Un preso que no quería salir de la cárcel. Así podría resumirse la historia de Osvaldo Alejandro Longobuco Calidoni, de 75 años, condenado a perpetua por homicidio y detenido durante más de cuatro décadas.
A pesar de sus deseos, abandonó la cárcel este lunes, luego que un juez confirmara que su pena se había cumplido hace 20 años.
El pedido fue presentado por un defensor oficial que lo entrevistó y se llevó una sorpresa. En la charla, Longobuco le dijo que no quería dejar la prisión ni ser derivado a un geriátrico, y manifestó su “voluntad la de no evitar ni un minuto de la pena que le fue impuesta”.
También se mostró conforme con las condiciones de detención en el penal de Sierra Chica, donde está alojado desde 1979. “Refirió que no tiene domicilio, que donde está tiene techo y comida seguro, ponderando la buena estructura del lugar de alojamiento”, explicó el juez Alejandro Horacio Lago, titular del Juzgado de Garantías N° 1 de Morón.
En su resolución, Lago detalla que Longobuco fue detenido el 28 de febrero de 1979 por el crimen de Elvira Casimira Orellana. Diez meses después fue condenado a perpetua por el delito de “homicidio agravado por el vínculo”.
En 1996, al cumplirse los 20 años de encierro según los cómputos establecidos por la ley, ya estaba en condiciones de acceder a la libertad condicional, pero nunca accedió al beneficio.
Liberan a un preso detenido desde 1979
Fue decidido por el juez Alejandro Horacio Lago
En un acta, firmada el 11 de septiembre de ese año, Longobuco manifestó que no tenía posibilidad de fijar un domicilio para seguir cumpliendo con su pena.
El juez señala en el fallo que, pasados los cinco años de la obtención de la libertad condicional -beneficio al que Longobuco nunca accedió- se produce la extinción de la pena. Esa fecha, deseada por todo detenido, se cumplió el 8 de octubre de 2001.
Este lunes, casi 20 años después, Longobuco seguía detenido en el pabellón 16 de la Unidad Penal N° 2 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).
En una entrevista con Gustavo Giachino, defensor general adjunto del Departamento Judicial de Morón, contó que hace más de 10 años que no tiene contactos con sus hijos, que no tiene amigos y que no recibe visitas. También aseguró que busca cumplir su condena a perpetua para pagarle a la sociedad de “punta a punta”.
Más allá de esos los argumentos expuestos por Longobuco, el juez Lago decidió ordenar su “inmediata libertad por agotamiento de la pena de prisión perpetua”.
“No puedo desconocer lo humano, en cuanto decía y expresaba al Defensor General local que el penal, es su lugar donde es seguro, comida, techo y vinculación social. Pero esa circunstancia de encierro no puede prolongarse”, explicó el juez en su fallo.
Desde el SPB confirmaron a Clarín que Longobuco abandonó el penal de Sierra Chica el lunes, mismo día en el que se firmó la resolución.
El magistrado libró un oficio al Patronato de Liberados, al Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia y al Municipio de La Matanza a tomar medidas para evitar que Longobuco quede en situación de calle.
“El Ángel de la Muerte”
Durante varios años de su extensa detención, Longobuco compartió penal con Carlos Eduardo Robledo Puch, el asesino serial más sangriento de la historia criminal argentina.
Fue condenado a perpetua por 11 homicidios y lleva 49 años preso, lo que lo convierte en el preso que mayor tiempo pasó tras las rejas. En esa lista también figuraba el detenido que este lunes abandonó la cárcel.
A los 69 años, Puch está alojado en la Unidad 26 de Lisandro Olmos. Fue trasladado allí tras pasar gran parte de su vida dentro de Sierra Chica, donde atravesó ocho motines. El más sangriento fue liderado en 1996 por “Los Doce Apóstoles”.
Después de cumplir 35 años en prisión, “El Ángel de la Muerte” hizo varios pedidos a través de su abogados para que le concedieran la libertad. Siempre le fueron denegados. Incluso llegó a escribirle una carta a la gobernadora María Eugenia Vidal para pedirle un indulto.
En junio de 2020, Clarín contó que Puch solicitó en distintas entrevistas con psicólogos y psiquiatras que le apliquen una inyección letal, aunque esto no se permita el país.
GL
Fuente Clarin