Donald Trump y sus partidarios están intensificando los esfuerzos para avergonzar —y potencialmente destituir— a los miembros de su partido que consideran desleales al ex presidente y a sus falsas afirmaciones de que la elección del año pasado le fue robada.
En el Capitolio, la diputada Liz Cheney de Wyoming, republicana número 3 de la Cámara, corre riesgo de perder su puesto de liderazgo en medio de su disputa cada vez más pública con Trump.
En Utah, el senador Mitt Romney, enemigo poco frecuente de Trump en el Partido Republicano, se enfrentó el fin de semana a la humillación de recordarle a una multitud de abucheadores que una vez fue su abanderado presidencial.
Donald Trump ¿tuiteando? durante una Cena de Estado en 2020. Foto: Reuters
Y en Texas, el único republicano abiertamente anti-Trump quedó en un humilde 9º lugar en una concurrida votación especial para un escaño en el Congreso.
Trump dejó el cargo hace casi cuatro meses con la reputación muy dañada después de que una turba de partidarios suyos protagonizara disturbios mortales en el Capitolio de Estados Unidos para impedir la certificación de los resultados electorales.
Pero los últimos acontecimientos sugieren un resurgimiento de la suerte política del ex presidente debido al cual quienes se niegan a secundar sus falacias se hallan a la defensiva.
“Da miedo”
“Da miedo”, dijo Michael Wood, candidato republicano al Congreso por Texas que basó su campaña en la promesa de impulsar el partido más allá del “culto a la personalidad” que constituye Trump. Al final, obtuvo solo el 3% de los votos en las elecciones especiales del sábado, mientras que dos partidarios de Trump, incluido uno al que apoyó el ex mandatario, pasarán a una segunda vuelta.
El control de Trump sobre el partido podría fortalecerse en los próximos días.
Seguidores de Trump en Canton, Ohio. Foto: AP
Además de sus comunicados de prensa, su poderosa cuenta de Facebook podría ser restablecida esta semana si una junta de supervisión casi independiente falla a su favor. Mientras tanto, los republicanos de Virginia decidirán si nominan a un partidario declarado de Trump para gobernador en una de las pocas elecciones de importancia en el calendario de este año.
Otra señal significativa acerca de la dirección del partido puede producirse en el Capitolio, donde el futuro de Liz Cheney está en duda.
La diputada de Wyoming, republicana de mayor rango en pedir la destitución de Trump, insistió en que el partido debe rechazar la mentira del expresidente en cuanto a que de alguna manera las elecciones fueron robadas. No hay pruebas que respalden las acusaciones de Trump sobre fraude electoral masivo, y numerosas auditorías, funcionarios electorales estatales republicanos y el propio fiscal general de Trump han dicho que las elecciones fueron justas.
Pero Trump se ha mantenido firme en su relato y ha emitido este lunes una “proclama” en la que intenta apropiarse del lenguaje que utilizan sus enemigos para calificar sus falacias.
“¡La fraudulenta elección presidencial de 2020 será conocida a partir de este día como LA GRAN MENTIRA!”, escribió.
Cara a cara. LIz Cheney habla con Trump en una imagen de noviembre de 2019. Foto: AP
Cheney, que no ha descartado presentarse ella a las elecciones de 2024, respondió el fuego.
“Las elecciones presidenciales de 2020 no fueron robadas. Cualquiera que diga que lo fueron está difundiendo LA GRAN MENTIRA, dando la espalda al estado de derecho y envenenando nuestro sistema democrático”, tuiteó.
Está claro que no tiene intención de disminuir sus críticas, aun cuando enfrenta la posibilidad de perder su posición de liderazgo.
La diputada sobrevivió ya a un intento anterior de destituirla del liderazgo, pero esta vez podría ser diferente. El líder de la minoría del Partido Republicano en la cámara de representantes, Kevin McCarthy, la apoyó a principios de este año, pero se ha negado a defenderla del último round de ataques mientras se enfrenta a los conservadores que se resisten a la remoción de Cheney.
Esto es indicio de los cálculos propios de McCarthy, que se esfuerza por mantenerse cerca de Trump al mismo tiempo que intenta armar una carpa más amplia para ayudar a que su partido gane las elecciones generales.
Aunque en el Capitolio las voces republicanas a favor de Trump superan con creces a los críticos de su propio partido, no hay que despreciar a los detractores.
Mitch McConnell. Foto: AP
En total, 10 republicanos de la Cámara de Representantes votaron a favor de la destitución de Trump por inspirar el ataque del 6 de enero en el Capitolio y siete republicanos del Senado votaron a favor de su condena. El líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, votó a favor de absolver a Trump, pero reprendió públicamente al expresidente y en privado ha animado al partido a seguir adelante.
El cálculo es diferente para los miembros de base del Congreso, en particular los que representan zonas fuertemente republicanas, donde aproximadamente 8 de cada 10 simpatizantes del partido suelen aprobar a Trump. Entre los militantes republicanos y los votantes de base se cree que la cifra es mucho mayor.
Todavía es demasiado pronto para sacar conclusiones definitivas sobre el éxito de Trump en lo que va del año. Algunos estrategas republicanos indican en privado que hay señales reales de que la fuerza del ex presidente dentro de los votantes de base y los funcionarios electos ha comenzado a disminuir.
“Cada día que pasa es menos influyente, pero entre los que todavía lo escuchan es más influyente que nunca”, dijo el veterano encuestador republicano Frank Luntz.
“Sigue siendo importante. Va a seguir siéndolo durante meses e incluso años, pero a medida que pase el tiempo importará cada vez menos.” Por el momento, la ex celebridad de la televisión reality parece estar disfrutando el viaje.
“Qué bueno ver al RINO Mitt Romney abucheado fuera del escenario en la Convención Estatal Republicana de Utah”, cacareó Trump en una serie de declaraciones conmemorativas el lunes alabando los resultados de Texas y las críticas a Cheney y Romney. “RINO”, en inglés, significa “Republicano sólo de nombre”.
Senador Mitt Romney. Foto: AP
El fin de semana, en Utah, una sala repleta de republicanos había descargado una lluvia de abucheos sobre Romney antes de intentar, sin éxito, censurarlo por apoyar el impeachment de Trump.
“Muestren respeto”, recriminó a la multitud el presidente del partido estatal. Romney les recordó que era conservador de toda la vida, que había sido el candidato presidencial de todos ellos en 2012 y les dijo que los republicanos solo se perjudicarían a sí mismos atacándose unos a otros.
“Si dividimos nuestro partido, vamos a ser un partido perdedor“, afirmó.
En Texas, el candidato perdedor al Congreso, Michael Wood, un ex marine de 34 años y dos veces receptor la condecoración del Corazón Púrpura, se solidarizó con un puñado de republicanos anti-Trump prominentes, entre ellos el diputado Adam Kinzinger, republicano de Illinois, el ex senador de Arizona Jeff Flake, el ex gobernador de Ohio John Kasich y Liz Cheney, que había colaborado con donaciones para la campaña de Wood y brindado apoyo moral.
El lunes el ex marine dijo que hay urgencia real de que los republicanos anti-Trump se unifiquen contra él.
“No puede ser que sólo haya individuos tirando para atrás. Tenemos que organizarnos y demostrarle a la gente que se puede ser un buen republicano y no comprar toda esa basura”, expresó Wood. “Esta lucha no se gana con podcasts y artículos de opinión.”
Mike DuHaime, uno de los principales estrategas republicanos, sostiene que el partido todavía está lidiando con su identidad post-Trump, pero argumentó que se va a posicionar mejor en el futuro si incluye a conservadores como Cheney y Romney.
“Hay gente que juega con la base del electorado, que es muy apasionada y se cree la gran mentira de las elecciones. Y eso alcanza para ganar primarias para la Cámara de Diputados, el Senado o la gobernación, e incluso la presidencia, al parecer”. Pero, advirtió, “si nos centramos solamente en eso, no vamos a obtener en las elecciones generales el éxito suficiente para recuperar la mayoría”.
“En algún momento tenemos que dejar esto atrás si queremos ganar las elecciones generales”.
Los autores son periodistas de Associated Press
Traducción: Román García Azcárate
ap
Fuente Clarin