Tras el colapso de la Unión Soviética, tanto Ucrania como Rusia heredaron diferentes tipos de tecnología militar de ese período histórico. A través de los años, las empresas del sector de defensa de Ucrania emprendieron un intenso y prolongado trabajo, direccionado a un mayor desarrollo en la búsqueda de tecnologías con estándares occidentales. Rusia, al detectar la competencia, decidió no seguir el camino del mundo moderno y escogió el atajo más corto: desacreditar a sus competidores a través de “operadores” de la inteligencia y sus contactos extranjeros, en todas partes del mundo. En este momento, el espacio mediático en el sudeste asiático desborda de información falaz que manifiesta que, las empresas de defensa de Ucrania supuestamente carecerían de capacidad y potencial para competir en los mercados internacionales de armas y equipamiento militar.
La sociedad comanditaria por acciones de Rusia, Rosoboronexport, junto con la bielorrusa BSVT-New Technologies, están ahora mismo generando desinformación sobre la sociedad anónima estatal Artem, una empresa ucraniana del sector de defensa. Pretenden “sembrar” la idea que la certificación para la producción de misiles teledirigidos para la aviación de alcance medio R-27 ha sido revocada, cuando Ucrania tiene su propio desarrollo. Al mismo tiempo, en un intento por comprometer a otra empresa ucraniana – Radionix -, los expertos en inteligencia rusos están haciendo circular informes sobre el nuevo localizador óptico producido por Ucrania, y que supuestamente presentaría fallas en los misiles R-27.
En el presente, Ucrania no utiliza en absoluto ningún tipo de componente ruso. Las modificaciones de misiles se distinguen por la utilización de dos tipos de cabezas de búsqueda: radar semiactivos e infrarrojo (térmico). El misil fue incorporado para su uso en la Fuerza Aérea Soviética en 1984, mientras que las variantes de cabezas de búsqueda con radar y térmicos se utilizan en casi 20 países, incorporados a los cazas Su-27 y MiG-29. Los misiles fueron producidos por la sociedad Artem, en Kyiv, la compañía que en la época soviética fue paladin en el ensamblaje en serie de misiles para la aviación. En consecuencia, después de la caída de la Unión Soviética, Ucrania continuó siendo el principal proveedor de R-27 a los mercados extranjeros, habiendo exportado más de 5.000 unidades. Los principales compradores de estos misiles guiados son los países cuyas fuerzas aéreas se sirven de aviones Su-27 y MiG-29. Este enorme mercado abre muchas oportunidades para Ucrania, lo que la convierte en el principal competidor para Rusia.
Es por eso que, después del colapso de la Unión Soviética, comenzó a ser una costumbre que Ucrania y Rusia se enfrentaran en el desarrollo y producción de cabezas de búsqueda activas. La dirección de ese entonces de la empresa Artem, declaró que Ucrania había ofrecido a la parte rusa un proyecto prometedor para la actualización conjunta del misil R-27, pero a pesar de las garantías de “amistad” y cooperación técnico-militar, la propuesta nunca recibió apoyo de esta última. La parte rusa apostó por la propia producción de misiles aire-aire con sus propias cabezas de búsqueda activas. Cabe destacar que la unidad de control del misil ruso R-77 fue desarrollada y producida por la Oficina de Diseño Luch de Kyiv, que una vez más puso de manifiesto el nivel de dependencia con relación a Ucrania que posee el complejo de defensa ruso.
Después de desencadenarse la guerra en el este ucraniano, Kyiv puso fin a cualquier tipo de cooperación con Rusia en el desarrollo de cabezas de búsqueda activas guiadas por radar, por lo que la industria de defensa ucraniana decidió de forma independiente lanzar su propia producción de componentes de misiles para la aviación. Para 2014, todas las capacidades domésticas que trabajaban en los sistemas de cabezas semiactivos y activos, ambos como una parte clave de los misiles modernos, se concentraron en la empresa ucraniana Radionix, que, junto con Luch, está trabajando para modernizar y crear nuevos modelos de misiles anti-aéreos de pequeño y mediano alcance.
En conclusión, la industria defensiva de Rusia está paralizada con enormes deudas y fallas relacionadas con la corrupción sistémica. Los desarrollos actuales sugieren que Moscú, en lugar de acrecentar su propio potencial científico y tecnológico, está invirtiendo más fondos en servicios de inteligencia encargados de llevar adelante campañas de información agresivas contra Ucrania y otros competidores potenciales. Es imperativo, en este momento, cuando muchos y nuevos productos militares producidos por Ucrania están ingresando a los mercados globales, que los actores interesados se aseguren de filtrar las campañas sucias por parte de Rusia y optar por verificar personalmente la calidad de los productos. Después de todo, SJSHC Artem es un fabricante exclusivo de misiles R-27 de varias modificaciones, que está en posesión de un completo set de documentación de diseño del mismo.