Washington y se quedó dando clases en Columbia tras el discurso de Cristina Fernández el 24 de marzo, ratificado en sus disparates por su teórico jefe, que lo dejaron colgado del pincel en medio de sus negociaciones con el FMI; o por qué no pega un portazo Felipe Solá, tantas veces desmentido en su inocente verborragia.
Obviamente, la agenda de la PresidenteVice nada tiene que ver con las necesidades de la comunidad, traducidas en las simultáneas crisis provocadas de inseguridad, de salud, de educación, de pobreza y de hambre. Que hoy el kirchnerismo esté intentando, a como dé lugar, postergar las elecciones de medio término son la mejor prueba de ello. Un Poder Ejecutivo que mandó a millones de jubilados a la calle en pleno invierno por improvisación y mala gestión, que pretendió adquirir otro vestidito negro con la manifestación por la muerte de Diego Maradona, que todos los días genera caos en la calle con los masivos cortes de los movimientos sociales adictos, que festejó que miles de bolivianos concurrieran a las escuelas argentinas a votar por el partido de Evo Morales, ahora pretenda invocar la pandemia (¿inclusive exagerando los datos de contagios y muertes?) para lograr su objetivo electoral, habla muy claro de la inmunda catadura moral de sus integrantes. También dice mucho de la ingenuidad de algunos dirigentes de Juntos por el Cambio, que aceptaron sentarse a analizar el tema con los tahúres del Frente de Todos, irremediablemente tramposos.
No hay posibilidad de diálogo alguno con esos tipos y su jefa espiritual, porque simplemente pretenden una cosa por completo distinta: como a esta altura resulta superfluo mostrar nuevas pruebas, ya que continúan combatiendo al capital con sus extorsionadores socios sindicales, resulta innegable que quieren convertir a la Argentina en un país en el que toda su población dependa del Estado para sobrevivir, como sucede en Formosa, Cuba o Venezuela, y que los recursos necesarios para lograrlo provengan de exclusivamente China (Rusia e Irán no pueden colaborar); esa es la razón del abierto boicot a cualquier negociación con el FMI, con el Club de Paris y hasta con los acreedores externos.
En la medida en que, como ya ha comenzado a suceder, el Gobierno se apresta a inundar al Conurbano de chapas, cartones y papelitos de colores, y ha entronizado como Juez Electoral de la Provincia al impresentable y chicanero Alejo Ramos Padilla para facilitar el fraude, cada vez resulta más urgente que todos los caciques de la oposición racional se pongan de acuerdo para ir unidos a estas trascendentales elecciones legislativas. Por mi parte, he propuesto una idea, no la única ni seguramente la mejor, que podría servir de base para ese proceso (https://tinyurl.com/54nywy25); le ruego la difunda, con vistas a que los jefes de los distintos partidos políticos escuchen a la sociedad y obedezcan su mandato.
Contra viento y marea, deseo para usted y los suyos una muy feliz Pascua de Resurrección (o Pésaj, en su caso) pero, en especial, lo requiero y lo imploro para esta tan vapuleada Argentina.