Por Carlos Galván
Viejo conocido de Alberto Fernández y con la inmunidad que le otorga su larga trayectoria como dirigente del principal y más numeroso gremio del sector privado del país, el mercantil Armando Cavalieri le habló sin rodeos al Presidente.
-Tenés que usar el poder que tenés, Alberto.
Con esa frase dicha en confianza y en tono amistoso, el secretario general del Sindicato de Comercio parecía aludir a las recientes tensiones internas del oficialismo por la continuidad en el cargo del subsecretario de Energía Eléctrica Federico Basualdo, el funcionario que quiso echar el ministro Martín Guzmán y que sigue en su puesto.
Alberto Fernández con los dirigentes de la CGT, este jueves en Olivos.
Pero en concreto Cavalieri se refería a la designación del nuevo superintendente de Servicios de Salud, un organismo clave para los gremios porque es el encargado de repartir fondos millonarios entre las obras sociales sindicales.
Es más: el sindicalista mercantil directamente le propuso a Alberto Fernández que nombrara de titular de la Super de Salud a David Aruachán, un hombre de perfil técnico que contaba con el aval de la conducción de la central sindical para comandar el organismo.
En la CGT, antes de ir a la Quinta de Olivos, ya habían quedado que el scrum que iba a presionar para lograr el nombramiento de Aruachán estaría formado por Cavalieri, Andrés Rodríguez, José Luis Lingeri y Héctor Daer.
Estos tres últimos fueron los primeros en hablar y, tal como se había quedado, propusieron a su candidato.
Nadie lo dijo, pero en el mensaje estaba implícito: la central sindical pretendía que se nombrara a alguien con cierto consenso en el sector sindical y obturar, así, cualquier posibilidad de que el kirchnerismo buscara colonizar con alguien propio la Superintendencia.
Desde hace tiempo entre los gremios venía corriendo la versión de que Cristina Kirchner, quien en diciembre pasado planteó la necesidad de repensar el sistema de salud, pretendía que la santacruceña Liliana Korenfeld quedase al frente de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS).
Tras los pedidos de Andrés Rodríguez, Lingeri y Daer, el Presidente elogió a Arauchán pero les aclaró que ya tenía a alguien de su confianza para el cargo. “Yo voy a tomar la decisión”, buscó tranquilizarlos, sin aclararles quién era el elegido.
Ahí llegó el nuevo embate de Cavalieri, que con una chanza le reclamaba que usara su poder.
Fue entonces que Alberto Fernández decidió cortar por lo sano.
-Contesto a tu ironía, Armando, con otra ironía. El hombre que elegí tiene pasado en OSECAC (la obra social del sindicato de Comercio).
Reveló en ese momento el nombre del designado: el médico Daniel López, amigo y ex socio de Ginés González García pero sobre quien este jueves en el Poder Ejecutivo se encargaban de subrayar responde a Alberto Fernández.
Poder
Enseguida el Presidente agregó: “Yo tengo la suma del poder y soy quien toma las decisiones pero trato de consensuar”, en referencia a que el Frente de Todos es una coalición.
La elección de Daniel López fue bien recibida en los gremios. Sucede que por ser un hombre de Alberto, en principio a ninguno le genera desconfianza de posibles arbitrariedades en el manejo de los fondos.
La maniobra típica es que se le envíen más fondos a una obra social que a otra sin ninguna lógica ni fundamentos claros.
Además de la versión de que el kirchnerismo quería colocar en la Superintendencia a a Korenfeld, en las últimas horas Hugo Moyano también había movido sus fichas: pretendía colocar en el control de la SSS a un candidato propio, José Bustos.
Con López, Fernández parece lograr paz con el mundo gremial.
También fue bien recibido por la CGT el anuncio de Alberto Fernández de que el Gobierno inyectará dinero para compensar los gastos de las obras sociales en el transporte y educación de discapacitados.
Según las cuentas cegetistas, se necesitan $ 11.000 millones extras en el sistema solo para ese rubro.
“Ocupate de esto”, le pidió al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, sentado a su derecha durante el almuerzo.
El cegetista José Luis Lingeri, al retirarse de la Quinta de Olivos.
La CGT apoyó además “la estrategia macroeconómica” para bajar la inflación, lo que se interpretó como un aval tácito a Martín Guzmán.
Hacia el final, antes de las fotos en el parque de la quinta, Gerardo Martínez reclamó la conformación de un observatorio en el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat para hacer un seguimiento de la construcción de viviendas.
Fuente Clarin