El último jueves Martín Guzmán comentó en la reunión de equipo económico que iban a aumentar las tarifas, que se estaba trabajando en la segmentación para que el ajuste fuera mayor entre los que puedan pagar y que iba a pedir la renuncia del subsecretario Federico Basualdo. Es probable que el ministro no haya podido medir en ese momento la maquinaria que puso en marcha. Pese, a que ha dicho a sus íntimos que su situación es la de “empate técnico”, el daño está hecho.
La inmediata reacción de La Cámpora, que en otros ministerios calificaron de “histérica”, fue inmediata. Lo cierto es que dio sus frutos ya que logra sostener por ahora a uno de sus alfiles en la secretaría de Energía, aunque ya esté decidida la fecha de salida. Cada día que pase en el cargo debilita a Guzmán.
Este fin de semana hubo indicios de todo tipo. Y recién ayer por tarde le comunicaron a Guzmán que será parte de la gira presidencial a Europa de los próximos días. Era el respaldo que esperaba el ministro para continuar en el cargo. El viaje arranca el 10 de mayo y durará cinco días. Visitarán en primer lugar España, luego se dirigirán a Portugal, también Francia, donde ya tienen confirmada una reunión con el presidente Emmanuel Macron, y la última parada será Italia donde llevarán a cabo otro encuentro bilateral, en este caso con el primer ministro italiano, Mario Draghi.
Tal vez con esa confirmación el ministro haya cambiado de parecer y enviado como mensaje que él no puede aparecer como el ganador de la pelea. “Basualdo representa una parte decisiva de la coalición de Gobierno”, explicaron en un ministerio vecino.
Estos días Guzmán estuvo “guardado” de acuerdo a su círculo, aunque trascendió que fueron constantes su comunicaciones con Sergio Chodos el representante argentino ante el FMI y con quien ha cultivado una relación de apoyo mutuo.
A todo esto la orden que bajaron desde Casa Rosada es bajar los decibles, cerrar la boca y asegurar que la gestión sigue como hasta ahora.
No es la primera vez que Guzmán enfrenta este tipo crisis, aunque esta sea la de mayor impacto por tratarse de la sublevación de un subordinado de segundo rango.
Lo extraño esta vez es que a diferencia de lo que sucedió con las declaraciones primero de Cristina Kirchner y luego del Presidente acerca de que no se podía pagar al FMI es que entonces se matizaron las diferencias en charlas distendidas en Olivos. No sucedió esta vez.
Hasta ahora Guzmán se percibía como un árbitro entre esa aparente guerra entre los kirchneristas y el FMI, a la que se había sumado Alberto Fernández.
Surgido de la academia con un manejo de los silencios y un tono conciliador, el ministro ha buscado comprensión y se ha esforzado por construir una relación con Cristina Kirchner. Y también busca amparo en sus fuertes lazos con el partido demócrata en Estados Unidos, de la mano de Joseph Stiglitz , su mentor y d ella buena química lograda con la jefa del FMI, Kristalina Georgieva. ¿Le alcanzará ahora?
Fuente Clarin