En su libro Primer Tiempo, Mauricio Macri criticó la política económica de su gobierno por la falta de coordinación entre el Ministerio de Economía y el Banco Central. Básicamente, y haciéndose eco de una visión algo extendida entre los economistas aunque no del todo entre todos sus ex colaboradores, la política monetaria del Banco Central fue para un lado (contractiva) y la del Ministerio de Economía para otro (expansiva). Miguel Angel Broda, para caracterizar aquel fenómeno, decía que “mientras Sturzenegger ponía el aire acondicionado Prat-Gay encendía la calefacción”.
Quizá contra todos los pronósticos, hoy en el Frente de Todos no pasa lo mismo. La sintonía entre Economía y el Banco Central parece a la orden el día. Así lo reflejan los números. Pero sí ocurre un cuestionamiento sottovoce a los técnicos de ambas carteras por el ala más dura del Gobierno o, al menos, la que representa la visión de Axel Kicillof.
Los números de las planillas del Ministerio de Economía no dejan mentir. Martín Guzmán viene bajando el déficit fiscal a un ritmo mayor al esperado por muchos. Y Miguel Pesce contrajo la base monetaria en lo que va del año. También un reflejo no advertido por todos luego de la montaña de pesos emitida en 2020.
Es ante este arranque ortodoxo del Ministerio de Economía y el Banco Central en los primeros meses del año, que economistas del kirchnerismo y cerca de Kicillof (estos últimos en off) dicen que lo de Guzmán-Pesce es “mala economía”. No definen qué significa “mala economía” pero no hay que ser muy ávido para darse cuenta de que se refieren a que con este rumbo es más difícil lograr un buen resultado electoral. Y que por lo tanto es tiempo de inyectar más dinero en la calle en lugar de ‘retirarlo’.
Las cifras que La Cámpora mira son:
– US$ 4.354 millones que ingresarán a las reservas provenientes del giro que hará el FMI. El Frente de Todos, a través de un proyecto en el Congreso, quiere que Guzmán use ese dinero (una emisión que del organismo para todos los países del mundo por la pandemia) para alentar la demanda en vez de pagar la deuda como planea hacer Guzmán.
– luego unos US$ 7.000 millones extra que Guzmán tendría en el bolsillo si sigue bajando el déficit fiscal al ritmo que lo viene haciendo y mantiene a rajatabla el Presupuesto. Es un cálculo que hizo el Instituto Argentino de Análisis Fiscal.
– por último, los pesos de la base monetaria, o sea, la emisión. En lo que va del año se contrajo unos $ 100.000 millones el dinero en manos del público y que los bancos tienen en el Banco Central según las planillas oficiales.
Sumando todas estas cajas, hay al menos unos US$ 10.000 millones en juego entre las políticas fiscal, monetaria y la ayuda del FMI.
En La Cámpora creen que la economía no sólo no viene favoreciéndolos para octubre. Sino que más bien los perjudica.
Economistas como Claudio Lozano han criticado a Guzmán porque el ministro, según dicen, priorizó quizá demasiado la agenda con el FMI.
Pero los que hablan con el ministro y entienden sus pensamiento, se darán cuenta de que la cuestión es más profunda y va más allá del tema FMI. El sesgo de las políticas fiscal y monetaria actual es la que Guzmán cree adecuada para evitar que la avalancha de pesos que quedó flotando luego de la ayuda que hubo que dar para enfrentar la recesión de 2020, no gatille un fogonazo inflacionario mayor al que sufrió Macri. Mientras Guzmán está pendiente de eso, La Cámpora y Kicillof sólo les interesa las elecciones.
Entonces la cuestión de fondo es que el kirchnerismo cuenta con un ministro de Economía que no es que prioriza la agenda con el FMI, sino que tiene una visión diferente a la de Kicillof para bajar la inflación y genera una tensión con la política en un año electoral.
Hay un riesgo más. Guzmán y Kicillof son dos convencidos y, por lo tanto, creyentes de sus teorías. John Maynard Keynes dijo que los políticos algunas veces quedan presos de las ideas de algún economista. ¿Es lo que temerá Cristina Kirchner con Guzmán?
Mientras tanto, cerca de Kicillof sostienen que no solo hay que demorar el acuerdo con el FMI. El dinero de los DEG debe ir a alentar la demanda y debe detenerse inmediatamente el ritmo al que se baja el déficit fiscal y se retiran pesos de la economía.
Según el IARAF, en los primeros tres meses del año los ingresos fiscales aumentaron 10,5% descontando el impacto de la inflación. El gasto cayó 5%. Esto quiere decir que la caja de Guzmán en los primeros tres meses del año se engrosó 70% más.
Pero hay más. Si se tiene en cuenta que el ministro salió al mercado a pedir pesos prestados (y los consiguió permitiendo que Pesce emita menos para financiar el déficit), la caja del ministro se reforzó. Según un reporte de este viernes de la consultora Quantum, que dirige el ex secretario de Finanzas Daniel Marx, Guzmán tiene en la caja unos $ 26.600 millones más que a principios de año.
El rojo fiscal podría terminar en la zona 2,4% del PBI (en lugar del 4,2% presupuestado) si el ministro siguiera el Presupuesto al pie de la letra según IARAF. Son casi unos US$ 7.000 millones más que le aparecerían a Guzmán en sus planillas que la meta del 4,2%. ¿Va La Cámpora por ellos?
El ministro cuenta con ese colchón porque, rápido, hizo el Presupuesto con una soja a US$ 350 y ahora tendrá más recaudación (las retenciones serían US$ 2.500 millones más por los mejores precios),
-previó una inflación de 29% y será mayor con lo cual el gasto se irá licuando,
-no tenía el impuesto a la riqueza
– partió de un supuesto que cerraba 2020 con un déficit de 8,3% del PBI y en realidad el rojo fue de 6,5% del PBI.
Guzmán, Pesce y el mercado saben que a medida de que se acerquen las elecciones la tensión sobre las cuentas aumentarán por parte de la política.
“La expansión monetaria tenderá a acelerarse tras seis meses de moderación fiscal y monetaria”, dice el Estudio Broda en un trabajo para sus clientes donde señala el ajuste monetario que lleva adelante el banco.
Dice que el crédito al sector privado en doce meses aumentó lo mismo que la inflación. Y que “en los últimos tres meses la inflación anualizada fue de 62,6% mientras que la cantidad de dinero se expandió a una tasa anualizada de 31,3%”. Es la contracara de la frase del Presidente del viernes cuando dijo:“No hay dinero que alcance para poner en el bolsillo de nuestra gente si cada vez que ponemos dinero los precios suben”.
La economía le da margen al Gobierno para dejar las correcciones que Guzmán-Pesce han venido haciendo y agravar los desequilibrios. Broda cree que aún emitiendo más, la inflación empezará a ubicarse en torno al 3% mensual después de este jueves (sale el IPC de abril, se espera algo menos de 4%).
Federico Furiase, director de Eco Go, lo pone del siguiente modo. “Con este dólar, el cepo, la soja y los DEG, hay colchón para hacer mala praxis”. Calcula que si el dólar de aquí en adelante subiera 1,5% todos los meses y la inflación 3%, Alberto Fernández terminaría su mandato con un tipo de cambio como el que tenía Macri a principios de 2018. “Margen hay, pero también riesgos: este Banco Central tiene menos reservas y la inflación está en un escalón más alto”.
Fuente Clarin