Quienes lo conocen bien, que son muchos, describen a Marcelo Figueiras, el dueño de los laboratorios Richmond, como un príncipe de las relaciones públicas. Figueiras, que ha sido el elegido para producir en Argentina la Sputnik, se encuentra en estos días en Moscú ultimando detalles y contratos. En esa relación con Moscú fue clave, según distintas fuentes, la bendición de Cristina Kirchner y el rol de la asesora de Alberto Fernández, la politóloga Cecilia Nicolini. En el ambiente de los laboratorios no sorprendió la elección de Richmond y especialmente de Figueiras: su mujer la ex senadora María Laura Leguizamón frecuentaba a Cristina en Olivos. TNA ya había anticipado cierta participación del gobierno
La pareja forma parte del círculo de amigos de Sergio Massa. Su consuegro es Ramón “Palito” Ortega y Martín Redrado, otro de sus compañeros de ruta.
Pero Figueiras trasciende esos vínculos. Su esposa lo introdujo en el mundo de los visitantes extranjeros y en sus oficinas se lo ve junto a Bill Clinton y Felipe González. Claro que también junto a la vicepresidente Cristina Kirchner y Daniel Scioli. Este contador público de la UBA de 58 años ingresó a los laboratorios Richmond hace 30 años a partir de una relación de amistad con la propietaria y se transformó en su principal accionista.
Al proyecto Sputnik lo venía madurando hace tiempo junto con su socio indio, el grupo Hetero Pharma. En marzo pidió ayuda a varios de sus colegas a los que frecuenta en Idea, la entidad que cobija a altos ejecutivos, para buscar en el mundo distintos componentes para que una vez llegado el principio activo desde Moscú el resto pudiese completarse en Argentina.
En la Comisión Nacional de Valores lanzó la semana pasada un fideicomiso por US$ 70 millones a raíz del acuerdo con la Federación Rusa para la vacuna desarrollada por el Instituto Gamaleya, creado en 1891.
Figueiras está urgido ya que necesita una ampliación de 1.500 metros cuadrados de su planta de Pilar que le costará 80 millones de dólares. Ya trascendió que el Estado aportará buena parte.
En eso está trabajando el Bice, el banco estatal de fomento que dirige José Ignacio de Mendiguren: “Para nosotros es un proyecto estratégico y estamos analizando cómo financiar una parte. Una posibilidad es vía el fondo aprobado por ley en 2020 para este tipo de proyectos. Otra es comprando una parte de las ON que lanzaron”, dijo a Clarín.
Fuentes de los laboratorios afirman que el respaldo económico también incluye a inversores privados.
Pero Figueiras tiene una dilatada relación con el Bice que creció en el gobierno de Cristina. Ya en 2009 le otorgó una línea de inversión por $ 12.000.000 a 6 años de plazo total incluyendo 18 meses de gracia, destinados a financiar obra civil y equipamiento para Pilar.
En 2011 consiguió otra línea de inversión por $ 8.000.000 a 6 años de plazo total, incluyendo 12 meses de gracia, también destinados a financiar obra civil y equipamiento, y continuar con las obras de Pilar. Y tiene una línea abierta de unos US$ 300 mil para las operaciones de comercio exterior. La provincia de Buenos Aires también busca participar en el apoyo financiero.
Es curioso pero son varios los que se adjudican la hazaña de que la Sputnik se elabore en el país. Los bonaerenses señalan que fueron ellos los primeros en contactar a los rusos.
El ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan señaló, según recordó el diario La Nación: “Venimos desde el primer día trabajando con Figueiras, le dimos el dato de que podían laboratorios argentinos producir la Sputnik y se fue rápidamente a Moscú. Vamos a estar produciendo desde la provincia de Buenos Aires vacunas para todo el país”. Cuentan que Figueiras ya se había conectado con el Gamaleya vía una gestión del gobernador de Tierra del Fuego que no prosperó y de eso le habló a Alberto Fernández cuando recorrió su planta en febrero.
En la primera etapa hará la vacuna en instalaciones alquiladas en Malvinas Argentinas y luego en Pilar se hará el proceso completo. Su meta es llegar a las 500 millones de dosis anuales en 2022. En este ínterin sus acciones ya subieron 30%. Mientras tanto en Moscú siguen los controles de calidad a las primeras pruebas de la Sputnik V que elaboró en su laboratorio.
Fuente Clarin