Cuándo usar “la bala de plata” que implica una nueva de fase 1. Ese es el interrogante que debe definir Alberto Fernández en el peor momento sanitario que afronta la Argentina desde que comenzó la pandemia del coronavirus. Con el sistema público sin demasiado margen en el Área Metropolitana de Buenos Aires y el sector privado al borde del colapso, el Presidente arranca la semana en la que debe renovar las medidas de aislamiento social con la certeza de que deberá imponer más restricciones para bajar el nivel de circulación pero la duda respecto a la conveniencia de apretar el “botón rojo” y replicar una cuarentena como la que impuso en marzo del año pasado.
En Casa Rosada, donde celebran que funcionarios porteños hayan empezado a hablar de endurecer las medidas en la Ciudad, admiten que a partir del 30 de abril -cuando vence el decreto de necesidad y urgencia en el que el Presidente fijó límites a la nocturnidad, prohibió las reuniones sociales y cambió el funcionamiento de la gastronomía, entre otras actividades-, habrá más restricciones, aunque todavía -aclaran- no está definido su alcance.
Cerca del Presidente insisten en la importancia que en los próximos días se refuercen los controles para hacer cumplir las medidas vigentes desde el 16 de abril y focalizan las críticas en la gestión porteña.
En ese sentido, señalan que la nota que días atrás le envió la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, a su par porteño, Marcelo D’Alessandro, advirtiendo por numerosos incumplimientos detectados en la Ciudad, llegó cuando “la situación no daba para más”.
Luego, conceden, se empezó a ver un cambio de actitud por parte de las autoridades porteñas, aunque -afirman- no son suficientes: “Todavía hay gimnasios que abren, bares que atienden en el salón, y tampoco hay mucha presencia en la calle para desalentar la prohibición de circular por la noche”.
Las declaraciones que este lunes hizo el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, que anunció que “si los casos suben tendremos que tomar más restricciones” fueron recibidas con tranquilidad en la Quinta de Olivos, donde el Presidente arrancó su jornada en contacto con sus ministros. Y también con cautela: recuerdan que el viernes, el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, había hablado de una curva “estabilizada”, lo que desató la ira de funcionarios nacionales y una dura respuesta del viceministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, que habló de una situación “crítica” y rechazó que haya “una meseta” de casos.
Leyeron, en ese movimiento de Quirós, una presunta intención de la Ciudad de “marcarle la cancha” al Presidente en la previa a una semana de definiciones.
Por eso, desde Nación, si bien celebran (“Más vale tarde que nunca”, reconocen) el cambio de discurso, reflejado también en palabras similares del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en un zoom con dirigentes de Juntos por el Cambio; dicen que la posibilidad de que haya acuerdo con el alcalde dependerá “de él”. “Nosotros no cambiamos, estamos en el mismo lugar. Que (Larreta) venga cuando quiera y lo atenderemos como a todos los gobernadores”, proponen en Balcarce 50.
Pese a los rumores, que daban cuenta de un posible encuentro entre ambos mandatarios el miércoles, tanto en Casa Rosada como en la Jefatura de Gobierno porteña aseguran que por ahora “no hay en agenda una reunión”. De ninguno de los dos lados se descarta que pueda ocurrir, pero nadie quiera dar el primer paso.
Tras delegar la tarea en el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, esta vez el Presidente planea escuchar de primera mano al consejo de expertos que asesora al Gobierno desde que comenzó la pandemia.
Durante el fin de semana, tras analizar datos el viernes con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, el jefe de Estado intercambió mensajes con especialistas que ven con mucha preocupación un inminente colapso sanitario. “No nos podemos dar el lujo de decirle a un argentino que no lo podemos atender porque no hay camas“, dijo el mandatario durante el acto en Merlo.
Pareció ser un anticipo de las decisiones que tomará. Por ahora, cerca suyo no ven inminente el regreso de la fase 1, como pidió por 15 días el ministro de Salud bonaerense Daniel Gollan. “Es una medida extrema que afecta mucho a la economía y por lo tanto hay que evaluar bien en qué momento tomar”, consideran. Y se inclinan más por un “cierre intermedio”, con más restricciones para bajar la circulación.
En esa línea, Nación vuelve a ubicarse en el medio entre el cierre extremo de Provincia y las medidas que, según trascendió, estaría analizando la Ciudad. “Parece muy poco”, calificaron desde el Gobierno nacional, en relación a la versión de que Larreta estaría dispuesto a limitar la construcción, la atención en el interior de los locales y prohibir los patios de juegos en plazas y los deportes al aire libre. “Algo más hay que tocar, porque el sistema no aguanta. Pero si no querés una cuarentena dura, tenés que bajar más la circulación y controlar”, replican.
Y completan: “Si se hacen los controles no es necesario” volver a fase 1. Eso sí, se atajan: “Igual todo depende de lo que pase estos días con los contagios”. ¿Habrá definiciones antes del viernes si la curva sigue creciendo? “No se descarta”, replican, dando cuenta de que el escenario está abierto.
Fuente Clarin