El ascenso de Federico Basualdo Richards a uno de los máximos cargos en energía -primero como interventor del ENRE, y luego como subsecretario de Energía Eléctrica- sorprendió hasta a los propios en el kirchnerismo.
Basualdo y Federico Bernal venían siendo los pilares del Instituto Patria en las tarifas. Cuando el Frente de Todos ganó las primarias -con una tendencia casi irreversible de cara a las generales-, todos imaginaron que Bernal ocuparía alguna poltrona relevante. Pero Basualdo resultó un “tapado”, que terminó en un puesto decisivo.
Bernal fue muy activo en las críticas a la política tarifaria de la administración anterior. A través de redes sociales, publicaciones propias, entrevistas, confrontó con los aumentos en las tarifas desde el minuto cero. Esa postura combativa siempre fue bien recibida por Cristina Fernández de Kirchner. La ex presidenta hizo mención a la familia de Bernal con un rol activo en otras etapas de YPF en un discurso publico.
Pero lo de Basualdo fue más inesperado. Si bien había formado parte del ENRE en la administración anterior de Fernández de Kirchner, no aparecía en el reparto de cargos para la política. De alguna manera, Basualdo logró que la Vicepresidenta lo escuche y lo valide como un referente energético.
Su designación como interventor en el ENRE fue la primera sorpresa. En el Gobierno suponían que otros nombres ocuparían esa silla. Pero Cristina aceptó que el presidente Alberto Fernández nombrara al secretario de Energía (Sergio Lanziani, que nunca pudo tomar una decisión, vaciado de poder), a cambio de reservarse otros loteos en cuestiones energéticas: los interventores de los entes reguladores, puestos decisivos en YPF, las represas de Santa Cruz, los yacimientos de Río Turbio.
Bernal y Basualdo venían trabajando sus agendas, pero en medio de la parálisis que provocó la inacción de Lanziani en Energía. El funcionario ni iba a su despacho en la cartera que debía supervisar. Dependía del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, que no lo tenía en cuenta. Kulfas llevaba las cuestiones de Energía con Juan José Carbajales, un subsecretario devenido -en los hechos- en una suerte de secretario.
Cuando Alberto Fernández decide que Economía se haga cargo de la secretaría de Energía, la política del sector comenzó a delinearse. El secretario de Energía, Darío Martínez, venía con la misión de conciliar las posiciones más duras (Basualdo y Bernal) con las más fiscalistas, que promovía el ministro de Economía, Martín Guzmán.
A Basualdo se lo premió por su gestión en el ENRE. Fue ascendido a subsecretario de Energía Eléctrica. El sugirió a Soledad Manín como interventora en el ENRE, su puesto anterior. Los alfiles de Cristina parecían consolidados.
Martínez buscó todo el tiempo mediar entre los interventores y Economía. Durante el verano, ese péndulo parecía inclinarse hacia los interventores, proclives a menores aumentos de tarifas, aunque eso implicara una mayor carga de subsidios. Pero algo cambió en los últimos días.
Bernal comenzó a aceptar, sólo en privado, que podría haber un aumento adicional en gas, al margen del 6% que ya había anunciado para mayo. No sería para las distribuidoras, si no para el precio de gas en boca de pozo (lo que cobran los productores). Ese incremento ayudaría a reducir subsidios.
Guzmán quería aumentos a la par de la inflación, en torno al 30%. Basualdo había dicho que podrían subir un 7%, hasta 9%, o directamente no aumentar. Después, cedió hasta 15% y lo hizo saber en intervenciones radiales.
Hasta él mismo estaba extrañado de las versiones sobre su eventual salida, que son de esta semana.
Es probable que jamás lo diga, pero otros funcionarios que lo conocen creen que la venta de Edenor (aún en proceso) podría haber tallado en esa decisión. El ENRE y la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) deben aprobar esa operación.
NE
Fuente Clarin