Por María Laura Avignolo
La trompeta conmovedora de The Last Post es la más evocativa despedida para un militar como Felipe, el duque de Edimburgo. Su funeral militar y familiar marca el fin de una era en la familia real, con el Covid como escenario de restricciones y pompa.
Un estilo que muere y una Casa de Windsor que no podrá reciclarse hasta la desaparición de la reina. Pero sufrirá la transición porque se encuentra en abierta y visible crisis.
Ha muerto el modernizador al que no dejaron modernizar. Esta transición caerá en manos del príncipe Carlos, el próximo conservador pero excéntrico heredero, que no podrá ascender al trono hasta la muerte de la reina Isabel, su madre, que va a cumplir 95 años.
La reina no va a abdicar ni permitirá que el príncipe Carlos sea un Regente. Sus cercanas intervenciones para resolver la crisis entre sus hijos, los príncipes Harry y William, o la partida de los duques de Sussex, Harry y Meghan, de la familia real, mostraron a un heredero con los problemas de siempre.
Una disputa de cartel y protagonismo, aun con sus propios hijos, que lo separó primero de la princesa Diana, después del príncipe William y Kate, y luego de Harry y Meghan. La seguridad en si mismo no es una de sus atribuciones.
La fórmula de salida de los Sussex de la familia real, la venganza de sacarle el derecho a usar los uniformes militares a un veterano de Afganistán como su hijo Harry terminó en el Megxit (un juego de palabras que une Meghan con exit, salida, y una alusión al Brexit).
Como consecuencia, en una entrevista mortal para la casa real, fue acusada de “racismo” por dos de sus miembros: su hijo menor y su nuera, la primera mestiza de la familia real.
Una acusación dura e irremontable ante el Commonwealth y ante el mundo, más allá de las divisiones que produjo entre las diferentes generaciones de británicos. Lo permitió su padre, el príncipe Carlos, que no detuvo ni al príncipe William, peleado con su hermano a causa de su casamiento con Meghan, ni a los cortesanos u “hombres de gris”, que diseñaron la represalia.
El príncipe Felipe, un modernizador
Militar, griego de origen danés y alemán, que hablaba fluido en cuatro idiomas, huérfano, mundano y pragmático, el príncipe Felipe supo lidiar con los medios de comunicación y avanzar con ellos en la evolución de la monarquía. Intentó adaptarla a los nuevos tiempos, contra la voluntad de los tradicionalistas cortesanos.
Produjo el primer documental espontáneo de la familia real, que la reina Isabel y la reina Madre detestaron. Nunca mas se exhibió. Pero los intentos individuales de la princesa Diana y el príncipe Carlos de usar los medios en su drama de divorcio causaron un daño enorme a la reputación de la Casa Real, para desesperación de Felipe, que entendía la dinámica de los medios. No vivía en una burbuja real.
El príncipe Harry y Meghan, en diciembre de 2017, junto al príncipe Felipe, antes de la crisis que llevó al nieto de la reina a mudarse a EE.UU.
La BBC jamás había recibido antes más protestas como cuando cortó su programación para emitir los programas preparados previamente ante la muerte del duque de Edimburgo.
Después de que una emocionada presentadora anunció su muerte, un documental mostró a sus propios hijos hablando en pasado de su padre, en una producción preparada cuando estaba vivo. Recordaron su forma de acercarse a los súbditos humanamente, sin romper el victoriano misterio de la monarquía.
Pero la coronación de la reina en 1953, la transmisión directa por la BBC, su casamiento, ya no tienen el mismo efecto en sus súbditos.
Hubo 50.000 quejas a la BBC exigiendo que continuaran con su programación porque “Gran Bretaña no es Corea del Norte”, cuando emitieron los materiales para conmemorar la muerte del esposo de la reina. Los espíritus están cambiando en Gran Bretaña, al igual que las lealtades a la casa real y sus miembros.
La recién coronada reina Isabel II, junto a su marido, el príncipe Felipe, en el Palacio de Buckinham, el 2 de junio de 1953. Foto: AP
Cambio de época
Es un buen ejemplo de cómo ha cambiado el mundo en torno a Isabel II, a lo largo de sus casi 70 años de reinado.
En el siglo XXI, después de la muerte de Diana, del casamiento de Carlos y Camilla, de la desaparición de la Reina Madre y la princesa Margarita, sin un solo monumento en homenaje a la princesa Diana hasta hoy, William y Kate consolidados como futuros reyes y Meghan y Harry fuera de la Familia real para ser productores de series de Neflix en California, el misterio con que los Windsor quisieron cubrir su vida para preservar la monarquía está develado.
Si algo faltaba, lo despojó The Crown, la serie, aunque sea una versión de Walt Disney ante las realidades y mezquindades de la familia real británica.
Al príncipe Felipe se le atribuyó la comprensión del poder y de la importancia de los medios de comunicación. Especialmente sabía cómo podrían usarse para mantener la relevancia de la reina.
Quizás lo más famoso es que estuvo detrás del impulso para que se televisara su coronación, lo que permitió que toda la nación compartiera el momento. Pero nunca consiguió que la reina Isabel diera una sola entrevista periodística a nadie. Y morirá sin hacerlo.
Los desafíos para el príncipe Carlos
¿Podrá el príncipe Carlos modernizarse, con más de 70 años, cuando llegue al trono para no seguir siendo un monarca completamente demodé en pleno siglo XXI, cuando todas las casas reales están conmovidas por escándalos de corrupción, de abusos de poder, de dobles vidas?
El príncipe Felipe y sus nietos William y Harry, en un desfile militar en 2006 en Sandhurst, Inglaterra. Foto: AP
“En cierto modo, Carlos está atrapado entre dos mundos. No está claro que disfrutará de la deferencia que su madre tuvo debido a sus intervenciones con los gobiernos a lo largo de los años, por lo que los monárquicos tradicionales podrían no confiar en que él hará el trabajo con el mismo nivel de integridad. Por otro lado, su marca personal ha tenido un éxito suficiente como para ser más personal y accesible. Pero podría no ser atractivo de la misma manera que William y Kate”, dijo Catherine Haddon, experta constitucional del Instituto de Gobierno.
Carlos deberá ser el próximo en el trono. No tiene demasiado tiempo ni paciencia de los súbditos para llevar adelante los cambios. La Casa de Windsor no imagina un salto de generación hacia William y Kate, Catherina como la llaman oficialmente en el palacio, que cuando se acerque más al trono deberá entrar al período de mudez gestual.
“Cada vez que se le pregunta al público quiénes son sus miembros favoritos de la familia, excluyendo a la reina, muy a menudo son William y Kate quienes salen a la cabeza. En general, y Harry y Meghan siguen demostrando ser populares entre los más jóvenes”, dijo Joe Twyman, director de la consultora de opinión pública Deltapoll.
Después de la muerte de la princesa Diana y la actitud de la Casa de Windsor frente a su fallecimiento, la impopularidad de la familia real llegó al suelo. Costó una elaborada operación de “spin doctors” y la directa intervención de la reina para salvarla.
Los cambios tras la muerte de Lady Di
Todos fueron forzados a cambiar, a abrirse, a utilizar las redes sociales, a transparentarse para no desaparecer. A promover los temas que hasta entonces eran tabú, como la salud mental, el cambio climático y la pobreza, aún contra la voluntad de la soberana.
La agenda debía ser modernizada si querían rescatarla. El misterio ya había sido destruido por los escándalos de los divorcios reales: solo la soberana lo mantuvo hasta ahora.
La herencia de Diana rediseñó a la Casa de Windsor. Desde su tumba marcó los tiempos, los cambios, los temas, los obligó a parecer más humanos y normales. Sus hijos William y Harry siguieron ese camino.
El casamiento de William y Kate en la abadía de Westminster convocó millones que lo celebraron en la calle.
El río Támesis, en un día desangelado y lluvioso, fue el protagonista del Jubileo de la Reina, que paseó en su dorada barcaza Juliana saludando a los súbditos. Evitaron sentarse en los tronos colorados, diseñados para la ocasión, porque el príncipe Felipe le advirtió a la soberana: ”Cabagge, (como la llamaba) , vamos a parecer el señor y la señora Beckam. No nos sentemos”. Su histórica y sarcástica irreverencia, a pesar que el frio lo mandó al hospital.
¿La hora de la reconciliación?
Este éxito, sin embargo, podría ser el catalizador de una serie de complicadas cuestiones constitucionales, que se plantearán cuando la Reina ya no esté con nosotros.
“La muerte de Felipe realmente es el comienzo del fin de una era. Es una historia que nos recuerda que la Reina es una persona, no solo una institución”, dijo Catherine Haddon. “La ironía es que sus parientes más jóvenes hasta la fecha han sido poco más que personalidades. No está claro qué tan bien eso se traducirá en convertirse en jefes de la monarquía”.
La muerte del príncipe Felipe, consorte inquebrantable del lado de la reina Isabel II durante más de 70 años, llega en un momento en que la familia real está bajo un intenso escrutinio público.
Retratos del príncipe Felipe y la reina Isabel II, en una vidriera en Windsor, en las afueras del Londres, este viernes. Foto: AFP
El funeral será mucho más que una muestra de dolor familiar del centenario “abuelo del reino”. Para sus súbditos quiere ser visto como un ejercicio de reconciliación entre los enfrentados miembros de la Familia Real. El tratamiento al príncipe Harry, los gestos de Carlos, William y Kate, la decisión de la reina para que fueran todos de traje o con jacket “para no humillar a Harry”, las condecoraciones, el lenguaje corporal, el tratamiento de la reina se convertirá en un examen de tolerancia y equilibrio de la Casa Real para la opinión pública, que no muestra hacia ellos la misma adhesión que antes.
Los políticos quieren un inmediato fin a este público ajuste de cuentas Royal, cuando son financiados por los contribuyentes.
Otro estilo
La pandemia modificó la forma de comunicar del mundo e incluso de la Casa Real. La reina mantuvo sus audiencias semanales con el primer ministro Boris Johnson por teléfono, desde su “burbuja sanitaria” en la Casa de Windsor.
El Zoom reemplazó los viajes, caminatas, bouquets y visitas a instituciones de una familia real reducida, tras la partida de Meghan y Harry.
Los nuevos tiempos probablemente profundicen este medio de comunicación, con compromisos más virtuales para la reina. En sus salidas siempre estará acompañada por un miembro senior de la Familia real.
La pompa y circunstancia tan británica, sus coloridas tradiciones militares pueden ser reducidas por razones presupuestarias y frente a una familia real pequeña que el príncipe Carlos quiere implementar. Un tema genera enormes tensiones entre sus hermanos, que han sido desechados, como el príncipe Andrés y sus hijas.
“La monarquía ha existido durante más de mil años. Se ha reinventado en numerosas ocasiones a lo largo de los siglos para reflejar los cambios en las normas sociales, las condiciones políticas y la opinión pública”, sostuvo la historiadora Harris.
El momento de los jóvenes
La muerte de Felipe probablemente “acelerará” y aumentará los deberes públicos otorgados a los miembros de la realeza más jóvenes. Habrá una mayor atención sobre el príncipe Carlos y su hijo, el príncipe William, ambos herederos del trono.
El reino sufre el Brexit, la amenaza del desmembramiento del Reino Unido si Escocia consigue su independencia, si los problemas y la violencia en Irlanda del Norte, a causa del protocolo que mantiene al divorcio europeo, finalizan en una Irlanda Unida.
Ha soportado una escisión desordenada y prolongada de la Unión Europea, tras el referéndum del Brexit de 2016. El mayor número de muertos por coronavirus en Europa lo tuvo Gran Bretaña.
Ahora está de luto por la muerte del centenario marido de la soberana. Cada hecho reformuló la identidad nacional colectiva en el reino.
La reina, de 94 años, es vista por muchos como una figura estabilizadora, definida por su silenciosa custodia de la institución, a través de controversias y crisis.
Pero con la muerte de su esposo, el duque de Edimburgo, el cambio de la vieja guardia también puede traer un cambio en las actitudes y valores reales.
“Las generaciones más jóvenes de la familia real están más inclinadas a decir lo que piensan y priorizar sus vidas personales además de sus deberes reales”, dijo Harris.
Las disputas públicas entre miembros de la realeza más jóvenes, incluso entre el príncipe William y su esposa, Catherine, y el príncipe Harry autoexiliado y su esposa, Meghan, que generan titulares en la prensa británica y estadounidense, también han puesto a la familia bajo un escrutinio sustancial.
“William y Kate también podrían buscar un equilibrio entre sus deberes públicos y su vida familiar con sus tres hijos”, señaló Harris.
“La vieja guardia seguirá siendo la vieja guardia. El príncipe Carlos es mayor”, interpretó Marlene Koenig, autora de las biografías reales europeas y británicas. “Carlos es lo que yo llamo una transición. El enfoque real son William y Kate”, agregó.
Koenig dijo que el hecho de que la monarquía supiera cómo evolucionar se debía en parte a Felipe, quien, al igual que el esposo de la reina Victoria, Alberto, había remodelado la institución, al estar abierto a algunas ideas nuevas y pragmáticas.
París, corresponsal
CB
Fuente Clarin